Todo esto se dice sobre el coronavirus en las redes sociales:
- Que el contagio puede producirse por medio de una encomienda o una carta enviada desde China.
- Que los perros y gatos también se enferman y por eso pueden propagar la enfermedad.
- Que sólo afecta a los mayores de 55 años.
- Que comiendo ajo se reducen las posibilidades de enfermarse.
- Que se puede matar el virus untándose el cuerpo con alcohol, aceite de sésamo, orina infantil o cloro, o sometiéndose a una sesión con una lámpara de rayos ultravioleta.
- Que quienes regularmente consumen cocaína están inmunizados.
- Que las picaduras de mosquitos infectados transmiten el virus.
- Que en el frío (y si hay nieve, mejor) la enfermedad no se esparce.
- Que si alguien toca un objeto que pasó por las manos de un enfermo puede contagiarse.
¿Qué tienen en común todas estas afirmaciones? Que son mentiras. Como si no estuviera ocupada desplegando operativos sanitarios, la Organización Mundial de la Salud (OMS) tuvo que perder el tiempo saliendo a desmentir todas estas pavadas, que en manos de gente ignorante y temerosa -o dañina- se convierten en pavadas peligrosas. Las redes no están llevando calma ni información de calidad, sino sembrando el pánico.
Se multiplican los videos falsos, en algunos casos de películas de ciencia ficción ambientadas en oriente -esas fantasías distópicas sobre pandemias apocalípticas- que pasan por filmaciones reales en cualquier grupo de Whatsapp. Llueven los diagnósticos y proyecciones de fuentes incomprobables. Y a la par avanza el paraíso de las teorías conspirativas: A) El coronavirus escapó de un laboratorio en el que los chinos están creando enfermedades para diezmar a la población. B) En realidad no escapó, sino que lo soltaron a propósito. Y así hasta el infinito, sobre todo en Facebook.
La OMS subrayó que para prevenir la enfermedad lo indicado es lavarse las manos, toser en el hueco del codo, guardar cama cuando se presentan los síntomas y -obvio- evitar el contacto con los infectados. En otras palabras: lo mismo que se recomienda en el caso de cualquier otra cepa de gripe. La diferencia es que para la influenza hay una vacuna y para el coronavirus todavía no. Pero los síntomas son idénticos (fiebre, tos, dolores en el cuerpo; en algunos casos vómitos y diarrea), al igual que el riesgo de mortalidad. En el mundo la gripe común mata alrededor de medio millón de personas al año y la amplia mayoría de las víctimas presenta factores de riesgo asociados con las bajas defensas. Cualquier enfermedad respiratoria infecciosa puede ser letal para un organismo inmunodeprimido. El coronavirus actúa de la misma manera.
Algunos ejemplos
Datos tan simples como estos se diluyen cuando el miedo -producto de la desinformación- coloniza eso que en otros tiempos se rotulaba como opinión pública. La sola mención de la palabra pandemia congela la sangre. ¿Qué es una pandemia? Una enfermedad que se propaga simultáneamente en más de un país. La gripe común es una pandemia, al igual que el sarampión y el cólera. En fin, que exista una pandemia -como la que puede generar el coronavirus, de acuerdo con la OMS- no significa que vayamos a extinguirnos como especie dentro de un par de meses.
Al igual que los bostezos y la risa, el barbijo provoca un efecto cascada. En otras palabras: cuantas más personas circulen con barbijo por la vida, mayor será el número de quienes las imiten. Si alguien se siente más seguro, más protegido, calzándose un barbijo cada vez que sale a la calle, nadie va a impedírselo. Pero vale apuntar que si se trata de comunidades en las que no se registran casos no tiene sentido ponerse un barbijo. En Wuhan -la ciudad china en la que presumiblemente estuvo el paciente cero, o sea el primero que transmitió el virus- es imprescindible. En Tucumán, al menos por ahora, conviene esperar.
La que sabe del tema -la Sociedad Argentina de Infectología (SADI)- expresó en un comunicado: “el uso de barbijo sólo se recomienda para personas que tengan síntomas respiratorios (tos, fiebre, dolor de garganta) y que hayan regresado de China en los últimos 14 días o hayan estado en contacto con personas enfermas que hayan regresado de China en los últimos 14 días”. Los casos registrados en Italia extienden la recomendación a los contactos relacionados con ese país. Y la SADI explica algo más: “los virus respiratorios, incluyendo el coronavirus, no se encuentran suspendidos en el aire. Es necesario que una persona infectada con dicho virus lo elimine a través de sus secreciones y solo estarán expuestos quienes se encuentren a corta distancia”.
Sucede que el barbijo también está asociado al miedo, al igual que la aplicación de protocolos. Por alguna extraña razón, hay quienes se preocupan cuando se activa un protocolo: en lugar de brindar tranquilidad provoca angustia. Como si el protocolo en un aeropuerto fuera sinónimo del inminente desembarco de una peste, cuando justamente apunta a lo contrario: a contener cualquier manifestación de una enfermedad que viaja a bordo del cuerpo humano.
No sólo las burradas de las redes sociales, la palabra pandemia o el furor por los barbijos genera miedo. También las medidas de prevención generan lecturas escépticas. La suspensión de actividades que implican grandes concentraciones (encuentros deportivos o artísticos, convenciones y un largo rosario de etcéteras) provoca reflexiones del estilo “cómo será de grave para que hayan llegado a ese extremo”. Si son decisiones más o menos exageradas corre por cuentas de quienes cuidan la salud pública, pero lo que no pueden generar es desconfianza. Los 1.700 casos de coronavirus declarados en Corea del Sur motivaron que la banda BTS (la más famosa del K-pop, con legiones de seguidores en Tucumán) brindara una conferencia de presentación de su nuevo disco a sala vacía. No implica que Seúl y alrededores estén arrasados por la enfermedad.
En detalle
De acuerdo con una investigación del CCDC, el organismo que en China se ocupa de controlar y prevenir las enfermedades, el 80,9% de las infecciones provocados por el coronavirus (covid-19 es su nombre científico) se inscriben en la categoría de “leves”. Del resto, 13,8% son “graves” y 4,7% “críticas”. Hasta ayer se contabilizaban más de 82.600 casos (78.500 en China), en un total de 48 países. De los 2.744 muertos, la mayoría son enfermos de hepatitis B, o con avanzados grados de diabetes, o pacientes sometidos a quimioterapia, o mayores de 80 años con problemas de defensas bajas. De los enfermos chinos, 32.495 ya recibieron el alta y el resto sigue en tratamiento. No es la clase de información que circula por las redes sociales, justamente en tiempos en los que sólo parece legítimo lo que las redes propagan. El problema es que no se trata de chimentos de la farándula, sino de la calidad de vida de una población que necesita, básicamente, que no se juegue ni se mienta ni se engañe en cada bendito posteo.