Un día hizo las valijas y se fue a tentar suerte en Nueva York. Atrás había quedado Tucumán. Había nacido y se había criado en el Jardín de la República, pero ya le quedaba chico. Se había convertido en ciudadano del mundo y en un profesional admirado en todas partes. Tucumán empezó a quedarle lejos. Tan lejos que su lápiz no había tenido ni tiempo ni espacio para desarrollar un proyecto en su provincia. Cuando la vida empezó a avisarle que su final estaba cerca, empezó a dibujar el que sería su último proyecto: el centro Cívico de Tucumán.
Hace tres meses, el creador de edificios que nos hicieron tocar el cielo, se había fracturado. Se retiró de su estudio en Connecticut y se instaló a hacer reposo en su casa de Nueva York. Reposo para nada absoluto, porque desde allí supervisaba personalmente y daba los últimos trazos de la única obra que llevará su firma en Tucumán. Desde ese virtual retiro su salud comenzó a deteriorarse y los 92 años pasaron factura.
El arquitecto tucumano Ricardo Salim, a cargo de la Unidad de Reconversión del Espacio Público, confirmó que ese proyecto sigue en pie. “Fue el único proyecto que Pelli siguió atendiendo personalmente hasta la semana pasada y el diseño de todo el edificio ya está terminado", explicó. Son 150 planos que llevan su firma y su espíritu.
Este jueves está prevista una reunión con su hijo, Rafael Pelli, y miembros del equipo para avanzar con ese proyecto que entusiasmó hasta el último segundo al maestro. En el final de su vida Tucumán fue su última estación, como al principio del camino.