Puede considerarse que luego del peatón. son los más indefensos, pero curiosamente, por lo menos, en Tucumán, son los más transgresores y osados porque ponen en riesgo su propia vida en forma constante. Una buena parte de los motociclistas y ciclistas suele circular sin protección. Estos últimos celebrarán hoy el Día Mundial de la Bicicleta, fecha instituida el año pasado por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Según la Organización Mundial de la Salud, se necesitan infraestructuras más seguras para caminar y montar en bicicleta. Para las comunidades urbanas más pobres, esta es la manera más económica para desplazarse. Asimismo, fomentar este tipo de transporte, puede reducir el riesgo de enfermedades cardíacas, derrames cerebrales, ciertos tipos de cáncer, diabetes e incluso la muerte. De modo que mejorar las condiciones para la circulación de este vehículo, supone beneficios para la salud, para la equidad y para la economía.
Las noticias argentinas no son muy alentadoras. Según un relevamiento divulgado por la ONG “Luchemos por la vida”, son 436 los ciclistas que fallecieron en 2018 en siniestros de tránsito en el país, 6% de las víctimas mortales. La entidad señala que la mayoría de los ciclistas no emplea el casco (74%) circula sin luces reglamentarias y reflectantes; tampoco visten ropa clara para aumentar su visibilidad.
Se caracterizan por no respetar las normas viales básicas; El 63 % no respeta el semáforo en rojo; el 91 % no respeta la prioridad peatonal; el 98% no señaliza con sus brazos las maniobras y circulan utilizando auriculares y manipulando celulares. La organización indica que los ciclistas deben respetar las normas como los demás y atribuye sus actitudes transgresoras de la ley a que prácticamente no han recibido educación vial de ninguna clase -como el resto de la población-, y tampoco son sujetos de control para los agentes de tránsito, al igual que los demás conductores en su interacción con ellos.
La ONG señaló que no todas las urbes tienen ciclovías y en muchos casos, no son adecuadas para una circulación segura. Algunas están en mal estado, otras son angostas, tienen descalces y pozos, o están mal ubicadas. A otras les falta señalización y sufren las obstrucciones de otros vehículos. En consecuencia, los ciclistas deben circular en medio de un tránsito anárquico y caótico y sobrecargado.
Ya en 2010, la OMS había aconsejado a los gobiernos que facilitaran la promoción de hábitos saludables, priorizando el uso de los transportes públicos colectivos, el desplazamiento peatonal y el uso de la bicicleta.
Años atrás, había en los municipios registros de bicicletas y para circular era necesario sacar la patente, tener espejo y “ojo de gato”. Ello permitía no solo identificar a los propietarios, sino también conocer la cantidad de vehículos existentes. Si en tantos años, no se ha conseguido que todos los motociclistas usen el casco y los automovilistas, el cinturón de seguridad, parecería una utopía lograr que los ciclistas respetaran las normas, pero igualmente sería importante alfabetizarlos en materia vial. Como se sabe, el posterior cumplimiento de las leyes dependerá del control y de la sanción que aplique la autoridad. La construcción de bicisendas contribuiría a la seguridad de los conductores, se potenciaría el empleo de este vehículo y mejoraría la calidad de vida de la ciudadanía.