El fútbol tucumano, a través de los años, se potenció con la presencia de jugadores que dejaron bien sentados sus prestigios. Luciendo la camiseta de Atlético, Zoilo Gómez (80 años), Manuel Horacio Santillán (67) y Julio Antonio Barreto (60) contribuyeron, en gran medida, para que la entidad de 25 de Mayo y Chile se convierta en una de las instituciones de mayor proyección del interior del país.
En la ciudad de Bella Vista, donde viven los tres, se pactó una reunión con los ex futbolistas. Fue como abrir la puerta para recordar las vivencias que tuvieron luciendo la “albiceleste”.
Zoilo, que surgió en las divisiones inferiores del “Gaucho”, fue un goleador de excepción que, a los 19 años, desembarcó en el club de barrio Norte. “Recuerdo que en 1959 jugué un partido decisivo para Bella Vista contra Atlético Concepción, en Banda del Río Salí. Esa tarde anoté cuatro goles y, de inmediato, me vendieron a Atlético. Fue algo hermoso porque era hincha del club y era el salto que tanto esperaba en mi carrera. En ese entonces, conseguir jugar en los grandes de la provincia era un objetivo complicado de concretar, por la cantidad de buenos jugadores que había”, dijo. Zoilo recuerda que el debut en el “Decano” no pudo ser más auspicioso. “Fue en un partido de la antigua Federación contra Santa Ana. Me fueron tan bien las cosas en lo futbolístico que logré convertir dos goles. Cuando volví a mi casa, no podía creer lo que había vivido aquella tarde”, dijo.
Gómez recuerda con mucha emoción que, en su primer clásico frente a San Martín, conquistó los tres goles con que Atlético ganó 3-1. “Estaba haciendo el servicio militar y estábamos en la etapa de instrucción en El Cadillal. El viernes a la tarde, el suboficial que estaba a cargo de mi compañía se me acercó para comunicarme que el teniente quería hablar conmigo. Como ese fin de semana teníamos que jugar el clásico y él era hincha de Atlético, me subió en el camión que había llevado los víveres para los soldados y me trajeron a la ciudad. Ese domingo, mucho se sorprendieron cuando me vieron llegar al estadio. Y don Roberto Santillán, que era nuestro técnico, me confirmó que iba a ser titular”, aseveró Zoilo. Y haciendo gala de su memoria, recordó la formación de Atlético de esa tarde: Argañaraz; Acosta y Hugo Ginel; Amaya, Graneros y Albrecht; Canseco, Tejerina, Muñoz, Gómez y Gabriel Díaz.
Luego fue Santillán quien tomó la posta en la charla. “Yo me inicié en las inferiores de Tucumán Central que, en esos tiempos, era un semillero impresionante de grandes jugadores. Allí jugué junto con Rogelio Medina, Jorge Adrián Calderón, los hermanos Carlos y Ramón Romano, Jorge Augier. René Juárez y Héctor Chazarreta ¡qué futbolistas por Dios! ¿Cómo no aprender a jugar con semejante monstruos?”, dijo el famoso “Hondeador”, como se lo conocía en la entidad de Villa Alem.
El notable rendimientos que Horacio mostraba ya en la Primera división de los “Rojos” de Villa Alem hizo que Atlético le compre su pase en la temporada 1970. “A los 19 años llegué al club con toda la ilusión de vestir esa gloriosa camiseta. Al otro año, me llevaron a la colimba (servicio militar) y en 1973, junto con Raúl Armando Quinteros, nos vendieron a Vélez. Luego me fui a jugar a Colombia y por las lesiones que arrastraba en el tobillo derecho es que decidí abandonar el fútbol teniendo mucho por dar aún”, señaló.
A la hora de agilizar la memoria, Santillán considera que lo mejor que vivió en la entidad de barrio Norte fue la obtención de aquel recordado torneo internacional “Sol y Turismo”, que se jugó en 1972. “Luego de ver en los meses pasados que Atlético jugó con equipos brasileños, recuerdo aquella final que en el Monumental, en la que le ganamos a Cruzeiro, que tenía un equipazo, entre los que se destacaba Roberto Perfumo. En nuestro equipo jugaban Espada, Cuellar, Somoza. Recuerdo que le terminamos ganando por penales. El nuestro era un equipo con mayoría de jugadores nacidos en Tucumán. Eso es lo que más me quedó en mi paso por el club”, dijo Santiallán, que desde hace varios años tiene una escuelita de fútbol que funciona frente a su casa del barrio Saavedra.
Horacio está contento por el presente futbolístico e institucional de los “Decanos”. “Es que cuando uno hace las cosas bien tiene muchas posibilidades de lograr los objetivos deseados. Hace un tiempo, en la peña de Atlético que funciona en Bella Vista, hicieron una fiesta y me invitaron. También vino Ricardo Zielinski. Lo que veo es que el equipo ya está consolidado en Primera división y eso es producto del trabajo que se vino haciendo en los últimos años”, aseveró.
Aunque Barreto nació en San Miguel de Tucumán, hace unos 11 años que se radicó en Bella Vista para ejercer su profesión de médico. En esa ciudad, además, es concejal. Ya se siente uno más de un lugar que eligió para vivir, junto con su esposa y sus tres hijos.
Julio fue uno de los mejores cabeceadores que surgió en el fútbol tucumano. En el juego era temible y, aunque sus marcadores sabían de esas condiciones innatas del “Cirujano”, pocas veces lograban neutralizarlo.
“Si tengo que elegir un socio en el campo de juego, sin duda me inclinó por Luis Carlos Reartez. Era uno de esos goleadores que tenía la virtud de estar en el lugar correcto a la hora de definir. Jugando juntos nos cansamos de convertir en la década del 80. Me gané el respeto de los hinchas por el temperamento que mostraba a la hora de jugar los partidos complicados, sobre todo contra San Martín, al que le anoté cuatro goles en los clásicos”, dijo.
Lo que pocos recuerdan es que Barreto, un jugador con sangre “celeste y blanca”, jugó un Nacional B para los “Santos”. “Fue en 1983. Recuerdo que yo no quería ir porque siempre me sentí identificado con Atlético, pero como el club le debía dinero a San Martín, me pidieron a mí. Al final, me terminaron convenciendo. Como no convertí ningún gol con esa camiseta es que al final terminó jugando Daniel “Coya” Gutiérrez, un jugador excepcional”, dijo Julio, que hace unos años trabajó en el departamento médico de la entidad de 25 de Mayo y Chile.