Mientras aprenden a criarse en lugares inesperados, como tachos con pintura en el fondo, los mosquitos Aedes aegypti ya transmiten dos cepas de dengue en Tucumán. Pero también ya existen productos domiciliarios útiles para la erradicación del vector. Estas son las tres conclusiones que surgen de un parte de la Dirección de Epidemiología y dos investigaciones del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).

Durante mucho tiempo, las campañas sanitarias latinoamericanas contra el dengue trabajaron con la hipótesis que afirmaba que el mosquito solo se cría en cacharros con agua limpia. Sin embargo, el descubrimiento de criaderos de Aedes en lugares considerados hasta ahora poco comunes ha refutado esa conclusión, según revela la bióloga tucumana María Julia Dantar Juri, investigadora de la Unidad Ejecutora Lillo del Conicet. “La clave para el control del mosquito -advierte- es eliminar y limpiar todos los contenedores de líquido; los que están sucios también”.

En cualquier lugar

Gustavo Rossi, del Centro de Parásitos y Vectores del Conicet, narra una historia personal sobre los criaderos de Aedes. En una visita a Salvador de Bahía, Brasil, él y su mujer pararon en un hotel modesto pero con buena atención y, sobre todo, muy limpio. Pero un día su esposa, después de bañarse, lo llamó para avisarle que le parecía que había larvas de mosquitos en la bañera. “Llegué y ya no estaban -cuenta-, pero a los pocos minutos, cuando era mi turno en la ducha, también las vi. Después de más de 20 años de trabajar con ellas, no me quedó duda de que eran larvas de Aedes aegypti. Vivían en la escasa agua y la mucha humedad que se hallaba en el perfil de aluminio que hace de marco de la mampara de la ducha. Lo más llamativo del asunto es que sobrevivían al agua tibia, el jabón, el champú y la limpieza diaria”.

Este relato muestra cómo cualquier lugar, sobre todo doméstico, puede convertirse en un criadero de mosquitos. Un florero, la goma de un auto, el depósito de agua del descongelamiento de una heladera, el sistema para desagotar un equipo de aire acondicionado, un inodoro abandonado a la intemperie, un tanque de agua sin tapa, una canaleta algo atascada y hasta un frasco sobre la heladera para que una batata eche raíces son cunas alternativas para las larvas de Aedes.

Prevención casera

Giselle Rodríguez, investigadora del Instituto Superior de Entomología de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Tucumán y becaria del Conicet, comprobó que la lavandina y el aceite de cocina sirven para eliminar los huevos que ponen las hembras de Aedes, aunque no son efectivos para combatir las larvas. “Lo que hay que evitar es el mosquito y la picadura. Es necesario vaciar los recipientes que puedan acumular agua, poner arena húmeda en los floreros y colocarse repelente cada dos o tres horas”, alerta.

Por ahora no hay soluciones mágicas ni a gran escala. Rodríguez recuerda que hace medio siglo, cuando todos los Gobiernos del continente lanzaron una campaña agresiva, usaron insecticidas muy tóxicos, afectaron a otras especies y ni siquiera consiguieron exterminar el vector, que reapareció en los 90.

Así, la situación de alto riesgo requiere el compromiso de la población con la prevención de la enfermedad. Resulta esencial, por ejemplo, desechar todos los recipientes que favorecen la cría del mosquito, tirar en la tierra (y no en resumideros) el agua que contienen y desarmar las piletas de lona cuando han dejado de usarse. “Tal vez -observa Rodríguez- la solución pase por una cuestión de conciencia ambiental y un tratamiento de los residuos que permita disminuir los criaderos del mosquito”.

DEN 1 y 4, hasta mayo

Ya circulan dos tipos de dengue en el Gran San Miguel de Tucumán: el DEN 1 y el DEN 4, según detectó la Dirección de Epidemiología del Ministerio de Salud provincial. La superposición de dos cepas del virus aumenta la posibilidad de que los enfermos sufran cuadros graves, porque la memoria inmunológica de los pacientes recuperados solo alcanza al tipo de dengue que contrajo.

Por lo tanto, como no queda inmune a las otras cepas del virus, una persona puede contagiarse de, por ejemplo, DEN 1 y DEN 4 en forma sucesiva. El 15 % de los pacientes que padecen esa superposición desarrollan dengue hemorrágico, de acuerdo con la Dirección de Epidemiología.

