Al derrumbe del cielorraso de la biblioteca Alberdi se lo veía venir. Eso confiesa Daniel Campi, historiador, docente de la UNT y director del Instituto Superior de Estudios Sociales del Conicet y la UNT (ISES). Y cree que este accidente se explica también por la carencia de recursos que tiene desde hace mucho tiempo esa biblioteca, al igual cada una de las que se desparraman por la provincia.
Biblioteca Alberdi: “Para recuperar la habilitación tendrán que hacer muchos cambios”“Paradójicamente no existen grietas sobre este tema entre los distintos partidos políticos tucumanos: los gobiernos se han puesto de acuerdo para abandonar a las bibliotecas populares, que no cuentan con un peso del Estado provincial ni del municipal. No figuran como parte del presupuesto. Mientras que la Nación manda fondos exiguos, ridículos, de unos $ 8.000 por mes ($ 96.000 anuales). Imaginate que actualmente la cuenta de la luz que pagan en la biblioteca Alberdi tiene un promedio de $ 22.000 al mes, que aumenta en verano. Esta situación no es excepcional en Argentina”, describe el historiador, que elaboró buena parte de sus investigaciones en esa biblioteca. Por estos motivos -añade-, la comisión directiva tuvo que hacer un bar, una sala de teatro, una feria de ropa y, de ese modo, generar recursos propios.
Hay maneras de salir de esa situación -sostiene-, pero no a través de subsidios esporádicos gestionados por el Gobierno; sino que se necesita que las bibliotecas estén incluidas en los presupuestos de la Provincia o de la Municipalidad, como ocurre en otros lugares. Menciona la biblioteca salteña Victorino de la Plaza; en ese caso, el Gobierno provincial se hace cargo de los empleados y del mantenimiento. Lo mismo sucede en Jujuy y -más lejos- en Colombia. En ese país, las bibliotecas más importantes están bajo un patrocinio del Banco Central (“funcionan de maravilla, con un sistema de intercanje entre las provincias”, asegura).
Otros derrumbes trágicosCampi resalta que la debacle de las dos principales bibliotecas que tiene Tucumán, la Sarmiento (fundada en 1882) y la Alberdi (de 1903), comenzó en la época del gobierno constitucional de Antonio Domingo Bussi, que ordenó que se pintaran ambas salas y, por ese motivo -o descuido-, se desacomodaron los libros y en consecuencia se perdió la catalogación de las bibliotecas.
“Actualmente hay abandono del Estado. Ponen plata para que el piano del teatro San Martín esté afinado; para que los cuerpos estables de teatro, coro y danzas funcionen, pero abandonaron la cultura popular. Descuidaron la lectura”, opina.
Hecha la ley, pero...
Horacio Elsinger, director de Letras del Ente de Cultura desde enero 2018, explica que si bien las bibliotecas populares tienen autonomía del Estado, la Nación no se desentiende: la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip) envía un subsidio anual de $ 96.000 y -a su vez- el Gobierno provincial le da dos subsidios por las salas teatrales a la Alberdi, además de otro que está gestionando con la Federación de Bibliotecas Populares. De todas formas, reconoce que hay una deuda más allá del aporte económico que se otorga.
A esa deuda la quieren solucionar -explica el funcionario- comprometiéndose a reglamentar una ley 7693 llamada “Sistema Provincial de Bibliotecas”. Según cuenta, hace unos meses invitaron a diferentes personalidades, entre ellos funcionarios del área de Educación, a ser parte de la comisión para reglamentarla. Pero no lograron el cometido, que ahora quieren volver a impulsar. “Hay interés del nuevo presidente del Ente de Cultura (Martín Ruiz Torres) para solucionar la situación de las bibliotecas”, resalta Elsinger.
La norma a la que se refiere Elsinger plantea el Sistema Provincial de Bibliotecas en el ámbito del Ente Cultural de Tucumán, con la finalidad de fomentar la creación, desarrollo y funcionamiento de esos espacios de lectura; tiene por objetivo principal la coordinación y cooperación de acciones y servicios (recopilación, conservación y organización del patrimonio bibliográfico provincial y promoción de la lectura, entre otros).
Pedro Ruarte, presidente de la Comisión Directiva de la Biblioteca Alberdi, sostiene que a esa “promesa” ya la ha escuchado muchas veces a lo largo de los 25 años que lo ligan a ese espacio que hoy ya se ha vuelto como un centro cultural (por las diversas actividades que allí se desarrolan).
“Vengo escuchando hace años que se va a reglamentar esa ley. Nunca salió nada. Es que no está la decisión política de decir ‘vamos a ayudar a las bibliotecas populares’. No sólo a la nuestra, sino a todas”, resalta.
Ruarte coincide con Campi en que para que la biblioteca Alberdi “sobreviva” a esta situación se necesita que los gobiernos municipal y provincial intercedan. Primero, cree que se debe reconocer a la biblioteca Alberdi como una institución importante para todos los tucumanos. Por otra parte, necesitan que les brinden personal administrativo y de mantenimiento (“para nosotros eso representa mucha plata y para ellos, nada”, insiste). Además, necesitan ayuda para concretar las obras con personal calificado (“ellos tienen reparticiones como Construcciones Escolares y Obras públicas”, ejemplifica).
Mientras Ruarte espera una respuesta del Estado, reposa detrás de los escombros un acervo bibliográfico tucumano único, con ejemplares y cartas de nuestro gran prócer, Juan Bautista Alberdi, entre otras joyas por desempolvarse (si es que vuelven a abrirse esas puertas).