Luciana ya no usa perfume. El aroma que la acompaña a toda hora es el del repelente. Cada vez que ve un mosquito se atemoriza. Siente que ya nunca más sus veranos serán los mismos. La joven de 21 años se está recuperando de dengue, la enfermedad transmitida por el Aedes aegypti.
Todo comenzó hace dos semanas, según cuenta la estudiante de Derecho. Por esas cosas de la vida se mudó junto a su familia a la zona del parque Guillermina, donde se registraron la mayoría de los 62 casos de dengue confirmados hasta ayer en la provincia.
“Apenas llegamos me picaron un montón de mosquitos. De hecho vi en mi brazo uno de esos que tienen rayas blancas en las patas (Aedes aegypti). Nos comentaron que se habían reportado varios pacientes en la zona”, recuerda la estudiante.
Lunes: cansancio
Los síntomas empezaron el lunes 2 de marzo. Fue de golpe. Luciana estaba en el gimnasio. Sintió que el cansancio la debilitaba. Y fue raro porque es una persona enérgica y activa. “Me dolía un poco la garganta. Me pareció raro porque no había dormido con aire ni ventilador. Me volví a mi casa, tomé un ibuprofeno y me quedé dormida. Cuando desperté, tenía fiebre muy alta y dolor de cabeza”, relata. Entonces, empezó a dudar sobre lo que le pasaba. Estaba casi segura de que era dengue.
Martes: dolor intenso
“Llamé a un médico conocido, pero él me dijo que tenía que tener un sarpullido en el cuerpo o sangrado en las encías si era dengue. No tenía eso. Así que pasé toda la madrugada con mucha fiebre y un dolor fuerte en el cuerpo. Al despertarme, el martes fui a verlo y él comentó que por los síntomas más bien podía tener una fuerte gripe”, resalta.
Pero con el paso de las horas, Luciana sentía que estaba cada vez peor. “Es un dolor inexplicable, muy intenso. Te tira a la cama, no te podés levantar. Te duelen las articulaciones, sentís molestias en la panza, náuseas y descompostura. Y la fiebre no baja”, detalla.
Estaba tan preocupada por su cuadro que decidió llamar al teléfono del Ministerio de Salud (Salud Escucha) donde se pueden denunciar posibles casos de dengue. “Se contactó mi mamá y para nuestra sorpresa nos dieron un turno para el lunes siguiente. O sea, tenía que esperar seis días sin saber qué me iba a pasar”, protesta.
Miércoles: consulta
Al día siguiente se fue al hospital y consiguió -“gracias a la gestión de un conocido”- que le tomaran una muestra de sangre para saber si tenía o no la patología. “Estaba con miedo porque había muchos infectados por este mosquito en el barrio y porque yo había tomado ibuprofeno, que está contraindicado para el dengue”, apunta. “Los especialistas sanitarios dudaban si era o no la enfermedad porque no tenía todos los síntomas”, añade.
Jueves: ronchas
El jueves comenzó otra pesadilla para Luciana: tenía picazón en todo el cuerpo y se tocaba pequeñas ronchas sobre la piel. También tenía ardor al ir al baño. Y cero apetito. “Esa noche me llamaron para darme el resultado de los estudios. Era dengue, como yo pensaba desde el comienzo. Me dijeron que no había tratamiento posible, que debía dejar que la enfermedad pase y tomar solamente paracetamol”, cuenta. Le recomendaron no salir de su casa y ponerse repelente para que los mosquitos no la piquen y así prevenir que otras personas se puedan infectar.
Fin de semana: fatiga
El viernes comenzó a mejorar. Pero el sábado volvió la fatiga. El dolor en las manos, al agarrar cosas, persistió hasta el domingo. También el cansancio. “Hasta el día de hoy no me puedo recuperar”, cuenta la joven. Siente que el dengue aún corre por su sangre. Y está pendiente de cualquier mosquito que se acerque. En su casa, sus padres fumigaron, sacaron todos los cacharros y hasta pusieron plantas de citronella para alejar a los insectos. “Sin embargo, veo mosquitos por todos lados. No he querido salir de casa; paso los días encerrada, sin luces encendidas y con aire acondicionado para alejarme de los Aedes. Pero lo mismo aparecen”, confiesa.
Su temor no es infundado. No solo pasó siete días horribles. Ella sabe que ahora se tiene que protegerse más que nunca. “Cargo de por vida con el peso de tener que cuidarme. Si me vuelve a picar un moquito infectado (con otro serotipo del virus) va a ser peor, porque puede ser dengue grave”, se enoja.
De toda su experiencia, Luciana remarca algo importante: no confiarse ante los mínimos síntomas e ir a un especialista.
Dengue grave: cuando el virus golpea fuerte
El hecho de que una persona contraiga dengue en más de una ocasión y de serotipos diferentes, es una de las causas de lo que se conoce como dengue grave. El dengue grave requiere hospitalización. Se calcula que un 2,5% de los pacientes que lo padecen fallece. ¿A qué hay que estar atento? Puede comenzar con falta de apetito, cansancio, vómitos, dolor de cabeza y en las articulaciones, pero al agravarse con sangrados, manchas de sangre bajo la piel y erupciones. Si bien no es común que aparezcan casos primarios de dengue grave, esto sí puede ocurrir.
Misa para pedir protección contra el dengue y el coronavirus
El domingo a las 20.30, en la parroquia de Cristo Rey, de avenida Mate de Luna 3.900, el nuevo párroco, Marcelo Barrionuevo, oficiará su primera misa a cargo de esa comunidad parroquial. En la oportunidad se rogará especialmente por las personas enfermas y para pedir protección frente a las plagas que azotan la región y el mundo, como son el dengue y el coronavirus. También aprovechará el momento para presentarse ante la comunidad, informar los proyectos que desarrollará y conocer a cada uno de los feligreses.
Cifras
- 61 casos de dengue fueron registrados en Tucumán hasta ayer.
- 317 personas tuvieron Síndrome Febril Inespecífico (SFI).