La Superliga Americana, el primer torneo profesional de rugby del Cono Sur, ya es una realidad. Futura, pero realidad al fin. El último fin de semana de febrero comenzará la competencia en pos de la cual Daniel Hourcade ha venido trabajando a destajo en el último año y medio, desde que se hiciera cargo del área de Alto Rendimiento de Sudamérica Rugby. Su misión principal fue replicar en varios países de la región el exitoso modelo argentino, desarrollando centros de alto rendimiento para mejorar la preparación de sus jugadores y entrenadores, y así potenciar el nivel del rugby sudamericano. Para completar ese proceso, hacía falta una competencia de nivel: he ahí la Superliga.

“Fue un arduo trabajo, que se hizo en un tiempo increíble. Si te ponés a pensar, el alto rendimiento en Sudamérica comenzó a moverse en agosto del año pasado”, resalta “Huevo”. Junto a su equipo de trabajo, se trazó algunos objetivos fundamentales.

“El primero era lograr una mejora física y técnica de los jugadores. O sea, repetir lo que se hizo en la UAR, pero teniendo en consideración las diferentes realidades y posibilidades de cada país. Para eso se crearon centros de alto rendimiento donde no había, como Chile, Paraguay y Colombia, y nos acercamos a los que ya tenían, como Brasil y Uruguay. Pero para que los jugadores mejoraran, también era necesario capacitar a los entrenadores”, explica. Ese fue otro de los objetivos principales. “Ellos nos mandaban videos de sus prácticas, nosotros los evaluábamos y les hacíamos una devolución, con correcciones y sugerencias. Pero apuntando al desarrollo de las destrezas, de la parte física y técnica, sin avanzar sobre estrategias ni sistemas de juego. Eso ya lo decide cada entrenador cuando va a competir”, aclara.

El oficio de entrenador

También hubo capacitaciones que apuntaron específicamente a preparar entrenadores para la Superliga. “Durante el año se hicieron tres academias en las que se capacitaron 29 entrenadores nacionales. De acuerdo a su nivel, se los distribuyó en tres categorías: los de Nivel 1 son los que consideramos están listos para entrenar un equipo profesional; los de Nivel 2 son los que están bien perfilados, pero creemos que pueden seguir mejorando, y los de Nivel 3 son los que todavía no están en condiciones de encarar un desafío tan grande, aunque pueden estarlo en un futuro. En base a eso, se elaboró un ranking de entrenadores, que fue enviado a cada Unión. El reglamento de la Superliga exige que, para ser entrenador de una franquicia, tenés que haber sido entrenador de un seleccionado nacional, o haber aprobado la academia”, detalla el ex head coach de Los Pumas.

Evitar el éxodo

Mientras se encaraba el desarrollo de jugadores y entrenadores, de fondo se iba cocinando a fuego lento el otro componente de la ecuación: una competencia de mayor nivel. La falta de definiciones y la difícil realidad económica de los países sudamericanos amagó con retrasar el inicio de la Superliga hasta 2021, pero finalmente se resolvió bajar algunas pretensiones y empezar en 2020, como estaba previsto en un principio. Tras la presentación oficial llevada a cabo a fines de noviembre en Montevideo, en la que se revelaron las camisetas de las seis franquicias que participarán en la primera edición, varios jugadores argentinos (entre ellos, algunos tucumanos) comenzaron a firmar contratos en los últimos días.

La palabra “profesionalismo” sigue generando cierto escozor para el sector más conservador del rugby argentino, temeroso de que aquél termine socavando su esencia amateur. De hecho, hay clubes que manifestaron su preocupación ante la posibilidad de que las franquicias se lleven a algunos de sus mejores jugadores. Para contrapesar eso, se estableció una limitación: salvo Ceibos (la franquicia argentina), los demás equipos no podrán sumar más de cuatro jugadores argentinos por equipo y uno por club.

“Entiendo que algunos clubes se preocupen, pero hay que tener en cuenta algunas cosas. Por ejemplo, que muchos jugadores ya están dejando sus clubes para irse a jugar a ligas de otros países. Ligas de segundo o tercer nivel que no los mejoran, y en las que se pierden de vista y por ende dejan de ser eventualmente elegibles para algún seleccionado. En lo que va de 2019, más de 100 jugadores argentinos se han ido. La Superliga les dará la posibilidad de vivir la experiencia de ser profesionales sin irse del continente, y después de mayo, cuando termine el torneo, podrán volver a jugar en sus clubes. Visto desde ese punto de vista, resulta beneficioso para todos”, analiza.

Hourcade admite que, por ser el primer año, seguramente habrá errores. “Iremos corrigiendo cosas por el camino. Lo más difícil siempre es empezar, y creo que se hará en un corto plazo para semejante proyecto. Creo que será una Liga muy buena, que irá creciendo año a año”.