¿Sirven los debates? ¿Son un momento más en la campaña proselitista de los candidatos? ¿O son una instancia republicana y democrática en la cual deben exponer propuestas, compromisos y, eventualmente, sentimientos frente a los electores? ¿Configuran una circunstancia en la cual los indecisos definen su foto, o una en la cual los ciudadanos pueden cambiar su sufragio, o una en la cual los electores confirman una decisión que ya habían venido madurando? ¿Resulta útil que se encuentren reglados por protocolos rígidos?
Estas preguntas, entre muchas, rondan los ciclos de debates que se realizan en el final de la cuenta regresiva respecto de la más trascendente de las elecciones periódicas argentinas: las presidenciales. LA GACETA se las formuló a Gabriel Pereira, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Oxford. En su reflexión, el especialista plantea que el interrogante sobre la utilidad de los debates no se resuelve por la masividad, sino por otra clave: la proyección en el tiempo.
- ¿Sirven o no los debatea?
Más allá de quién gana y quién pierde, y de cuánto le sirven o no a ese candidato, los debates, estrictamente, le sirven al público que está interesado en estas prácticas políticas.
- Entonces su utilidad es muy restringida...
- Podríamos decir que los debates no son útiles en sí mismos, sino que son útiles para una audiencia, para una parte de la ciudadanía que los valora. Hay gente más interesada o menos interesada en ellos según cuáles sean las herramientas a partir de las cuales forma sus ideas respecto de la política. En otras palabras: los debates sirven si la sociedad que los va a mirar está interesada en ellos.
- Después del debate del jueves pasado entre los candidatos a jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, hubo planteos respecto de que los encuentros demasiado protocolizados terminan encorsetando las exposiciones y hay poco espacio para el contrapunto y para conocer lo que piensan...
- Tal y como están organizados ese tipos de debates, ciertamente no permiten una exteriorización de las posturas de los candidatos. Pero sí hacen posible una profundización de las plataformas electorales. Son dos cuestiones diferentes, pero esto último no es menor. Por el contrario, me parece que el conocimiento en detalle de los programas de gobierno que presenta cada postulante es la primera utilidad para el presente que tienen los debates presidenciales.
- ¿Y la utilidad a futuro en qué consiste?
- La utilidad a futuro es que, a partir de los contenidos de las plataformas electorales que impulsan, los debates permiten evaluar la tarea del candidato que gane las elecciones y se convierta en el gobernante de la Argentina.
- O sea que, en el contexto de las campañas de spots publicitarios marcados por generalidades, lo más parecido a un contrato político entre el candidato y el elector se da en el contexto del debate presidencial...
- Bueno, lo que surgió del debate que mantuvieron Mauricio Macri y Daniel Scioli previo a la segunda vuelta de 2015, sirvió para constatar, luego, lo que hizo y lo que no hizo Macri durante el ejercicio de la Presidencia. Y resultó infinitamente útil tanto para quienes evalúan negativa la gestión de Cambiemos como para quienes defienden al Gobierno y reivindican su tarea.
- Entonces, a futuro, la utilidad del debate ya no es restringida.
- Ya no. Para los politólogos, y en particular para quienes evaluamos la gestión de Macri, el momento clave para conocer en profundidad su plataforma fue ese. Pero luego esa instancia se convirtió en una herramienta para toda la opinión pública. Así que la utilidad primaria del debate presidencial es para los interesados; y es una utilidad inmediata: sirve para votar. Para el resto de la sociedad, la importancia es a futuro. Y es plena.
En la “era del archivo”
Incumplir los compromisos asumidos en la discusión puede trocar la victoria en derrota.
“Vivimos en la ‘era del archivo’. Y eso que llamamos ‘el archivo’ es muy fuerte en los más diversos ámbitos. Especialmente en la política”, sostiene el politólogo Gabriel Pereira. El doctor en Ciencia Política por la Universidad de Oxford, y codirector del trayecto curricular de posgrado en esa materia en la Facultad de Derecho de la UNT, plantea que el peso de “el archivo” ha sido tal “que el Gobierno de Mauricio Macri se vio obligado a armar un relato para explicar por qué, durante la gestión, se contradijo mucho de lo que se había comprometido durante el debate con Daniel Scioli, previo al balotaje de 2015”.
“Durante mucho tiempo, el ganador de ese debate fue Macri”, puntualiza el politólogo. Hasta el punto de que recuerda que una pregunta retórica que el líder del PRO le formuló al candidato del peronismo terminó convirtiéndose en una frase célebre de la política: “Daniel, ¿en qué te has convertido?”.
“Esa fue la frase ganadora del debate. Representó un tremendo golpe de efecto. Era, además, un latiguillo sobrador. Casi se diría de ‘político a lo macho’. Pero cuando el Gobierno se diluye por la falta de logros, la otra parte del debate empieza a tener más importancia. La percepción respecto de quién ganó va cambiando. Y las contradicciones lo ponen, para un sector del electorado que apoyó a Macri hace cuatro años, como alguién que en realidad perdió -sostiene Pereira-. Hasta la frase le juega en contra cuando le plantean en qué se ha convertido su gestión”.