Karen y Kara son dos hermanas que viven de la fama en decadencia de la tercera hermana integrante de la familia, quien fue famosa en otro tiempo y ahora está agonizando. La casa que habitan evidencia la decrepitud en la que están inmersas, y de la que escapan a través de una sucesión de fantasías.

“La moribunda” se ha transformado en un clásico del teatro argentino desde los 90. Esta comedia cruel de Alejandro Urdapilleta, referente del under porteño de la postdictadura junto con Humberto Tortonesse y Batato Barea, será estrenada hoy en La Veleta Cultural con las actuaciones de Marcos Acevedo y Diego Ledezma, a quienes se sumó Ricardo Arbeloa para la puesta en escena.

“La obra sentó un precedente en la forma de hacer teatro en Argentina y nuestra propuesta es una manera de volver a las fuentes que inspiran un modo de hacer y de expresar el teatro. Hay un exceso de libertad, que uno lo siente desde el momento que agarra el texto y está bueno sentirse libre”, afirma Arbeloa.

- ¿La moribunda eterna que nunca termina de partir es la Argentina?

- Esta pregunta puede tener tantas respuestas como miradas sobre la obra. La contestación se encuentra en los espectadores. Algunos quizás dirán que hablamos de la Argentina y que las hermanas son una metáfora de nuestra sociedad, pero otros sólo verán el reflejo de las relaciones humanas ante la adversidad, el cómo nos cuesta desprendernos de cosas para seguir adelante. Uno siempre hace teatro para interpelar de algún modo a la sociedad, ya sea en lo micro o en lo macro, pero la interpelación la hacemos sin forzar lecturas sino generando la lectura del producto; cada uno que se haga cargo de lo que le toca, con su compromiso de lectura.

- ¿Hay similitudes de lo hecho en el under del 80 y del 90 con alguna movida teatral actual?

- La mayor de las similitudes es que trabajamos en base a las premisas del modo de hacer teatro de aquella época. Es una obra sin subsidio estatal, en una sala independiente que tampoco está subsidiada, en la cual la fuerza del trabajo está centrada en lo actoral y no en los recursos de producción. Se trabaja con el objeto hallado como elemento de utilería, más que con el producido; con un vestuario adaptado, más que diseñado. Y logramos un producto digno de cualquier festival, un trabajo que intenta establecer una verdadera comunión con el espectador más que generar sensaciones placenteras. Poner en pie una puesta hoy significa mucho sacrificio, más allá del monetario, es una realidad del teatro independiente. Esta es la tercera apuesta de 2 al Hilo Producciones en 18 meses.

- La puesta tiene una extrema cercanía entre los actores y el público, que convive dentro del espacio escénico con lo que pasa allí. ¿Por qué la montaron así?

- El trabajo de Urdapilleta siempre nos arroja a un abismo de libertad. Originalmente la obra está planteada para un teatro a la italiana, pero decidimos jugar y dejarnos llevar. Tuvimos muchas idas y vueltas en las propuestas que discutíamos y consensuábamos, deseábamos un escape a las formas tradicionales de hacer teatro y de hecho no hay un director. Fue un gran ejercicio de la democracia en donde alguien debía rescindir por una propuesta superadora y más convincente de planteo. La propuesta invita a tener varias miradas, a un trabajo actoral en donde no sólo tenés un espectador que mira la cara del actor, sino que hay otro que mira su espalda, y esta también dice algo. Volvemos a la múltiple mirada, a la múltiple lectura, a los conceptos que queremos transmitir: estar adentro exige compromiso, y el de cada uno es diferente y valioso porque depende del lugar que ocupa.

PRIMERA FUNCIÓN

• A las 22 en La Veleta Cultural (Crisóstomo Álvarez 124).