DEBUT

• A las 22 en el teatro municipal Rosita Ávila (Las Piedras al 1.500).

En un pequeño pueblo del interior argentino la vida transcurre sin sobresaltos hasta que la tranquilidad se rompe cuando un médico que descubre una extraña epidemia. De pronto, es asesinado, y la investigación del crimen devela una trama de corrupción política, manipulación desde el poder, engaños y maniobras económicas por parte de la intendenta inescrupulosa.

Esta es la trama de “La desgracia”, la comedia musical que se estrenará esta noche en el teatro municipal Rosita Ávila con la dirección general de Sebastián Fernández. “La obra es de Juan Martín Delgado y Francisco Martínez Castro y nació en 2017 en la Escuela de Comedia Musical de la Fundación Julio Bocca. Cuando la vi me entusiasmó el relato sin prejuicios sobre temas que le atañen a una generación de jóvenes que se enfrenta a los mandatos de sus mayores y sienten la violencia permanente de la represión, la vigilancia difícil de detectar y la violencia institucional”, le dice a LA GACETA.

Bajo su guía actuarán Ashley Matheus, Cecilia Paliza, Celeste Tríbulo, Kikin Snm, Guillermo Arana, Emiliano Núñez Campero, Florencia Naranjo, Joaquín Navarro, Leandro Ávila, Lourdes Osito Aguirre Rodríguez, Matías Azar, Mili Elli Sánchez, Mili Muñoz Molina y Salustiano Zavalía. El respaldo musical es con una banda en vivo integrada por Germán Herrero Heinecke, Anabel Yorbandi, Hernán Ruiz, Alfonsina Milioto Carignano, Agustín Estigarribia Pesce, Maximiliano Vece y Rodrigo Noé Ferreyra (director musical), con el ensamble vocal de María Eugenia De Chazal y coreografías diseñadas por Martín Gómez Sastre. La producción es de la Fundación para el Desarrollo de las Artes Escénicas (Fundae).

“La obra nos pareció muy provocativa y oportuna para Tucumán, hay puntos de contacto con nuestra realidad más cercana. Nos interesó mostrar aquellos intereses que se esconden debajo de enunciados como la ‘gente humilde, buena y trabajadora’, o del ‘castigo merecido por pecadores’. Los relatos del ‘deber ser’ terminan siempre siendo puestos en funcionamiento por un puñado de personas con intereses inconfesables. Se problematizan las lógicas de un sistema de Gobierno que produce sus propios mecanismos de invisibilidad y omnipresencia para mantener el control social, instalar un discurso único con rango de verdad, anular la posibilidad de la vida privada (sobre todo a la hora de pensar en el libre ejercicio de la sexualidad), y sofocar cualquier revuelta”, asevera.

Como en todo proceso de un musical, los elementos que integran la puesta son numerosos y complejos. Junto a Fernández trabajaron en el diseño Juan Logusso, Jorge Barnichea y Ana Eustacchio. La estética remite a los años 80, principalmente en el vestuario, con un planteo diferente al realizado en la puesta de Capital Federal, y un dispositivo escénico desde la idea del panóptico carcelario que Michael Foucault trabaja como metáfora de control social. La música recorre la balada, el jazz y el gospel.

“La premisa del poder es que no hay nada que exigir, que la felicidad viene a partir de contentarse con lo poco que se tiene, sin mayores aspiraciones. Todos los Gobiernos hacen uso de estas estrategias y de unos años a esta parte, los medios de comunicación pasaron a ser jugadores centrales con la difusión de hechos que no son tan importantes como los relatos que de ellos se producen. Con esta obra proponemos revisar algunos dogmas, como los discursos identitarios que funcionan como corsets y prescriben lo que somos como tucumanos o como argentinos, sin exponer los aspectos negativos o violentos transmitidos de una generación a otra. Creo en identidades diversas y fluidas, en la posibilidad de pensarnos en un transcurrir de permanentes reformulaciones, en la aceptación de lo diverso, de lo múltiple y de lo diferente”, sostiene.

El director general de “La desgracia” reivindica el trabajo colectivo e interdisciplinario. “Creemos firmemente en el encuentro de actores, actrices, músicas, músicos, bailarines, cantantes, diseñadores del espacio y del vestuario y tantos otros y otras que suman a la construcción de la escena. Es nuestra preocupación también generar nuevos públicos para el teatro tucumano, con propuestas atractivas que impliquen ampliar la base de espectadores”, concluye.