Por Ulises Rodríguez

PARA LA GACETA - MAR DEL PLATA

La 34° edición del Festival de Cine de Mar del Plata, que se desarrolló entre el 9 y el 18 de noviembre, fue un homenaje permanente a José Martínez Suárez. El director de cine y guionista que presidió el único festival clase A de Latinoamérica desde 2008 hasta su muerte (ocurrida el 17 de agosto de 2019) estuvo presente en cada función como lo hizo durante 11 años.

Martínez Suárez impuso su sello de que “las estrellas son las películas”. De ese modo le dio prioridad al cine de calidad más que a llenar el Festival de Mar del Plata de celebridades internacionales que cuestan miles de dólares y sólo sirven para las fotos.

La película de apertura fue “Los muchachos de antes no usaban arsénico” una obra maestra de humor negro del cine nacional que Martínez Suárez estrenó a pocos días del golpe militar de 1976. Previo a la proyección el presidente del INCAA, Ralph Haiek, entregó el premio Astor de Oro in Memoriam a su hija María Fernanda y sus colaboradores más cercanos.

El cine, ante todo

En esta edición, que duró 10 días, se realizaron 500 proyecciones con más de 300 películas de todo el mundo. Entre los invitados especiales sobresalieron el músico Lee Ranaldo (integrante de Sonic Youth), la artista visual Leah Singer y la directora estadounidense Nina Menkes (de quien se realizó una retrospectiva). Otro destacado fue Haden Guest, director del Harvard Film Archive, que participó como programador invitado y presentó dos programas especiales.

Uno de los eventos más convocantes se realizó el miércoles 13 con la proyección del documental Que sea Ley, de Juan y Victoria Solanas, que tras su paso exitoso por los festivales de Cannes y San Sebastián fue acompañado de un Pañuelazo y, posteriormente, el Foro de Cine y Perspectiva de Género inaugurado en la edición pasada.

En el momento de mayor tensión social en el país transandino el cine de Chile estuvo narrando su realidad. “La Casa”, de Jorge Olguín, inspirada en hechos reales y grabada en tiempo real, casi sin cortes, aborda la historia de un oficial de policía a fines de los 80 (plena dictadura chilena) en el que el toque de queda es constante lo que marca un paralelo con la actualidad chilena.

Tucumanos y de calidad

En la Competencia Internacional la ganadora del Astor de Oro fue “O que arde”, la película del director francés radicado en España, Oliver Laxe, que aborda la relación del hombre con la naturaleza. En la misma sección -la más destacada- participó Planta permanente, la producción del director tucumano Ezequiel Radusky, con el que Liliana Juárez ganó el premio a la Mejor Actriz.

“Esta película se tendría que haber filmado en Tucumán. Gracias Eze por convocarme y por escribir este hermoso guión. Ya que estoy acá aprovecho para invitar a los productores y a los directores porque el Norte tiene talento señores así que ¡vamos al Norte!” dijo la actriz al recibir el galardón que la tiene como protagonista de una película que muestra el desprecio de un gobierno neoliberal para con los trabajadores del Estado al avasallar sus derechos.

El otro filme tucumano fue Zombies en el Cañaveral. El docu ficción de Pablo Schembri participó de la sección Las Vena abiertas y convocó a los fanáticos y especialistas en cine de género como el crítico Matías Orta del sitio A sala llena quien escribió que “el director trasciende el ámbito cinematográfico y potencia los detalles sobre el turbulento marco histórico y político de los ’60, sin que quede de mal gusto”.

La 34° edición también marcó el fin de ciclo para la gestión del INCAA que se encargó de desfinanciar la actividad, paralizar la industria cinematográfica y despojarla del costo medio, el crédito y la cuota de pantalla, un reclamo que se hizo sentir en cada Festival, siempre con oídos sordos.

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Ulises Rodríguez – Periodista, crítico de cine.