El título puede sonar duro, pero es así: lo que pasó ayer en Salta fue nada menos que un baño de realidad para Los Pumas. No es que no sean capaces de derrotar a Sudáfrica; lo son perfectamente, al punto de que un triunfo ya no merece el calificativo de hazaña ni de batacazo. Sin embargo, que la brecha se haya acortado en los últimos años no significa que haya desaparecido: Argentina sigue siendo el aprendiz y Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda los maestros. Desde esa óptica, cada golpe como el de ayer es una nueva lección.

Por otro lado, la dura derrota en Salta (46-13) sigue marcando con claridad la distancia que hay entre un partido del Súper Rugby y un test match: no es que los jugadores se hayan olvidado de lo que hacían en Jaguares, sino que el nivel de dificultad de los rivales es aún más elevado (por caso, Sudáfrica fusiona lo mejor de sus cuatro franquicias) y los espacios para jugar son mucho más escasos que en el Súper Rugby, por lo que el margen de error se reduce muchísimo. El tipo de juego es distinto, más cerrado, de menor despliegue y mayor contacto físico. O sea, se juega como más le gusta a los Springboks

Al respecto, ahora se nota con mayor claridad lo que ocurrió el año pasado con la transición entre el Jaguares de Mario Ledesma y Los Pumas de Daniel Hourcade: más allá de que el ciclo de “Huevo” al frente del seleccionado mostraba ya evidentes signos de desgaste, también le jugaba en contra ese aumento de dificultad que debía afrontar con un plantel que casi no había rotado en todo el año y que llegaba a la ventana con el cuerpo bastante machacado. Ahora le toca a Ledesma estar de ese lado. Así como era ridículo pensar que Hourcade “le estaba chocando la Ferrari” a Ledesma, también lo sería pensar que el actual DT de Los Pumas está tirando al tacho todo lo bueno hecho por Gonzalo Quesada al frente de Jaguares. Los contextos son distintos: la exigencia es mayor y los tiempos de trabajo son mucho más cortos. Después de estos tres partidos, a Los Pumas sólo les quedan el amistoso de revancha contra Sudáfrica el próximo fin de semana en Pretoria -el último antes de definir la lista para el Mundial- y uno ante el club australiano Randwick “de camino” hacia Japón, el 7 de septiembre en Sidney.

Como se decía en la previa, el resultado de ayer no era precisamente vinculante: más que ganar, servía jugar buen rugby, habida cuenta que el verdadero objetivo espera el mes que viene. Sin embargo Los Pumas no hicieron ninguna de los dos cosas. Fueron superados por el scrum sudafricano y les faltó orden y precisión para dañar al bloque defensivo de los Boks. Quizás un buen uso del pie hubiera sido el camino para contrapesar la asfixiante presión, como lo demostró el gran kick de Nicolás Sánchez que sirvió el try de Santiago Cordero al inicio del partido. Puede ser una variante a considerar en la revancha del sábado.

Si hay un momento para perder y corregir cosas, es ahora. En Japón, no habrá margen para otro mal paso como el de ayer.