El 11 de enero de 1948, Guillermina Viaña de Colombres Garmendia escribió una carta. Su destinatario era Horacio Descole, entonces rector de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Le propuso venderle dos propiedades denominadas Las Tipas, en el cerro San Javier. Y mencionó, en su manuscrito, los “beneficios incalculables” que iba a representar la Ciudad Universitaria que pretendían erigir ahí y de los que “iban a gozar” los estudiantes del norte del país. Al menos, así lo creyó ella. “Es mi deber, como tucumana, sacrificar mis intereses”, puso, y evitó un juicio por expropiación. Pero lo que no pudo evitar fue el abandono y la desidia. Ni Viaña ni Descole están aquí para ver la mole de cemento y desecho en el que se ha convertido el edificio que iba a ser la sede central de aquel sueño. Tampoco saben que, al cabo de 70 años, no se hizo la suscripción de la escritura traslativa de dominio de Las Tipas.
Por ello, los actuales gobernantes de esa institución educativa han iniciado un juicio de sucesión. Hace unas semanas, le pidieron a la Justicia que conmine a los herederos de Viaña a aceptar o renunciar, en un plazo de un mes, a la herencia. “Manifestamos desconocer quiénes son los herederos, por lo que corresponde que se los cite a través del Boletín Oficial”, se lee en el documento que ha redactado el abogado Máximo Castro, representante de los intereses universitarios.
Límites
Las dos parcelas que le compraron a Viaña de Colombres Garmendia lindaban, en su conjunto, al norte y al sur con la sucesión de Ramón Paz Posse; al este con las cumbres del Taficillo y al oeste con el camino de San Javier a Raco, de por medio.
El 28 de febrero de aquel año, se firmó un boleto de compraventa. Al tiempo, se hicieron las mensuras. La superficie vendida alcanzaba las 5.360 hectáreas, más o menos.
En diciembre, el gobierno nacional declaró la utilidad pública de esos terrenos. Estaban numerados, en ese momento, con sus respectivos padrones catastrales (81.697 y 81.698).
Actualmente, se encuentran identificados con la matrícula T-57879. Luego se iniciaron los trámites de escrituración. Pero la escritura nunca fue perfeccionada. Viaña de Colombres Garmendia falleció en diciembre de 2011. Ahora, la Universidad pretende concluir el trámite.
Para eso, en su escrito judicial también ha presentado recibos de pago que prueban que hasta el 7 de agosto de 1961 se terminó de abonar el precio que se había acordado (cerca de 114.000 pesos argentinos). “La señora Viaña falleció. Quedó pendiente la obligación de escriturar. Eso no quita que hace 70 años que ostentamos la posesión animus domini”, dice Castro, en alusión a una definición latina que consiste en la voluntad de disponer de una cosa para sí. El juicio sucesorio fue iniciado el 5 de agosto, ante el Juzgado en lo Civil en Familia y Sucesiones IV, a cargo de la jueza Ana Josefina Fromm.
Nace la reserva
Pero aunque el que iba a ser el principal edificio de la ciudad universitaria no prosperó, aquella generación de tucumanos sembró la semilla de la que iba a germinar, al cabo, el Parque Sierra de San Javier: en aquellos decretos nacionales y resoluciones rectorales de 1948 se mencionaba -como un objetivo final- la creación de un área protegida de mayor extensión.
Así las cosas, en agosto de 1973, la UNT creó esa reserva biológica, de más de 14.000 hectáreas. “Que esas montañas estén bajo nuestra órbita ha sido determinante para protegerlas de la acción de privados”, razona Castro.
De hecho, en el contrato de compraventa celebrado entre Viaña de Colombres Garmendia y la UNT, ella pedía de modo expreso que se respetara un contrato de arriendo para la explotación de montes. Y aunque esa tala no prosperó, actualmente en un sector de esa zona se dirime un conflicto por posesión con Carlos Torres, un lugareño que se dedica a la actividad ganadera y agrícola.
“Depredador”
“Torres está metido dentro de Las Tipas. Todo el lugar donde él vive es de la Universidad. Es un depredador de la naturaleza. No le importa nada”, añade Castro. Desde la vereda contraria, el hombre señalado contesta que la UNT no posee ningún título: “no me pueden sacar de aquí, porque no tienen nada. Ni un papel. Yo, en cambio, he nacido en estas tierras. He estado siempre”, refuta. La discusión con Torres se agravó a comienzos de este año, cuando el empresario Eduardo di Bacco instaló una red de agua en esas tierras para proveer líquido a un loteo de la empresa de Carlos Bruchmann, ubicado cerca del parque. La UNT secuestró esa red de agua. “Esto se va a definir en la Justicia”, concluye Torres.