Una de las cuestiones que más inquietudes despierta en las investigadoras tucumanas es la feminización de la ciencia local. En realidad, no saben si considerarla una victoria o un fracaso.
“En el Conicet, las mujeres representan el 53,4% del total. A pesar de la igualitaria presencia de mujeres y hombres en el sistema científico general, cuando los datos son analizados en clave dinámica, aparecen marcadas diferencias de porcentajes según la categoría. Las mujeres son mayoría en los primeros dos niveles: asistente (60.7%) y adjunto (55%) para convertirse en minoría en los siguientes escalones: independiente (49%), principal (41,6%) y superior (25,4%). Pero esto se torna más desigual si analizamos los porcentajes de mujeres en posiciones de gestión institucional y como decisoras de políticas científicas”, enumeró Virginia Albarracín -que además de doctora en Biología e investigadora, es docente universitaria- para ayudar a entender mejor el caso.
Luego dio más datos: “en los 61 años de existencia del Conicet, sólo un período de gestión fue encabezado por una mujer. Históricamente, el directorio ha estado formado mayoritariamente por hombres, con un porcentaje de representación femenina que no ha superado el 30% en ningún caso”.
Sin embargo, en Tucumán, los datos empiezan a mostrar algunos cambios. El Conicet-Tucumán registra una población de investigadoras del 61,3%, una media muy superior al valor nacional. “Aquí también sorpresivamente las mujeres son mayoría en todas las categorías: asistente (65.9%) y adjunto (60.6%), independiente (60.7%), principal (52.9%) y superior (66.7%)”, precisó. No obstante, dejó en claro que la igualdad no se mantiene en el siguiente nivel de responsabilidad: las direcciones de instituto son en su mayoría para investigadores (cinco directoras de 15 unidades ejecutoras de Tucumán).
“De todas formas, y por algún motivo, Tucumán intenta escapar al menos parcialmente al temible efecto ‘techo de cristal’ nacional y mundial en ciencia y técnica”, explica la investigadora. Aunque pone en duda si esta “feminización” de la ciencia tucumana es un dato alentador en sí mismo. Se pregunta si acaso la predominancia de mujeres en Tucumán no es un reflejo de la crisis presupuestaria que atraviesa el sector. “En efecto, en los últimos cuatro años los sueldos de becarios e investigadores del Conicet han visto caer drásticamente su poder adquisitivo a la vez que las condiciones de trabajo, incluyendo la adecuada disponibilidad de subsidios importantes para poder sostener las investigaciones de excelencia, se volvieron más deficientes”, describió.
En este contexto y ante el próximo Encuentro de Mujeres Universitarias y Científicas que comenzará mañana, Marcela Vignoli, doctora en Historia e investigadora, Natalia Czytajlo, arquitecta e investigadora, y la abogada Carolina López Flores destacaron la importancia del debate.
¿Por qué debatir?
Si bien ya no hay problemas para acceder y permanecer en el sistema, eso no significa que haya mejores condiciones de trabajo o que las investigaciones tengan una perspectiva de género, señalaron. También las especialistas plantearon la necesidad de visibilizar los “micromachismos” que persisten en el sistema, aun después de haberse creado el protocolo anti violencia de género en la UNT.
Resaltaron, asimismo, la necesidad de apoyar a las científicas a la hora de la maternidad, para que no vean resentida su carrera. En la actualidad, si ellas quieren seguir adelante lo deben hacer a costa de su tiempo libre y de su propio bolsillo. Vignoli pone su ejemplo: a dos meses de ser mamá siguió investigando desde su casa. Ahora tiene en mente hacer dos cursos en el exterior para lo cual deberá afrontar los gastos por los traslados y el cuidado de la niñera que la acompañará.
“Es muy difícil compatibilizar la carrera con la maternidad. Es un esfuerzo físico, económico y emocional muy fuerte”, resaltó Vignoli, quien llegó a la entrevista con su bebé. “Si no tenés recursos, te estancás”, agregó Albarracín. Y enumeró algunas de las políticas que podrían ayudarlas en este sentido: que las mujeres que son madres puedan disponer de más tiempo para presentar sus informes obligatorios anuales y que haya baby-cares (cuidadores) en reuniones científicas para favorecer la participación de investigadores/as con hijos.
“Hasta el momento no podemos hablar de victoria; al menos hasta que el número de mujeres iguale al de hombres en los cargos donde se toman decisiones”, resumieron.