Elegidos recientemente como la palabra del año, los emojis y los emoticones forman parte del universo de recursos expresivos que surgieron para aportar agilidad y matices al aluvión de comunicaciones cada vez más veloces, según coinciden distintos lingüistas para quienes estas nuevas formas expresivas "enriquecen la comunicación", en tanto "agregan emocionalidad a las palabras" y vienen a amortiguar la "carencia" de gestualidad paraverbal" del lenguaje escrito.
En tiempos de mensajería febril que insta a mantener conversaciones simultáneas con decenas de personas o grupos al mismo tiempo, nada mejor que un único símbolo para condensar un estado de ánimo que antes requería de un conjunto considerable de palabras articuladas por una sintaxis legible: no fue tan ambicioso el plan de la empresa telefónica japonesa Docomo cuando en 1995 creó una versión precaria de estos símbolos como estrategia para incrementar su base de usuarios jóvenes, pero funcionó como el origen de esta herramienta.
Lo mejor del año fueron los emojisAunque originalmente el emoticón alude a los símbolos creados con signos de puntuación que suelen leerse inclinando la cabeza y el emoji a las figuras en color con valor simbólico -como las caras que expresan miedo, fastidio o alegría- hoy es habitual aludir indistintamente a "emoticones" para referirse a cualquiera de estas dos variantes, que acaban de ser ungidas por la Fundación del Español Urgente (Fundeu) como "palabra del año", el mismo lugar que antes ocuparon expresiones como escrache, selfi, refugiado, populismo o aporofobia.
El relevamiento realizado entre expertos de la lengua reconfirma la penetración decisiva que vienen teniendo estas nuevas herramientas en los intercambios a través de las redes, donde la palabra escrita a veces puede resultar insuficiente para expresar emociones o sensaciones momentáneas que los emoticones logran capturar y sugerir, con el plus de una universalidad que les permite ser decodificados por personas de distinta lengua o cultura.
"Puede que los emojis sean lo más cercano a un lenguaje universal que ha creado nunca la humanidad", deslizó el presidente de Fundéu, Mario Tascón, durante su intervención este año en el Congreso de las Academias de la Lengua en Sevilla, y esbozó de esta manera las expectativas y los retos que rodean a estos novedosos elementos que empiezan a ser tenidos en cuenta por los académicos, quienes ya trabajan en textos que despejarán dudas acerca de su utilización correcta.
Mirá los nuevos 150 emojis que se sumarán a tu celular¿Los emoticones y emojis son un elemento distorsivo que precariza las formas de expresión o su irrupción aporta algún tipo de complejidad beneficiosa? "El emoji no solo agrega emocionalidad a las palabras, sino también la pista para entender que la conversación se lleva a cabo en un escenario distendido, un escenario amigable. Desde mi punto de vista, me parece que enriquecen la comunicación", señala la lingüista Silvia Ramírez Gelbes, directora de la Maestría en Periodismo de la Universidad de San Andrés.
"La escritura es un código distinto de la oralidad y, en ella, la emoción se manifiesta de modos que no tienen que ver con la entonación, por ejemplo, explica.
Para Ramírez Gelbes, el emoji "funciona para reparar esa 'carencia' de gestualidad paraverbal, pero también para resaltar un componente central de la comunicación, que es la función interaccional, la función de establecer el vínculo entre el emisor y el destinatario".
"Los emoticones tienen una capacidad comunicativa restringida y puntual, y no me parece que alcancen la dimensión de elementos distorsivos,", analiza José Luis Moure, vicepresidente de la Academia Argentina de Letras, en diálogo con Télam.
Si es posible hablar de un empobrecimiento en el léxico de los hablantes -comparado con la "riqueza" léxica de hablantes de hace algunas décadas- Ramírez Gelbes sostiene que se trata de "una correlación (dos situaciones que se dan en simultáneo) y no una causalidad".
Sillas de ruedas, audífonos y el ansiado mate: anunciaron los nuevos emoji 2019En la última edición del Congreso de la Lengua realizada el año pasado en Córdoba, el escritor y periodista Martín Caparrós hizo una ponderación positiva de estos recursos bajo el argumento de que los emojis tienen la "ventaja" de la ambigüedad perfecta: "A mí cuando me mandan uno nunca entiendo qué coño me están queriendo decir. Y eso es buenísimo porque entonces puedo pensar que me están diciendo lo que yo quiero que me digan", alegó por entonces el autor de "Valfierno" y "El hambre".