1- Federico Pelli / empresario Pyme
Federico Pelli, 34 años, al frente de una Pyme de seguridad, quiere que el próximo gobierno estabilice la economía y mejore la calidad de vida. Egresado del Colegio Militar de la Nación, estuvo en misiones humanitarias en Haití y Chipre. En 2013 volvió a Tucumán. En 2014 puso una empresa de seguridad.
“Lo que me sorprendió cuando puse la empresa fue la cantidad de impuestos. Uno se daba de alta en personas jurídicas, armás un SRL y automáticamente empezás a pagar una cantidad de impuestos que era increíble para mí. Empecé a participar en reuniones del grupo de jóvenes de Federación Económica de Tucumán, donde aprendí sobre dirigencia gremial empresaria”, relata. “Me gustaría que, como sector Pyme, el próximo gobierno entienda que las Pymes generan el 70% del empleo formal del país y el 44% del PBI nacional. Por eso hay que generar un ambiente económico amigable donde sea posible sustentarse y desarrollarse. Para eso hace falta impuestos menos distorsivos, bajar la presión impositiva, generar seguridad jurídica y opciones de crédito, porque claramente las de hoy en día son imposibles”, reflexiona. Pelli, presidente de la Comisión Directiva de CAME Joven a nivel nacional, expresa una frase común cuando la dirigencia política pregunta cómo dar una mano a las Pymes.
“No necesitamos que nos den una mano, sáquennos una de encima porque significaría que nos bajen la presión impositiva y costos laborales. Si no se hace eso, las Pymes van a seguir en una permanente situación de vulnerabilidad. Hay que fortalecerlas, porque hoy trabajas la mitad del año para pagar impuestos municipales, provinciales y nacionales”, explica. “El empresario Pyme en general atiende el local junto al trabajador y conoce sus carencias. La situación del trabajador hoy en día es muy mala, no llegan a fin de mes y eso se ve en como piden adelantos de sueldo. Me gustaría que estén mejor, que progresen”.
2- Florencia Luna / estudiante
Florencia Luna tiene 19 años, nació en Gobernador Piedrabuena (Burruyacu) y alquila en una pensión de San Miguel de Tucumán en El Bajo, para poder estudiar licenciatura en Ciencias de la Comunicación en Filosofía y Letras de la UNT. Sus padres viven en el pueblo. Su hermana vive en la ciudad de Buenos Aires y es psicóloga; su hermano es infante de marina. Tres empresas de colectivos la llevan y la traen desde Gobernador Piedrabuena hasta la capital, recorriendo 67 kilómetros: La Costosa, La Nueva Fournier y La Florida. Como los recorridos son distintos, los precios rondan entre $ 115 y $ 150. Milita en la agrupación La Bolívar en la facultad.
Para ella, lo que hace falta en el próximo gobierno es recuperar derechos y ampliarlos. “Hay un montón de contextos donde se deben recuperar derechos. Debemos tener un Ministerio de Salud y no una secretaría, no pueden faltar insumos en CAPS y hospitales, no podemos seguir con el retroceso en vacunas. Me gustaría que haya capacitaciones para agentes sociosanitarios. Formé parte de la Mesa de Gestión Local en mi pueblo porque era presidenta del Centro de Estudiantes de la escuela y ahí pude ver el listado de niñas y niños con bajo peso. Me gustaría que vuelva a capacitarse sobre consumo alimentario, para ayudar y explicar en las familias cómo cocinar comidas nutritivas con los recursos que hay”, plantea.
En materia educativa, pide que el Gobierno nacional actualice los fondos para los comedores: “tiene que volver el programa Conectar Igualdad para que los chicos tengan netbooks en las escuelas. Esa es la manera de evitar que quienes no tienen una computadora no queden privados de acceder a la información. Como estudiante del interior, hace falta hacer algo por las distancias: se necesitan hospedajes para estudiantes del interior y se deben mejorar los boletos universitarios. Hay compañeros de alta montaña que no pueden volver a sus casas porque el costo del pasaje es altísimo. Que haya trabajo para la gente del interior, que sea formal y con sueldo digno, porque la gente sólo tiene como posibilidades trabajar en el limón o ser contratado en la comuna”.
