Desde su origen, el ser humano necesitó contar lo que veía y vivía. La transmisión oral era su medio; inventó luego la escritura para dar un testimonio duradero de sus experiencias. Sintió el deseo de expresar su interioridad, de exponer sus sentimientos y sueños, de una forma simbólica o realista e inventó las artes. La literatura le permitió viajar y llevar consigo a sus lectores por mundos insospechados, recreándoles la imaginación, sacándolos por un momento de la realidad. “Necesitamos desesperadamente que nos cuenten historias. Tanto como el comer, porque nos ayudan a organizar la realidad e iluminan el caos de nuestras vidas. Los escritores somos seres heridos. Por eso creamos otra realidad”, dice Paul Auster.
En Argentina, se celebra hoy el Día del Escritor, en homenaje a Leopoldo Lugones, que nació el 13 de junio de 1874 en Villa María del Río Seco (Córdoba). Fue fundador de la Sociedad Argentina de Escritores y uno de los máximos referentes del movimiento modernista; cultivó la poesía, la novela y el ensayo. Entre sus obras más conocidas, figuran “La guerra gaucha”, “Lunario sentimental” y “Crepúsculos del jardín”.
Nunca hubo tiempos fáciles para los escritores. Llegar a editar un libro implicaba para la gran mayoría un desafío económico, pero afortunadamente había otros medios para divulgar la creación literaria, como las revistas, los diarios o los cartones de poesía, como la publicación que idearon hace 50 años los escritores Carola Briones, Manuel Serrano Pérez y Carlos Duguech. El desarrollo la informática provocó una revolución en los hábitos de producción y de consumo. Las redes sociales se convirtieron en la mejor herramienta para difundir la producción literaria y su alcance masivo depende de la calidad o del prestigio del autor. Los medios audiovisuales son otra herramienta para dar a conocer las creaciones, no solo literarias. De manera que en ese sentido, el público se ha ampliado considerablemente, sin embargo, la lectura de libros digitales está aún lejos de imponerse como modalidad.
En los últimos años, ha surgido con fuerza una prolífera camada de escritores (la mayoría, poetas), así como de libros, pero el alcance de las publicaciones sigue siendo restringido. Ello se debe, entre otras razones, a que la literatura de Tucumán no ha sido objeto de estudio sistemático en los ciclos educativos y por lo tanto, ha permanecido casi desconocida. Aunque se ha incluido recientemente en diseños curriculares, la titucación es compleja porque no han sido reeditadas obras de destacados autores tucumanos del siglo XX.
Por esa razón, sería importante que el Fondo Editorial del Aconquija, creado por la ley N° 7.694 en 2005, se ocupara activamente de financiar la edición, reedición, difusión y comercialización de obras de escritores tucumanos y de la región del NOA, haciendo realidad el objetivo para el que fue creado. Podría editar antologías de poesía, narrativa y ensayo para su enseñanza en todos los ámbitos educativos. Este desconocimiento explicaría que a la hora de adquirir un libro, difícilmente un tucumano elija una novela o poemario de un comprovinciano si no lo conoce.
Paradójicamente a la celebración de hoy, el homenajeado Lugones que disertó en nuestra ciudad en 1901 y 1915, es actualmente uno de los escritores menos leídos. “Y el amor de la tarde que desdora/ de tu sol el poético destello,/ es tu beldad, cual si de un sol tan bello,/ fueses la luna más hermosa que él”, dice su poema “Tucumán”, que integra sus “Odas seculares”, de 1910.