DEBUT

• A las 22 en la sala Orestes Caviglia (San Martín 251).

Eva Halac no duda al describir “Las de Barranco”, el clásico de Gregorio de Laferrére que esta noche estrenará con el Teatro Estable de la Provincia en la sala Orestes Caviglia. “Es una obra maestra. Tiene humor, es ágil y, a la vez, profunda. Habla de nosotros, de la libertad de las mujeres, de la predisposición a vivir desesperados y en el día a día, con la sonrisa estampada como la mueca de un loco. Es casi una metáfora nacional”, afirma sobre el texto estrenado hace un siglo, que acerca en el tiempo.

La directora repite experiencia con el Estable, cuerpo al que dirigió hace dos años con su obra “La voluntad”. “Es como encontrarse con compañeros de viaje o de aventura. Haber compartido un proyecto artístico nos hace parientes para siempre. Para bien o para mal, como las familias”, afirma. El dueto protagónico lo integran Alejandra Páez Salas y Liliana Sánchez, y completan el elenco Facundo Vega Ancheta, Nelson Alfonso, Daniela Canseco, Jessica Carrizo, Ayelén Ormaechea, Ruth María Elisa Plaate, Ignacio Hael, Guillermo Arana y Andrés D’Andrea.. “Con Sergio Aguilar, que es el codirector, siempre nos llevamos muy bien”, agrega.

- “Las de Barranco” es una reivindicación de la mujer...

- El autor denuncia lo insoportable del acoso, el asco que produce el piropo fuera de lugar, insistente, y el conflicto generacional. Es una obra de vínculos, de una madre con sus hijas. La madre pertenece a la época donde los hombres y las mujeres se debían a un determinado comportamiento. Las mujeres sentían la imposición de tener novio para ser aprobadas socialmente. Su independencia y su libertad sigue siendo un tabú, y también habla de la culpa, del prejuicio y de la soledad. En la sociedad del espectáculo seguimos buscando aprobación social. La hija, Carmen, descubre que se necesita mucha valentía para tomar la decisión de ser feliz. Con mucha sabiduría, bajo la apariencia de un final romántico, Laferrére desliza un final épico.

- ¿Trabajaste una adaptación o una actualización?

- Laferrére escribe con rasgos contemporáneos, de pura acción. Cierta vez contó que lo único que conocía de sus personajes era cómo estaban vestidos y así sabía cómo pensaban. El desarrollo de la obra es temerario, cruel, gracioso y sin concesiones. Mi versión está ambientada a fines de los 50, en un hotel dos estrellas, de cartel luminoso y pasillo infinito, alfombrado y con puertas iguales. Una atmósfera al estilo David Lynch y los textos son originales, casi intactos. El balcón, ese espacio para mirar y ser mirado, se reemplaza literalmente por el escenario.

- Hay numerosas versiones contemporáneas de clásicos extranjeros, pero no así de los argentinos. ¿Por qué?

- Tenés razón, son pocas las versiones contemporáneas de obras argentinas, tal vez porque se desconocen y pesa sobre ellas una mirada escolar, similar a la que quizá tenemos sobre todo lo nacional, autocompasiva y se montan con lástima. Y es peor cuando esa mirada las defiende. La elección no se hace por placer artístico sino por deber patriótico. Pero el teatro y el deber no se llevan. El teatro es libertad, imaginería, diversión.

- ¿Notaste cambios en el elenco entre tus dos puestas?

- Hay mucha gente nueva y es genial para un elenco estable, porque lo oxigena. Vi “El enfermo imaginario” y “El guiso caliente”, y me encantaron. Encontré precisión, estética, compromiso, profundidad. Deberían girar por el país. Es destacable la calidad de los actores.

- ¿Qué implica que el Teatro Estable cumpla 60 años?

- Un gran esfuerzo, sostenido y calificado. Los actores se conocen mucho entre sí en diferentes roles y esa confianza y complicidad se aprecian en el escenario. El teatro es una actividad siempre en transformación, dinámica, que requiere la constante adaptación de acuerdos y reglamentos. En un elenco estable, lo artístico y lo institucional viven en permanente tensión y se requiere de un director con ambas miradas, como Oscar Zamora.

- Fuiste jurado en la fiesta provincial de 2017. ¿Seguiste a distancia el teatro tucumano?

- Fue una experiencia enriquecedora. Vi espectáculos con riesgo, frescos, llenos de vida. Al igual que en Buenos Aires, acá hay mucho y muchas sorpresas.