Cómo se paró cada candidato
Nora Lía Jabif - Periodista
La transmisión previa al debate y el “backstage” muestra la consolidación de LA GACETA como multiplataforma. Hay que destacar que, pese al enorme interés que concitó la producción, la conexión en directo desde la página web fue impecable. Al margen de las propuestas, que en muchos casos se reiteran, el debate presentó a un Bernardo Racedo Aragón (Acción Regional) que quiere mostrarse como el que llega con “la experiencia del hacedor”: desde esa perspectiva es significativo que haya sido el único candidato que llevaba corbata y papeles para exhibir durante el programa. Mariano Campero (Vamos Tucumán) se instaló desde el lugar de “mostrar lo ya ejecutado” en su condición de intendente con aspiraciones de reelección; en tanto que Luis Farina (Hacemos Tucumán) apareció en la escena como el menos entrenado en oratoria y en exposición pública, pero se situó como el más conciliador cuando el ambiente se ponía caliente. Y Walter Aráoz (Frente Justicialista por Tucumán) se paró en la posición del “nacido y criado” en Yerba Buena: es el candidato que asumió el discurso más “peronista”. Aráoz y Farina compartieron una inquietud. Los dos mencionaron en sus intervenciones a la necesidad de trabajar en pos de una Yerba Buena inclusiva. No hubo alusiones al respecto de parte de Campero y de Racedo Aragón.Es probable que el momento más sabroso del debate haya sido el cruce entre Racedo Aragón y Aráoz. El intercambio escenificó la interna peronista y la exhibición de dos formas de hacer política. La “discusión dentro de la discusión” se tradujo en la chicana del edil a Racedo Aragón. “Que lo tuyo no sea un paso de turista”, espetó Aráoz. Este también dejó en “off side” al intendente Campero cuando lo interpeló por su veto al banco de tierras. Fue otra reivindicación de su identidad orgánica en el justicialismo.
La frutilla del debate llegó de la mano del arte. Como ya es costumbre, Héctor Palacios y Ricardo Heredia se lucieron con las ilustraciones magníficas que elaboraron en simultáneo con el desarrollo del programa.
Una palabra olvidada por todos
Martio Kostzer - Escritor y editor
Lo que puedo decir es que la palabra cultura no existe en el léxico de los candidatos a intendente de Yerba Buena. Ninguno de ellos presentó un proyecto al respecto. ¿Contemplarán dar de baja la Secretaría de Cultura? ¡No es un lujo! Me produce una verdadera pena advertir ese vacío. Es un municipio importante para la cultura, pero evidentemente el tema no está entre las prioridades de los postulantes. Fue un silencio que me hizo ruido. Yerba Buena debería tener, como mínimo, un proyecto de teatro o de anfiteatro, pero esa iniciativa no aparece ni, por lo visto y oído, aparecerá en el mediano plazo. Por otro lado las bicisendas constaron entre los temas de interés, pero resulta que la ciudad tiene un déficit de veredas significativo. Muchos frentistas de Yerba Buena no se sienten obligados a tenerlas como el Estado municipal las exige en cualquier otra ciudad. La situación es especialmente incómoda en Yerba Buena, donde mucha gente termina caminando por la calle por no disponer de una vía peatonal adecuada. Esta carencia podría ser solucionada fácilmente. En general, me parecieron poco imaginativas las opciones para enfrentar el problema de la saturación de medios de transporte. Obras sencillas como distribuidores de tránsito podrían ser una alternativa. Durante el desarrollo del debate advertí que Walter Aráoz (Partido Justicialista) se esforzó por mostrarse peronista. También me llamó la atención el afán de Bernardo Racedo Aragón (Acción Regional) por tratar de probar que había hecho los deberes. Llegó con gráficos e imágenes, pero la cámara no lo ayudó. Los papeles no lograron un primer plano y, por ello, pasaron sin pena ni gloria.No vi demasiadas chicanas entre los candidatos: tal vez las plantearon, pero no lograron hacerlas llegar a las audiencias que siguieron el debate del otro lado de la pantalla. Capté el mensaje de Campero cuando le habló a Farina de “su pariente” (N. de la R.: el radical, en, realidad, hacía referencia a un “pariente” de Alperovich), pero, en verdad, no hubo chicanas importantes.