3- Alcides Quiroz / empleado de comercio
Alcides Quiroz tiene 58 años y lleva 25 vendiendo sombreros y bijouetería en un local a la entrada de la Galería Maipú. Para el empleado, que vive en el barrio Ampliación Obispo Piedrabuena, la respuesta a qué le pediría la próximo gobierno se sintetiza en un gesto simple con la mano: mueve el pulgar sobre la yema del índice y del dedo medio. “Hace falta que vuelva a haber plata en los bolsillos”, dice Alcides. “La cosa ya no está mal, está suicida. Esperemos que todo cambie para bien. Tengo dos hijos que viven conmigo. Sin plata nadie hace nada y todo está paralizado”, comenta rápido mientras atiende a una clienta.
4- Cristian Colque / trabajador estatal
Oportunidades para todos, incluidos los “viejos”. “Que las jubilaciones alcancen, que el PAMI sea lo que necesitan todos. Mi mamá tiene osteoporosis y ahora ya no le dan gratis los medicamentos. No le alcanza para comprarlos”, explica Cristian Colque lo que le gustaría que ocurra en el próximo gobierno. Tiene 28 años y nació en Chicoana, Salta. En 2012 decidió que viajaría 345 kilómetros para estudiar la licenciatura en Trabajo Social de la UNT -sólo le resta la tesina de grado para recibirse-.
En su familia son siete hermanos, casi todos siguen viviendo en Salta, con la excepción de uno, que vive en Santa Cruz; y otro hermano con el que comparte alquiler cerca del parque 9 de Julio. Trabaja en el Ministerio de Desarrollo Social provincial. Su tarea es en las actividades de los comedores comunitarios. “Necesitamos un gobierno que restituya derechos que han desaparecido. Que trabaje con la gente, que de verdad haya justicia social. Que volvamos a tener ministerios de Salud, Trabajo y Ciencia y Tecnología. Que haya inclusión social, que se trabaje con los sectores marginados promoviendo la creación de microemprendimientos para que la gente tenga trabajo”, pide Colque.
“En mi pueblo hay mucha desigualdad. Me vine a estudiar acá y comprendí lo difícil que es para la gente de Salta, Jujuy o Catamarca llegar a la Universidad. Comparado con Tucumán, allá en Salta hay poquísimo trabajo. Lo ideal sería que no existan los comedores y que haya igualdad de oportunidades. Que quien nazca en Yerba Buena o en La Costanera tenga las mismas posibilidades”.
5- Pamela Vera / desocupada
Pamela Vera tiene 31 años, cuatro hijos y está muy endeudada. Los cuatro niños van a la escuela Amado Nicomedes Juri, a unas 12 cuadras de su casa, en el barrio Los Vázquez. El mayor tiene 16 años y las tres niñas, 14, 11 y 9 años. Por cada uno de ellos le corresponde cobrar la Asignación Universal por Hijo (AUH), que desde marzo se elevó a $ 2.652. Pidió tres préstamos a un banco y otro a la Anses para poder hacerse su casa, pagar deudas, pagar boletas de servicios y tener para vivir. Sigue endeudada y hace dos meses le cortaron la luz, porque tenía cinco boletas sin pagar. “Tengo muchísimos préstamos en el banco y también en la Anses. No terminaba de pagar uno y me metía a sacar otro. También empeño las tarjetas y el documento a prestamistas. Lo mismo mi marido, que es changarín y que no consigue otro trabajo”, empieza a relatar Vera sentada en su casa a medio edificar: le falta el techo, ventanas, puertas y parte del contrapiso. Vera vive, desde que comenzó el tratamiento para recuperarse de las adicciones -hace algunos años-, en la casa de su mamá (en el mismo lote donde empezó a levantar su casa).
“Empecé a construir mi casa el año pasado. Pedí un préstamo, que no me alcanzó. Apenas había cobrado ese préstamo pagué mis deudas en el almacén, pagué lo que debía al prestamista para recuperar las tarjetas, mi documento y el de mi marido. Me ordené un poco y con el resto compré bloques y cemento para hacer todo lo que se ve (abre los brazos para mostrar su casa en construcción). Estoy de prestada en la casa de mi mamá, en una piecita que compartimos con mis cuatro hijos, mi hermano Matías, mi marido y yo. Me entra una cucheta, y tiro dos colchones chicos y uno grande en el suelo”, cuenta acompañando con un gesto de manos, explicando cómo se acomodan para dormir siete personas -tres adultos, dos adolescentes y dos niños- en una habitación. “Quiero recuperarme, conseguir trabajo, desendeudarme y tener una casa en la que cada hijo tenga una habitación”.