Uno a uno. De a pasos cortos y pausados, Guido Pella recorre los metros que separan la cancha 5 del predio de Aorangi, complejo anexo al All England, de la zona de jugadores en donde, ya de vuelta en el club, hará sus rutinas de elongación. Atrás ha quedado su entrenamiento del día. Peloteo liviano con el juvenil Román Burruchaga (hijo de Jorge que compite en el cuadro de juniors) y rutina de gimnasio, también liviana, a cargo de Juan Galván, su preparador físico. Al costado de la cancha, y casi de su sombra, José Acasuso parece controlar cada acción del bahiense.
Ambos saben que el juego frente al canadiense Milos Raonic es el más importante de la carrera del bahiense.
“Los dos días sin jugar me vinieron bien. El sábado apenas vine al club a moverme un poco, pude descansar hasta algo más tarde. Ayer el esquema fue el de cualquier día previo.
- Puede que sea como cualquier día previo pero no es cualquier partido...
- Eso lo tengo muy claro, es la primera vez que voy a jugar octavos de final de un Grand Slam pero hay un punto en que, por más que le busque cosas distintas, debo hacer lo mismo de siempre. Entrenar, concentrarme, preparar el partido con mi entrenador. Y luego salir y tratar de disfrutar una ocasión especial para la que trabajé muchos años.
- Ya está apagada del todo la victoria sobre Anderson en la cancha central?
- Sí, por más que uno quisiera quedarse en eso, el tiempo corre y estoy obligado a enfocarme en lo siguiente. Entrar a esa cancha fue impactante, estaba un poco nervioso. Una buena dosis de tensión nunca viene mal.
La manera en que Guido se plantó frente al juego del sudafricano fue algo destacado por la prensa del mundo entero. Y es algo en lo que hace foco “Chucho” Acasuso al buscar un hilo conductor que una el pasado reciente con el futuro inmediato. “Esa autoridad para bancarse los momentos más importantes del partido fue lo que más me gustó de Guido. No era el favorito previo pero se hizo cargo de excelente manera cuando tuvo la oportunidad. Trabajamos mucho en esa estabilidad que exhibió de principio a fin.
- Raonic va a obligarlo, tal como Anderson, a devolver muy bien el saque...
- Sí, aunque no porque los saques sean iguales. Claro que ambos la queman con el servicio, pero tienen características distintas. Raonic le da aun más fuerte y trata de subir a volear bastante después del saque, en general te deja menos espacio para la devolución y no alcanza con bloquearla porque él llega muy rápido. Será otro partido muy exigente en el rubro. Del otro lado suele ser un jugador menos sólido en puntos largos.
Al costado de cada palabra de “Chucho”, Guido asiente con un gesto en el que asoma una sonrisa. Aunque no han hablado del partido ya ambos tienen una idea en la cabeza. Imaginan lo que puede pasar y lo que intentarán hacer. ¿De qué forma, con qué elementos, en cuáles lugares de la cancha? Aquí no faltan respuestas pero rige un secreto de sumario sobre el partido, a jugarse en el último turno de la cancha N°3. “Estoy un poco ansioso. La noche del viernes me costó dormir, no podía sacarme el partido de la cabeza. El sábado me desperté un par de veces, diría que descansé bien aunque haya dormido salteado. Nada grave y que la adrenalina no compense.
- Jugar tarde casi siempre implica esperar bastante...
- Puede que se haga largo, especialmente porque juego después de otro partido de hombres, que puede ser a tres, cuatro o cinco sets. Es difícil de anticipar un horario aunque prefiero esa espera a tener que levantarme a las 7; a la mañana me cuesta arrancar y ponerme en funcionamiento.
A las últimas palabras del bahiense les siguen varios pedidos de fotos. Un grupito de chicos está atento al movimiento de cada jugador que pasa por allí. Las fotos, algunos firmas más y listo. Las actividades del día previo llegan a su fin. La cuenta regresiva se activa y el tic tac del reloj acompañará cada movimiento hasta el momento de empezar un partido diferente. Tan diferente que es el más importante en la carrera de Guido Pella.