CIUDAD DE MÉXICO.- El ex presidente de Bolivia Evo Morales, obligado a renunciar al cargo por las Fuerzas Armadas, ratificó que no volverá a presentarse a elecciones y descartó un llamado a desmovilizar a los miles de simpatizantes que exigen su regreso al cargo si no existen garantías de seguridad y castigo por las muertes de más de 20 manifestantes en las protestas contra su salida del poder.
Así lo señaló Morales en una entrevista concedida a la agencia alemana de noticias DPA, en la que subrayó que la autoproclamada presidenta Jeannine Áñez, que asumió el cargo en una sesión sin quórum legislativo, le haría “un gran favor a la democracia” si dimitiera.
Según Morales, el de Áñez es un gobierno de facto que, primero, debería dar garantías porque “injustamente ex ministros y asambleístas están siendo perseguidos y amenazados”. En segundo lugar, consideró que “tiene que haber una comisión nacional e internacional para dar con los autores intelectuales y materiales de semejante masacre”.
El primer presidente indígena boliviano, de 60 años, se asiló en México el martes de la semana pasada, luego de un largo periplo para salir de su país, y tras denunciar un golpe de Estado que lo obligó a dejar el cargo, presionado por la cúpula militar boliviana. La renuncia se dio en medio de protestas ciudadanas y denuncias de la Organización de Estados Americanos sobre irregularidades en las elecciones del 20 de octubre, tras un escrutinio que lo dio como ganador en primera ronda para un cuarto mandato.
Consultado sobre si se arrepiente de haber renunciado, Morales dijo que no, e insistió en que lo hizo “para que los militantes de nuestro movimiento político, nuestros militantes, no fueran agredidos”. Aún así, subrayó, “siguen la persecución: a mí no me perdonan porque soy indio, no me perdonan por nacionalizar los recursos naturales”.
El ex mandatario en el exilio aseguró que no teme ser arrestado si regresa a Bolivia porque sería ilegal. Al respecto, dijo, se comunicó con algunos expertos juristas sobre cuál es su situación. “Por Constitución, a mí no podrían arrestarme, salvo que haya un proceso de responsabilidades por algún tema y que haya sentencia. Ahí sí podrían arrestarme. Por bronca política pueden hacerlo, pero sería ilegal. Eso comentaron algunos juristas: no pueden arrestarte, pero no hay cierta seguridad”, contó.
Por último, señaló que su plan para el futuro es abrir un restaurante de pescados y trabajar como mozo: “Mi gran deseo cuando termine mi gestión como presidente es ir a mi región y hacer un restaurante de tambaqui, que es un pescado. Yo los sirvo, cobro el plato y de paso la foto te cobro”.
Mientras tanto, en Bolivia, empiezan a contarse las pérdidas materiales luego de varias semanas de conflicto en las calles. Áñez dijo que le pidió a su ministro de Gobierno, Arturo Murillo, que evalúe los daños sufridos en las sedes policiales desde el inicio de las protestas. Empresarios de Cochabamba estiman que perdieron 233 millones de dólares; y transportistas calculan sus pérdidas en 8 millones de dólares, en ambos casos por las protestas. Afirman que las huelgas y los bloqueos de rutas perjudicaron a unos 100.000 pequeños productores y comerciantes de El Alto, aledaña a La Paz. (Télam)