“Las diferencias están a la vista. Él se burló durante ocho años de la Justicia y ella nunca bajó los brazos. Sigue estudiando y ya está gestionando el permiso correspondiente para poder trabajar”, explicó Manuel Pedernera, defensor de Silvia Raquel Lai, la única condenada por el homicidio de su marido.
La condenada a prisión perpetua lleva 11 años tras las rejas. Al poco tiempo de haber ingresado a la cárcel comenzó con sus estudios de Derecho. Ya tiene el título de procuradora y le quedan seis materias para ser abogada. “También sigue enseñando a sus compañeras de prisión y realiza todos los talleres de manualidades que puede. El intendente de Banda del Río Salí hace poco tiempo la distinguió por ser una persona modelo”, agregó el abogado.
Piccinetti administraba dos gimnasios lujosos en BoliviaA Lai no le resultó sencillo estudiar. Mantuvo una disputa legal con el juez de Ejecución y Sentencias Roberto Guyo que le impedía seguir tomando clases. Finalmente pudo hacerlo al recusar al magistrado y al quedar a cargo de Wendy Kassar, como presidente de la Sala IV.
“El martes tuvimos una audiencia con la magistrada. Ella le explicó que quiere ingresar a un programa especial que la habilita a trabajar como docente fuera de la cárcel. Es un programa que lanzó la Nación y que sirve para la reinserción social de las personas que fueron condenadas”, destacó Pedernera.
El abogado señaló que ella nunca dejó de tener contactos con sus cuatro hijos. “Ella, pese a la situación de encierro, los siguió vigilando para que siguieran con sus estudios. Por su buena conducta, en varias oportunidades le otorgaron permisos para visitarlos”, concluyó Pedernera.
El caso
Lai llamó el 15 de julio de 2007 a la comisaría de Trancas para denunciar que su marido, el agricultor Eduardo José Salas, había sido asesinado por desconocidos. El hombre fue hallado en medio de un charco de sangre. Había sido asesinado de varios golpes en la cabeza.
Luego de varios días, los pesquisas establecieron que la mujer de la víctima habría mantenido una relación sentimental con Luis Rafael Piccinetti, un instructor de gimnasia que tenía un gimnasio en esa localidad. Después encontraron pruebas en contra del joven. Una campera con manchas de sangre y la mancuerna que faltaba en el local, fue hallada en un descampado cerca del balneario El Boyero.
La fiscala Adriana Giannoni señaló que la pareja había planeado el crimen porque Salas había descubierto que mantenían una relación sentimental.