Fiebre alta, sarpullido, dolor en los músculos y articulaciones, hemorragia profunda y un shock que puede llevar a la muerte. Los síntomas y las consecuencias del dengue presionan cada vez más: ya hay 85 casos en la provincia y la situación de alto riesgo permanecerá hasta mayo, de acuerdo con Rodríguez. Entretanto, las autoridades de la Capital y de la cartera de Salud reaccionan. Desde ayer el municipio fumiga escuelas y espacios públicos, mientras los funcionarios provinciales les ruegan a los tucumanos que extremen los cuidados para combatir el mosquito.

VIAJES DEL MOSQUITO

Va en el descacharrado

Buenos Aires intentó erradicar la fiebre amarilla urbana (que en realidad era dengue) en las décadas del 50 y el 60. Los agentes sanitarios entraban en las casas a buscar criaderos de mosquitos y cuando encontraban uno en un recipiente frágil (de vidrio, cerámica o cemento, por ejemplo) lo rompían con una piqueta. Esos recipientes se apodaban cacharros, y la acción de destruirlos usaba el seudónimo descacharrizar.

Más tarde se difundieron los nombres científicos de dengue y Aedes aegypti, que terminaron la confusión con la fiebre amarilla urbana. Sin embargo, cuando la enfermedad reapareció en los 90, el término descacharrado mantuvo su vigencia para nombrar a las acciones particulares y gubernamentales de eliminación de basura sólida capaz de acumular agua. “Pero a los que estamos en el tema -transmite Nicolás Schweigmann, del Grupo de Estudio de Mosquitos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet)- nos surge la pregunta respecto a cuál es el destino final de esos cacharros. La mayoría de esos recipientes tienen pegados en sus paredes huevos de Aedes aegypti, que tienen la particularidad de poder resistir hasta un año sin agua”.

Así, la basura sólida ubicada en predios a cielo abierto y la acumulación de estos residuos en sitios no autorizados sirven para que los huevos del mosquito viajen pasivamente de localidad. “El agua de la lluvia formará criaderos, la vegetación alimentará a los mosquitos adultos y la sangre humana contribuirá a la puesta de huevos. Aedes aegypti no solo viaja en los cacharros, sino también entre el descacharrado”, alerta Schweigmann.

No elige las zanjas

Después de que termina su viaje a bordo del descacharrado y los huevos se convierten en larvas y las larvas en mosquitos, los Aedes adultos evitan las zanjas, que son un ambiente hostil para la especie, porque en ellas suele haber depredadores que no se encuentran en los recipientes artificiales.

“Pero hay que aclarar que las zanjas producen mosquitos de otras especies, como Culex pipiens -advierte Schweigmann-. Y los producen en grandes cantidades cuando hay materia orgánica. Una solución ambiental es ponerles pequeños peces larvífagos autóctonos”.

Se refugia en la rejilla

Pero el mosquito que no puede escaparles a los depredadores de las zanjas sí consigue a veces salvarse de humanos descuidados. Por ejemplo, a los que tiran el contenido de un criadero por la pileta de la cocina.

Schweigmann observa que si bien las larvas que llegan a las cloacas suelen morir como alimento de pequeños peces, puede ocurrir que no arriben allí: “si se tira el agua por la pileta, antes de llegar a otro destino esas larvas pasan a una rejilla que está debajo de la pileta y tiene un sistema de sifón. Puede ocurrir entonces que las larvas queden en la rejilla. Lo que habremos realizado es pasar las larvas desde el recipiente a la pileta y luego a la rejilla, y ahí seguirán su vida en casa”.

Rueda en la cubierta

El interior de una cubierta de vehículo usada es un excelente criadero de Aedes aegypti: mantiene un microambiente húmedo y protegido de los cambios bruscos de temperatura. “De hecho, quienes monitorean la situación del Aedes en una región o necesitan material para sus estudios buscan los cúmulos de cubiertas usadas en zonas urbanas porque saben que allí encontrarán decenas de criaderos”, revela Schweigmann.

De acuerdo con él, la forma más adecuada de resolver este desorden ambiental consiste en el reciclado: “por desgracia, en Argentina existen contadas empresas que reciben en forma gratuita las cubiertas. Estos emprendimientos son alentadores y deberían ser acompañados con leyes y políticas públicas que garanticen el reciclaje de cubiertas en todo el país”.