Formalmente, eso es un camino de sirga. Y como tal, está sometido a los riesgos que implica la cercanía con un curso de agua. Sometido -básicamente- a las acciones de la naturaleza. Pero el riesgo ha aumentado en los últimos años, debido a la falta de infraestructura hídrica. Paradójicamente, también ha aumentado la importancia de esa calle. Esa cruda conclusión les presentará Juan Manuel Prado Iratchet, ingeniero civil y ambientalista, a los vecinos de los barrios Alto Verde, en el límite entre la ciudad de Yerba Buena y la comuna de Cebil Redondo.
“Siempre será riesgoso. Siempre tendrá un final incierto... hasta que se hagan las obras que corresponden. Y como las obras que corresponden son caras y no se ven, a los políticos no les interesa hacerlas”, señala. Por eso, cree que para alcanzar una solución se necesita la suma de muchas voluntades. En primer lugar, menciona a la Dirección Provincial del Agua (DPA), que es quien tiene la jurisdicción sobre las sendas ribereñas. Después, nombra al desarrollador de esos countries. Nombra a la Municipalidad. Nombra a la comuna. Nombra a los vecinos. Y hasta nombra al empresario Naum Alperovich, quien fue multado con unos $ 13 millones por violaciones al código de ordenamiento yerbabuenense y, a cambio, debe pavimentar una calle que en un punto confluye con esta ruta.
“Todos tienen que aportar. Ese camino es un riesgo. Y el riesgo es inminente. En algunos tramos, el arroyo ha socavado la parte peatonal y el barranco se encuentra a dos metros del cordón cuneta”, detalla. Eso significa que si una persona a pie, un ciclista o un automovilista se desplaza hacia la banquina, el suelo se les puede venir abajo. Y en algunos sectores la profundidad del barranco es de 20 metros, según los cálculos de Prado Iratchet, a quien el consejo vecinal le requirió su opinión.
Los barrios privados Alto Verde I y II están situados al norte de la avenida Perón. La única vía de acceso es ese camino, que bordea al canal Caínzo - Las Piedras. En marzo de 2015, durante una tormenta muy fuerte, el agua que transportaba alcanzó tal potencia que unos kilómetros más abajo (a la altura de la barriada conocida como Ciudad Oculta), desbordó y levantó el pavimento de una cuadra completa.
Mediante un informe al que ha calificado como prioritario, la DPA tiene planificada la reconstrucción del Caínzo. La obra de atenuación ha sido valuada en $ 2.200 millones (cifras de fines de 2019). Como una alternativa inmediata, Prado Iratchet propone mejorar los cordones cuneta. También dice que es necesario repavimentar debido al mal estado de la calzada. Y que hay que instalar un guardarraíl, puesto que nada separa a las personas de la barranca, pese a que 2017 murió un ciclista (cuyo cuerpo fue encontrado en el fondo del río).
2.200 millones de pesos fue el valor que se le calculó a la obra de reconstrucción del canal
El ingeniero especializado en construcciones David Delgado enfatiza otra medida: se tiene que controlar la erosión de los taludes, ya sea con gaviones o con hormigón. Los gaviones son unas mallas metálicas rellenas de piedra o tierra. “En algunos puntos, el filo del barranco se encuentra a 1,5 metros de la calle”, añade. Sus cálculos distan en 50 centímetros de los dos metros medidos por Prado Iratchet. Como fuere, se trata de dos pasos largos.
-¿Por qué se ha llegado a esta situación?
- El canal presenta un deterioro significativo en sus paredes. Eso se debe a que no cuenta con ninguna protección o revestimiento. Como si fuera poco, la altura es significativa. Esos dos factores (la ausencia de revestimiento y la profundidad) potencian el riesgo de una rotura. En cualquier momento, se puede caer el talud. Y eso se debe al poco mantenimiento.
Delgado reitera la necesidad de instalar un guardarraíl y hasta sugiere la demarcación de una bisisenda (”no es tanta la inversión y los ciclistas podrían circular más seguros”). Franklin Adler es ingeniero civil y especialista en hidráulica. Fue jefe de proyectos en la ex empresa estatal Agua y Energía Eléctrica, y docente en la Universidad Nacional de Tucumán. “Las obras hidráulicas requeridas son de gran envergadura y el costo, elevadísimo. Esperar a que algún gobierno las afronte, en las condiciones económicas actuales, sería una ilusión”, esgrime.
Ante esa suposición, piensa que debe plantearse el desplazamiento del camino, alejándolo del acantilado (”el cual es inestable por su gran altura y por estar sometido a la erosión”). El costo de esta tarea, aunque mediare una expropiación y la construcción de un nuevo pavimento, es muchísimo menor que la reconstrucción del revestimiento, asegura.
Impacto
El canal Caínzo puede soportar que pasen, en un segundo, hasta 300 metros cúbicos de agua, de acuerdo a precisiones aportadas por directivos de la DPA. Para ese valor de diseño, se tomó una recurrencia de 45 años. Eso significa que, cuando se construyó, a mediados de la década del 80 se estableció la capacidad en función de las lluvias máximas esperadas para las próximas cuatro décadas y media. Mientras mayor sea la recurrencia, más caras y más grandes serán las obras. Hoy, ese canal ha colapsado, según documentos de esa dependencia.
El cambio en el uso del suelo al pie del cerro -que sustituyó los bosques nativos por cultivos y luego esas fincas por viviendas- es la primera razón que provoca que ingrese más agua que antes. Como una segunda causa podría mencionarse el cambio climático, que hace que en las regiones húmedas las lluvias sean más frecuentes y más intensas. Hoy, estaríamos cerca de esa recurrencia calculada. Pero en realidad, esta obra de ingeniería sufrió la destrucción del revestimiento de hormigón 20 años atrás. Documentos fotográficos de marzo de 2002 muestran los bloques de ese material de construcción destruidos a la altura de su confluencia con el arroyo Anta Yacu, frente a las canchas deportivas del country Jockey Club. “Tras la pérdida de esas paredes, se generó un proceso de erosión aguas arriba, transformándolo en lo que podría llamarse el pequeño Cañón del Colorado de Yerba Buena”, concluye, con ironía, Adler.