Los vecinos no dudan. En la comuna de Sargento Moya, al sur de la provincia, tienen claro por qué se quemaron las dos urnas de la Escuela Francisca Bazán de Laguna durante las elecciones provinciales en 2015: en el padrón figuraban votantes que no eran del pueblo. Y aunque la situación parece haber mejorado, muchos afirman que el problema subsiste.

“Ya están pensando en las elecciones. Ya hay cosas (tensión) en el pueblo, nosotros estamos con cuidado”, dijo Sandra Valdez, directora de la escuela local.

Los números varían. Según el opositor Hugo Alarcón -fue candidato por el Acuerdo para el Bicentenario en 2015 y estuvo involucrado en los disturbios, por lo que debe realizar trabajos comunitarios- hace cuatro años había unos 200 votantes de afuera de la localidad. Según la entonces delegada comunal -y actualmente candidata a ese cargo- Inés Ibarra, eran unas 40 o 50 personas.

Pero Flavio Díaz, quien forma parte de la lista de Ibarra, dijo que eran unos 100 o 150 nombres foráneos los que figuraban en el padrón. Se le preguntó si alguien gestionaba esos cambios para salir beneficiado. “No los traía nadie. Hacían cambio de domicilio porque la ex delegada (Ibarra) y el marido de ella (Miguel Arias, quien dirigió la comuna entre 2003 y 2011) en su gestión las ayudaban”, respondió. “Pero sin compromiso. Ellos solos hacían el cambio de domicilio, nadie los obligaba”, subrayó.

En diálogo con “Panorama Tucumano”, Ibarra interpretó las declaraciones de su socio político. “Por favores se debe referir a que trabajaban en el pueblo o que tenían algún beneficio”, dijo. Según ella, el hecho de que haya habido votantes de otras localidades se debe a que son personas que nacieron en Sargento Moya pero que ahora viven en otro lado o que acuden al pueblo por trabajo.

Alarcón también acusó a Ibarra de haber prestado su propio domicilio para registrar a decenas de votantes como si vivieran en su casa. “Sí hay unas personas, pero son familia mía, que venían a trabajar en las diferentes cosechas. Para no tener problemas les pedían y ellos lo han hecho pero no eran muchísimas personas”, sostuvo la ex delegada.

“Tirarlas a la calle nomás”

En noviembre, cuando se intentó llevar a cabo las elecciones complementarias, también hubo disturbios. “Hubo gente que se manifestaba a dos cuadras de la escuela, y había árboles que habían sido puestos en la ruta”, recordó Carlos Kersul, interventor de Sargento Moya desde noviembre de 2015. “Este pueblo parece tranquilo. Pero no lo es”, había dicho días antes una persona que trabaja en la localidad.

Alarcón sostiene que tanto Ibarra como su esposo comenzaron a gestionar votantes de otras zonas en el 2003 y que en cada elección la cifra aumentaba. “Eso nos llevó a buscar una manera de manifestarnos en 2015. Se nos escapó de las manos, la verdad, la situación...”, recordó. “Era la idea tirarla nada más a la calle, pisotearlas…

Desafortunadamente alguien tiró un fósforo y pasó lo que pasó”, dijo en referencia a la quema de las dos únicas urnas de la localidad.

La Junta Electoral provincial, y también empleados de la Nación, revisaron el padrón de Sargento Moya. Vecinos, militantes y candidatos de distintos partidos coinciden en que se ha logrado erradicar a la mayoría de los votantes externos, aunque Alarcón subraya que sigue habiendo decenas de ellos.