Por Antonio Las Heras
PARA LA GACETA - TUCUMÁN
De Viaje a la Luna, de García Lorca, bien puede afirmarse que ha quedado en el olvido. En la 45 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, el ente organizador –la Fundación El Libro– me contrató para dar el curso El hombre en la Luna, a través de la Literatura. Cuando a la numerosa e informada concurrencia le referí que García Lorca era autor de una obra titulada Viaje a la Luna, percibí el unánime rostro de incredulidad.
De acuerdo con lo que puede conocerse, la obra fue escrita –con una influencia claramente surrealista– como respuesta a El perro andaluz, la película de Luis Buñuel con guión de éste y de Salvador Dalí, estrenada en ese mismo 1929.
Transcribo algunos de los pocos comentarios eruditos que hay sobre esta obra singular.
Abilio Hernández Cardoso en su ensayo Viaje a la luna de Federico García Lorca: la pulsión de la escritura bajo el deseo del film escribió: “El texto de Lorca instituye un mundo complejo e inestable, materializado en imágenes que se mueven en permanente dislocación, portadoras de una legibilidad suspensa, como si fuesen anamorfosis, y que se organizan en secuencias que aparentan poder prolongarse de un modo infinito.”
Guillermo Sheridan en su ensayo, Gilberto Owen y Federico García Lorca viajan a la Luna, ha señalado: El Viaje a la luna de García Lorca es, “por supuesto, un viaje interior: largos pasillos, peces, escaleras, ascensores que suben a la noche, mujeres de luto, arlequines, muñecos anatómicos, y una luna que siempre huye vertiginosamente. Se trata pues de los mismos referentes que siempre hemos identificado en Poeta en Nueva York o en El Público: el deseo, la identidad, la angustia, el amor…”
Varias veces se intentó llevarla al cine –aún en vida del autor–, pero ese deseo nunca se concretó. Recién en 1998 el director Frederic Amat hizo una versión de 19 minutos.
A mi juicio, lo más notable de esta obra –a los efectos que aquí estamos subrayando– es que no se trata del relato sobre un viaje a nuestro satélite natural. ¡Ni mucho menos! García Lorca titula su guión cinematográfico a partir de un simple detalle que se encuentra en la escena 30. Allí figura. Esa vez. Y nunca más. Un detalle que, hasta podría no haber existido. Irónico sensible detalle del inolvidable poeta.
Esta es la escena número 30:
“Letrero: Viaje a la luna.
Habitación. Dos mujeres vestidas de negro lloran sentadas con las cabezas echadas en una mesa donde hay una lámpara. Dirigen las manos al cielo.
Planos de los bustos y las manos. Tienen las cabelleras echadas sobre las caras y las manos contrahechas con espirales de alambre.”
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Antonio Las Heras - Doctor en Psicología social, filósofo y escritor.