ÚNICA FUNCIÓN

• A las 22 en el teatro Alberdi (Crisóstomo Álvarez y Jujuy).

La tecnología desplazó a la era de la privacidad y trajo el tiempo de la ausencia de secretos. Celulares, tablets, computadoras y numerosos accesorios cada vez más invasivos acorralan al espacio reservado individual y la vida íntima se transforma en pública con un simple click.

El italiano Paolo Genovese sintetizó este cambio de época en su película “Perfectos desconocidos”, en la que cuatro viejos amigos y sus respectivas parejas comparten una cena que se presume inocente, pero en la que un juego los pone contra las cuerdas. Todos deberán dejar su celular sobre la mesa y cualquier mensaje o llamada que llegue podrá ser leído o escuchado por todos, para probar que nadie tiene nada que ocultar. Cuando estaban convencidos de que sabían todo del otro, descubren que había mucho por conocer.

“La obra genera diversión y risas, pero también reflexión. El texto habla de muchas cosas: antes te llamaban por teléfono y te preguntaban cómo estabas; hoy, dónde estás”, le dice a LA GACETA Guillermo Francella, el director de la puesta teatral del filme y responsable también de su adaptación para la sala.

Para la gira por el interior del país, que comienza en el NOA, el elenco está conformado por Tomás Fonzi, Peto Menahem, Manuela Pal, Carla Pandolfi, Carlos Portaluppi, Raúl Taibo y Magela Zanotta. Algunos de ellos están desde el inicio de las representaciones, hace dos años y en la porteña avenida Corrientes. Hoy estarán en el teatro Alberdi.

- Es una obra de tremenda actualidad, hace 20 años no la podrían haber hecho porque no existía el celular como objeto de consumo masivo.

- Es un universo muy actual. El avance de la tecnología sumó en muchas cosas, pero en otras ha restado. El advenimiento invasivo de las redes sociales lleva a la ausencia de privacidad, de la intimidad y a una fuerte exposición. Se hace muy cuesta arriba todo lo que conlleva los vínculos humanos, porque antes nos conectábamos de otro modo, nos mirábamos a los ojos de otra forma. Hoy se puede saber dónde estás en este momento por la geolocalización de los teléfonos.

- Defender un espacio de reserva no implica engañar...

- No hablo de la clandestinidad ni de un engaño, sino que cuando estás con otra persona y recibe una llamada, puede ser incómodo escuchar esa conversación.

- ¿La privacidad es la nueva frontera de los derechos humanos individuales, no colectivos?

- Claro que sí, estoy de acuerdo. No quiero ser un hombre de la edad media, sino que estoy consciente de que la tecnología ha avanzado y que es muy útil. Entiendo ello, pero en muchos casos conspira contra los vínculos y las relaciones entre las personas.

- ¿Se toma conciencia de esos cambios?

- Sí, la gente toma conciencia, comprende que ya no es lo mismo que antes, que es algo adictivo, que en un restaurante un matrimonio se pasa mensajes en vez de charlar.

- Aparte de la película de Genovese, hubo una versión española de Alex de la Iglesia. ¿Tu versión parte de la primera?

- La segunda película fue muy libre, no tenía casi nada que ver con la italiana, que era más austera, económica y verosímil para mí. Pero el trabajo fue mucho, porque en un filme se está protegido con un plano corto, una fuga, un exterior... Acá todo se desarrolla en una casa. Genovese quedó fascinado con la propuesta que hicimos. Es un argumento muy inteligente, que está muy bien llevado y de allí el éxito que tiene en todos los teatros.

- En el elenco hay distintas generaciones, que terminan atrapadas en el juego.

- Son personajes heterogéneos en todos los sentidos, en la edad, en la estética, en las personalidades, en la impronta de cada uno... Por ejemplo, el dueño de casa es mayor de los demás, está casado hace muchos años. La obra es como espiar por el ojo de la cerradura a distintas personas que terminarán compartiendo cosas, aunque no lo quieran.

- Los cambios que atravesamos no son sólo tecnológicos, sino también estéticos y éticos. ¿Hay algunos programas de televisión que hiciste antes que no harías ahora?

- Todo está cambiando, hay cierto humor que hoy no cuadraría, pero se debe separar lo que es humor de lo que es realidad. Cuando compongo a un asesino como Arquímedes Puccio, no comulgo en lo más mínimo con él.

- Tus colegas suelen hablar muy bien de vos como un compañero de trabajo solidario, lejos del estrellato...

- Es que sólo así entiendo a la profesión, no la comprendería de otro modo. La actuación o la dirección recuperan su sentido cuando bajo a tierra y no me olvido de donde vengo, puedo hacer cosas antagónicas y crear algo nuevo.