Los jockeys son personas de baja estatura y muy livianos. Están acostumbrados a convivir permanentemente con el riesgo. Enfrentan todos los días la posibilidad de sufrir una caída. Sin embargo, eso no los amedrenta, aunque no hay dudas de que el mayor enemigo que tienen son las rodadas. Ser jinetes de caballos de carreras es un profesión de alto riesgo, algo que queda evidenciado en cada competencia en cualquier hipódromo del mundo. En el circo hípico del “Jardín de la República” tres pilotos perdieron su vida durante competencias. En la década del ‘40 fallecieron Juan Gutiérrez y Carlos Lococco, que rodaron cerca del palo de los 500 metros finales. El primero murió a las pocas horas de llegar al hospital, mientras que Lococco sufrió gangrena y falleció varios días después de la caída. El 21 de junio de 1981 es otra fecha trágica. Ese día, cuando estaba festejando su cumpleaños número 54, el Día del Padre y el Día de San Luis, el que perdió la vida fue Luis “Loro” López. Se corría la cuarta carrera y el jinete más ganador del turf tucumano conducía a Gran Celina. La yegua corría en la delantera cuando en los 950 metros se fracturó y arrojó al jinete sobre la arena, lo que le provocó la muerte.
Aunque los jinetes pesan menos de 55 kilos, son fuertes y es por eso que pueden maniobrar a ejemplares de aproximadamente 500 kilos que corren a 60 kilómetros por hora. Además deben tomar decisiones en fracciones de segundo, la mayoría de las veces rodeados por otros competidores. “No hay dudas de que es una actividad muy riesgosa. Apenas montas comienza el riesgo. Podes ir caminando y el caballo se puede caer y apretarte. En los entrenamientos ya estamos arriesgando la vida y mucho más todavía en un día de competencia”, dijo José Alfredo Vizcarra, actual líder de la estadísticas de jinetes, que sufrió dos rodadas en su corta carrera, aunque ninguna con mayores consecuencias. “La última fue a fines del año pasado con Roman Point. En el palo de los 700 metros, cerraron la línea los otros competidores y mi ejemplar chocó contra la baranda. Cuando estaba tirado en la arena, vino otro caballo por atrás y me pisó. La verdad que la saqué barata, porque sólo tenía liquido en el pulmón izquierdo. Lo importante es que en el hipódromo tenemos todos los servicios. Ambulancia equipada, enfermero y un traumatólogo permanente”, agregó el piloto de 18 años.
El que ya estuvo varias veces inactivo por rodadas fue Dante Córdoba. La última la sufrió en enero de este año, pero en una cancha cuadrera. “No había ambulancia ni médicos. Por suerte los dueños del caballo se hicieron cargo de todo, pero la verdad que esto no puede ser así. En las canchas cuadreras debería haber por lo menos una ambulancia. Es indispensable teniendo en cuenta lo riesgosa que es esta actividad”, se quejó “Fosforito”, que ese día sufrió al fractura de la mano derecha. “Tuve muchas caídas, pero la primera fuerte la sufrí en 2013. Fue en la largada con Fortina Song. Me fracturé la clavícula derecha y tuve pérdida de conocimiento. Recién a las 24 horas comencé a recordar algo. En el 2016, en un entrenamiento, me fracturé en cuatro parte la pierna derecha. Estuve nueve meses sin poder montar”, dijo “Fosforito”, vencedor de cuatro estadísticas.
“Conscientes de que la actividad del jockey es por de más peligrosa, desde la administración del hipódromo se toman medidas de índole preventiva. Tenemos en cuenta la preparación de las pistas de entrenamientos y de carreras, las que requieren un mantenimiento adecuado, que consiste en el trabajo diario mediante un equipo especializado con maquinarias. También está la capacitación a todo el personal que trabaja en el hipódromo y un permanente asesoramiento, tanto a los jinetes, a los cuidadores y a los peones respecto al estado general en el que se encuentran las pistas y las precauciones que deben tomarse”, explicó Rubén Moisello, delegado de la actividad hípica.
“Además ante eventuales accidentes, siempre hay equipos listos para asistirlos, como ambulancia equipada, médico y personal capacitado. Y en caso de ser necesario, son derivados a un centro asistencial. Actualmente nos encontramos trabajando para brindar cobertura integral a los trabajadores del turf, quienes deben contar con seguros que los cubran tanto en el aspecto sanitario en casos de accidentes como en el lucro cesante por el tiempo que no pueden desarrollar la actividad”, agregó el dirigente.
Marcelo Peralta, el traumatólogo de los jinetes en el hipódromo local, contó detalles de cómo trabajan. “Lo más peligroso es cuando cae más de un jinete en una competencia. Nosotros estamos siempre preparados y en cada carrera seguimos al pelotón desde atrás con la ambulancia, con todos los elementos para asistir ante cualquier urgencia”, dijo el facultativo. “Ante una rodada, hay que hacer una evaluación rápida y tomar decisiones que son claves para salvar vidas. Ante la gravedad de casa caso, tenemos que evaluar si al paciente lo podemos tratar en el hipódromo o lo tenemos que derivar a un centro de alta complejidad”, agregó.
Cristian Caram, ganador del Gran Premio “Batalla de Tucumán” en 2018 con El Vodevil, sufrió una dura caída el pasado 5 de mayo. “Fue una rodada tremenda, pero por suerte no tuvo mayores consecuencias. Faltaban 250 metros para el disco y de golpe El Vodevil se fue al piso. No me dio tiempo a nada. No se si se ahogó o qué le pasó, porque no me evidenció nada unos metros antes. Además venía solo. Después me contaron que el caballo también quedó tirado”, contó el “Mochito” Caram, quién en ese momento sufrió traumatismo de cráneo con pérdida de conocimiento, aunque antes de llegar al sanatorio ya recuperó el conocimiento. “Cuando abrí los ojos me sentía aturdido. De a poco me fui recuperando. Ya sufrí otras cinco rodadas, pero sin dudas que esta fue la más complicada. En las anteriores, solo había sufrido golpes fuertes”, reveló.
En la jornada de ayer del hipódromo de San Isidro, en Buenos Aires, quedó demostrado lo riesgoso que es ser jockey. En la decimocuarta carrera hubo una cuádruple rodada, en la que estuvieron involucrados Jorge Ricardo, Pablo Falero, Brian Enrique y Martín La Palma. La peor parte se la llevó el brasileño Ricardo. El jinete más ganador del mundo sufrió traumatismo de cráneo con pérdida parcial de conocimiento, traumatismo facial importante y traumatismo en región toráxica con dificultades respiratorias.
Está claro que el riesgo de una rodada está siempre latente en los jinetes, pero eso no los amedrenta. “El que decide ser jockey, sabe que está expuesto permanentemente a sufrir una dura caída. Pero todos los que somos jinetes amamos esta actividad”, expresó Vizcarra.
Está claro que ninguna rodada es capaz de frenar esta pasión.