El suelo de la esquina de las peatonales Mendoza y Muñecas estuvo -solo por unas horas- libre de colillas de cigarrillos. Un grupo de jóvenes se propuso limpiar algunas cuadras del microcentro tucumano para concientizar sobre el daño que genera este residuo en el medio ambiente.
“Las colillas generan un impacto muy negativo: contaminan al que fuma y al que no, incluidos los animales. Una sola de ellas contamina 50 litros de agua potable; eso sin contar la emisión de gases tóxicos”, indicó Emilse Carabajal, de 19 años. Ella cree que las personas que fuman no las consideran como basura. “Las tiran hasta en el patio de sus casas”, lamentó.
La iniciativa surge del grupo “Salvarnos salvando”, que busca concientizar a los tucumanos sobre el impacto ambiental que generan nuestros residuos. Esta es la tercera vez que organizan una recolección de colillas para luego reciclarlas. “La gente piensa que uno no es capaz de generar un cambio y se equivoca. Hay muchos que estamos comprometidos y nos convertimos en millones alrededor de todo el mundo”, agregó.
Emilse se unió al grupo en las últimas elecciones provinciales, cuando encontró una chica recolectando boletas de votos que estaban tiradas en la peatonal: “fue muy importante encontrarme con esa chica. Me conmovió y me uní al grupo; adquirí mucho más conocimiento del que pensaba que tenía”, reconoció. Con las actividades que organizan, los chicos quieren contagiar las ganas de limpiar y cuidar el medio ambiente, tal como pasó con la recolección de colillas. Gracias a esta actividad, muchos tucumanos se informaron sobre el impacto que generan estos residuos en el ambiente.
Una buena idea
“En Argentina, las colillas son reciclables, no la tires al suelo”, indicaba uno de los carteles que colgaron el día de la campaña en la peatonal.
En 2018, el ingeniero Alexis Lemos creó en Mendoza el proyecto “Reciclemos”. Propone fabricar ladrillos ecológicos justamente con colillas de cigarrillos. Actualmente, recibe paquetes de todo el país, inclusive Tucumán.
Lemos vivió en Estados Unidos y asegura que allí adquirió más conciencia sobre la importancia del reciclaje. “Quería encontrar una solución para el problema de los restos de cigarrillos que están en el suelo; por eso realicé una investigación y me informé sobre sus componentes. A partir de ahí, descubrí que existían microorganismos que, combinados con otros elementos naturales, ayudaban a la degradación de las colillas”, explicó.
Con el resultado de la investigación y junto a dos biólogas, Lemos creó un biopolímero en el laboratorio: “los microorganismos comen las toxinas de la colilla y, a su vez, generan enzimas que mineralizan la mezcla. Como resultado queda una pasta natural y sin olor”, agregó.
Cigabrick
La mezcla obtenida es encapsulada dentro de un ladrillo que denominó “cigabrick”. “Tiene muchas ventajas: es más barato, tres veces más aislante que un ladrillo convencional, cuatro veces más resistente y cuenta con un diseño original, como los de Lego. Eso permite una construcción mucho más rápida y se reduce en un 50% la cantidad de cemento que se necesita, así también como la cantidad de acero”, enumeró Lemos. Además, es un ladrillo ecológico ya que no necesita cocción porque se arma a presión.
Actualmente, en la provincia de Mendoza se instalaron más de 100 contenedores para juntar colillas en algunos de los lugares más concurridos de la ciudad. Sin embargo, los “cigabricks” no están a la venta: “nuestra producción está dedicada a la construcción de viviendas sociales o de infraestructura para todos. Trabajamos con los lugares en donde tenemos embajadores. Por eso, esperamos establecer una relación con Municipios de Tucumán para que se implemente este sistema de reciclaje que ayuda también a la protección del agua y los bosques”, comentó Lemos. Aquellos que necesiten más información pueden consultar en la web www.reciclemos.com.ar.
Reacciones
Más de 15 jóvenes llegaron al microcentro tucumano con guantes, botellas y bidones que en menos de dos horas estuvieron llenos. Octavio Carabajal, de 18 años, junto a su prima Sofía de 9, recolectaron más de 1.000 colillas en apenas dos horas. “La gente se sorprendía al vernos, nos preguntaba por qué lo hacíamos y, al enterarse, nos felicitaba”, recordó Carabajal.