“Persona con poder o autoridad que con cuya intervención puede obtener una ventaja, favor o beneficio”. Así define “influencia” la Real Academia Española (RAE) con todo su bagaje de tradición y bibliotecas. Pero en un mundo signado por las redes sociales y la masividad, este término adquirió otra dimensión. En el programa “La Otra Pregunta”, LA GACETA abrió un espacio de intercambio con aquellos tucumanos que hoy se hacen llamar “influencers”, es decir, personas que influyen en las decisiones que toma el resto a partir de las publicaciones que hacen en las redes. Uno de los que participó fue Gonzalo Beceda, quién se definió como uno de los primeros bloggers de moda en el interior del país.
“Me defino como blogger, porque es lo que hago desde hace siete años. Antes lo hacía con plataformas como Blogging o Fotolog y ahora con Instagram, que es como nuestra casa”, arranca.
Beceda tiene 32 años y a los 20 decidió dejar la facultad para dedicarse a lo que le gusta: la moda. “Estudiaba Psicología y estaba en cuarto año cuando me di cuenta que no era lo mío. Volvía de la facultad y prefería ver desfiles de Chanel en Youtube que leer a (Sigmund) Freud. Aprobé la última materia del año con 10 y no volví más. Decidí que quería ocuparme de esa pasión que me removía internamente y de la cual no me estaba haciendo cargo”, recordó.
Confesó que, si bien siempre estuvo interesado en las cuestiones estéticas, al principio no sabía por dónde comenzar. “Susana Saulquin, una socióloga que es mi musa, disertó en un curso de Sociología de la Moda y hablé con ella. Ahí decidí darle para adelante y comenzar con lo que hago hoy”, recordó.
“Estaba aterrado al comienzo. Lo que pasa es que cuando uno es joven, tiene la idea de que se tiene que apurar en llegar al éxito, al cargo en el que pretende morirse. Y algunas veces no se da el tiempo de sentarse y reflexionar qué es lo que realmente le gusta o hacia dónde está yendo”, analizó.
Ana -su mamá- era comerciante y viajaba a menudo a Buenos Aires a comprar ropa para revenderla acá. “Yo era chico y, cuando volvía, a mí me encantaba abrir las bolsas y ver todo lo que había traído. Siempre me compraba algo para mí, pero nunca me gustaba”, comentó entre risas. Y agregó: “ella me inculcó el amor por la ropa”.
“De qué me visto”, su usuario en Instagram, es también el nombre que llevó su primer blog y que sus amigos le ayudaron a pensar.
A medida que fue pasando el tiempo y que su audiencia se fue multiplicando comenzaron a llegarle trabajos desde otras provincias. La primera empresa que apostó por él fue una tienda cordobesa de indumentaria deportiva. Tiempo después, compañías como Chevrolet, La Argentina y Mercado Libre se fijaron en su trabajo. Hoy, con más de 15.500 seguidores, representa a marcas como L’Oréal, Copa Airlines, La Roche Posay y Vichy.
Perfil emprendedor
“Empecé a sacarle la ficha a Instagram, a estudiarla y a entender cómo explotarla. Fui animándome a manejar las redes sociales de algunas empresas y así nació ‘Insiders’”, explicó en relación a su emprendimiento. De a poco fue armando un equipo y sumando marcas hasta formar una de las empresas de comunicación digital con cartera de clientes más potente en Tucumán.
Ademas fue colaborador de la revista Hola! (España) y actualmente mantiene una columna televisiva semanal de moda y tendencias en nuestro diario. “El blog me dio esa oportunidad y la de conocer -desde adentro- cómo se maneja la industria. Me dio mucha información valiosa”.
Además de escribir y publicar contenido a sus redes, también trabajó como asesor de imagen y, de vez en cuando, continúa dando tips a sus seguidores de Instagram. “La ropa es fundamental en la vida de las personas. La industria está ganando protagonismo en la sociedad y de a poco va desbanalizando el mensaje. Se está volviendo más responsable”, aseguró. “La gente sabe que con la indumentaria da un mensaje y quiere dar el mensaje correcto. El interés es más por la necesidad que el por el gusto”. agregó.
El concepto de “influencer” nació como una especie de etiqueta que las grandes marcas crearon para definir a personas que tienen poder o influencia sobre las masas a través de las redes. “La diferencia con el instagramer es que el primero resalta la relación que tiene con su audiencia, más allá de la plataforma; y el otro, solo utiliza la red para subir videos divertidos o fotos lindas”, explicó Beceda.
De todos modos, para él, el número de seguidores no es lo más importante. “La industria está llena de ofrecimientos ilegales para vender una mentira (hace referencia a la compra-venta de followers). Uno puede ser influencer sin tener un millón de seguidores”.
La receta
Una buena manera de crecer en las redes es compartir fragmentos de la vida íntima y, en ese contexto, resalta que las publicaciones que más “venden” son las que proyectan lo que hacés, qué comprás, qué elegís, tu día a día y, las que muestran algo de erotismo: “no se trata de subir videos íntimos sino de mostrar algo de carne, algo de ‘cuero’, y no volverse compulsivo sino hacerlo cada tanto. El sexo siempre ‘garpa’”.