En una de las salas, manzuristas, radicales y alfaristas aplauden y festejan por turnos a lo largo de los primeros ocho minutos de debate libre. Un rato después, durante un spot de Mario Leito, el intendente Germán Alfaro se lleva las manos a las orejas y gesticula entre risas para diversión de los hinchas de Silvia Elías de Pérez. Con festejos y chicanas, las tribunas viven su superclásico y los trajes se tornan desubicados, mientras en el otro salón Camila Bussi no consigue aplacar a la hinchada de su papá, que le grita “¡atorrante!” al atril vacío del ex gobernador José Alperovich.
Él se lo pierde
Si hay alguna política de Estado acordada entre las hinchadas, esta consiste en la desaprobación de la ausencia del candidato de Hacemos Juntos Tucumán. Más serena que sus compañeros, una de las hijas de Ricardo Bussi transmite: “es una falta de respeto, pero ya estamos acostumbrados, porque él nunca debate”.
Entretanto, el ministro de Seguridad, Claudio Maley, recomienda preguntarle al senador por qué se quedó en su casa, mientras que Alfaro desliza que, al fin y al cabo, el que se pierde la oportunidad es Alperovich.
De saco y corbata
Con traje a rayas, corbata y zapatos impecablemente lustrados, Alfaro llega a tono para una fiesta elegante, sin mirar a Maley, que se puso traje y... botas. Detrás de Alfaro ingresa un intendente más diplomático, Mariano Campero, que saluda a Rossana Chahla, Miguel Acevedo y los otros funcionarios del gobernador sentados en los sillones.
Al lado de Chahla, el secretario de Planeamiento Julio Saguir bromea con la secretaria de Manzur, Vanesa Demarziani:
-¿Tomamos una cervecita? -pregunta el doctor Saguir.
-Hoy, no. Si hubiera sido viernes, sí -ríe Demarziani.
El debate sin alcohol no influyó demasiado en el apetito de la barra brava oficialista, que al final sólo dejó una solitaria empanada en la mesa ratona.
Entretanto, el diputado José Cano, sentado en primera fila y vestido con chupín y medias a lunares, se recuesta y bosteza como si estuviera en el sillón de su propia casa.
El griterío
El proyecto de siesta de Cano no tiene mucho futuro después del primer minuto de discurso de Bussi, que grita menos que sus amigos. Entre aplausos, saltos y puños levantados, los bussistas enrojecen de emoción y enrojecen a las hijas del candidato, que tratan de no perder la compostura.
Por lo demás, el alboroto no es una prerrogativa de Fuerza Republicana. Los oficialistas se levantan, aplauden y festejan cuando Juan Manzur acusa a Elías de Pérez de representar al Gobierno nacional en Tucumán; al mismo tiempo, los hinchas de la senadora entonan: “y Pérez, y Pérez, y Pérez, rubia, Pérez”. Entre tanto ruido, en la tribuna lo que menos se escucha son las voces de los candidatos. Antes de irse, ya más despierto, Cano reflexiona sobre el diálogo democrático, lo saludable de los debates, etcétera, y aprovecha para responder a las críticas de Manzur al Gobierno nacional. “De lo que el gobernador no habla es del aumento de la coparticipación federal y de las gestiones de Cambiemos para que el limón llegue a Estados Unidos”, espeta.
Mientras tanto, Elías de Pérez aparece en el salón, donde ya sólo queda la gente de Vamos Tucumán. El primero en saludarla es el legislador José María Canelada, que la abraza y le susurra algunas palabras al oído. “Estuviste brillante”, le dice, después, en voz alta.
Por su parte, Acevedo, como Cano, habla de que el debate expresa la madurez de la democracia tucumana. Además, el ministro del Interior transmite la pretensión del actual oficialismo de acordar puntos de consenso para mejorar la provincia. Cerca suyo, a punto de salir de la sala, Alfaro se divierte: “parece que están nerviosos”. (por Hernán Miranda)