La cara de asombro de los chicos. De atención, de curiosidad... Las preguntas... y al fin, las sonrisas... los aplausos. El agradecimiento. Aldana Salvatierra, Mónica Juárez y Lucas Moreno, alumnos de 5° año de la secundaria “Bernabé Aráoz”, saben de memoria lo que provocan sus talleres sobre cómo filtrar agua contaminada con arsénico. Los dictan en las escuelas rurales del este tucumano, donde chicos y grandes tienen los dientes amarillos, problemas de piel y hasta cáncer a causa del agua contaminada.
Enseñan a construir dos dispositivos caseros: un filtro purificador hecho con elementos simples (piedras, arena, algodón y carbón activado) y un pasteurizador que anda con energía solar para matar bacterias y microorganismos. También hacen una encuesta, con la que generalmente comprueban que los pobladores no saben los daños que provoca el arsénico.
Lucas toma un bidón con la base cortada, boca para abajo, en forma de embudo, y tapona el pico con algodón. Luego le añade en este orden: piedras grandes, piedras medianas, carbón activado, piedras chicas, arena gruesa, arena fina y finalmente el agua que se va a filtrar. Al pasar por las distintas capas el líquido se va purificando. El proceso se repite tres veces.
El pasteurizador es simplemente una caja de madera recubierta con aislante térmico. Adentro, en un recipiente de aluminio, se pone el agua y se tapa con un vidrio. Al calentar el sol tres o cuatro horas el agua comienza a hervir.
Los chicos de las escuelas “se copan”. Preguntan. Y enseguida buscan armar sus propios dispositivos para sus escuelas y sus casas. Los alumnos del proyecto “Un enemigo invisible” ya recorrieron siete escuelas rurales con gran éxito: “Carlos Vergara”, de Ranchillos; Los Herrera, de Leales; la secundaria de García Fernández; Media, de Tacanas; Agrotécnica, de Estación Aráoz; Media, de Mancopa y Municipal Gregorio Jesús Díaz, de Banda del Río Salí.
Los frutos no tardaron en aparecer. El proyecto ganó en 2017 una mención especial de la Asociación Argentina de Física y en 2018, el primer premio Comunidad de Fundación del diario La Nación. Este año fue seleccionado por el Ministerio de Educación de la Nación como uno de los 10 mejores proyectos para el premio Maestro Ilustre. Salieron en séptimo lugar y regresaron con $ 100.000 para invertir en la iniciativa.
“La idea surgió en 2017 a partir del pasteurizador. Al año siguiente le incorporamos la temática del hidroarsenicismo ya que según investigaciones, la gente desconoce que el arsénico puede causar graves problemas de salud como úlceras en la piel, problemas cardiovasculares y neurológicos y cáncer. De ahí surge el nombre de invisible, porque el arsénico no se ve en el agua, el daño se produce por bioacumulación”, explica la docente de Biología, Fernanda Galero, autora del proyecto y flamante mamá de Felipe Agustín.
“El proyecto se organizó desde las materias de Biología, Salud y Adolescencia y Química, con la ayuda del esposo de la profesora Fernanda, Federico Décima”, explica la profesora de Salud y Adolescencia, Nancy Urrere, que forma parte del equipo.
Todo surgió el día en que los chicos escucharon una clase sobre población y se enteraron de los problemas que sufren las localidades del este tucumano. De inmediato se plantearon ¿cómo ayudar? Siguieron investigando y se les ocurrió que podían dictar talleres y enseñar a otros chicos a purificar el agua. Pronto se fueron sumando alumnos de Educación Física, que idearon una “pausa activa” con baile y música para presentar el día del taller. Desde Tecnología otros alumnos buscan construir los filtros y desde el área de Psicología se trabaja la gestión de las emociones de los talleristas. Para ellos lo importante no es ganar premios, sino ayudar y dictar talleres a todo el que lo pida.