El objetivo de la nota era contar sobre el espectáculo musical, pero es imposible no cruzarse durante la conversación con el arte (el dibujo en particular), la ciencia y la física; la música, recuerdos de autores favoritos, de su padre (Roberto Rojo, filósofo de la ciencia).
En la entrevista con Alberto Rojo se filtran temas diversos: imposible no distraerse, por ejemplo, cuando habla de Jorge Luis Borges o de Rubén Darío, el poeta preferido de su padre. “Borges y Atahualpa Yupanqui fueron los grandes intelectuales que me dieron vuelta la cabeza”, dice el científico que enseña en la Universidad de Michigan y que el miércoles aparecerá, a las 21 en el canal Encuentro, con el programa “Mozo, hay un físico en mi plato”.
Hoy recibirá la distinción de Visitante Ilustre de la UNT, a las 19 (en Facultad de Derecho) y luego brindará un concierto. Está orgulloso de ese reconocimiento, y durante la extensa charla con LA GACETA admite, con algún pudor, que en algunas ciudades de Estados Unidos, se lo estudia.
Cuando nos sentamos en la mesa del café del hotel lo primero que advertimos es que estamos mirando la espalda de “La Libertad” de Lola Mora. Y no se demora en mostrar sus dibujos: de cúpulas, diseños arquitectónicos, tal vez, del edificio de la FET, de los templos de la Catedral y de La Merced.
Durante el mediodía del jueves, con algunos estudiantes estuvo dibujando y croquizando esas cúpulas, que es lo que más le interesa, entre bosquejos, pero también exhibe en su cuaderno modelos en vivo. “Me gusta mucho la gente en movimiento. Estoy explorando la relación de la física con el dibujo”, responde ante una pregunta. “¿Qué es la perspectiva, acaso?” Y se contesta: “el punto de fuga es el ojo fijo, una cámara, pero no miramos un punto fijo. Además, la síntesis del dibujo, también la física es síntesis”. Coincidimos, entonces, en que ver y mirar no es lo mismo, y en que en éste último interviene la percepción. “Estoy trabajando en los ‘errores’ de los pintores para una muestra en el Museo de Detroit. Analizo la óptica y la imagen del espejo, que tiene que ver con la percepción. Me interesa mucho Rembrandt. También voy a los museos y copio lo que veo. Y coloco los sepias, que son mis preferidos”, agrega.
Rojo tocó invitado por Mercedes Sosa en una gira en Europa. Y Pedro Aznar y el mismo Charly García colaboraron en su disco.
- Vayamos a la música, a la guitarra, pero te iniciaste con el piano...
- Aprecio mucho lo artesanal, lo táctil del dibujo y de la guitarra. Es un instrumento transportable, se la puede abrazar; hay que sentirla en el pecho, como decía Segovia; allí suena. El piano tiene un volumen que no tiene la guitarra. A ésta se las toca con los dedos, pero el piano puede ser pegado literalmente con una palanca y generar sonido... El piano y el violín son como sublimes, instrumentos aristócrata. La guitarra me viene con Yupanqui; en ella hay un control y no control de las cuerdas, porque se conecta en una caja de resonancia. Tocar la guitarra es como hacer un atletismo de músculos pequeños, como en el dibujo...
- Pero la guitarra, ¿vale para cualquier género?
- Es que no hay instrumentos propios para los géneros. El tango surgió sin el bandoneón, y vino muchos años después. Ariel Ramírez y el “Cuchi” Leguizamón crearon folclore sin la guitarra. La guitarreada, por ejemplo, no existe en Estados Unidos; la sobremesa o la reunión de amigos aquí siempre es con una guitarra. Y no es un evento musical. Pero allá, cuando terminaba la comida o la fiesta nadie pedía que tocara la guitarra, y aquí está siempre presente. Recuerdo que en la gira de egresados del Instituto Técnico compré un libro que decía que la guitarra “es muy fácil de tocar mal” y el violín a la inversa. La guitarra para mí siempre estuvo presente. Hasta pude crear una decafónica, y con ella compuse ‘Chacarera decafónica’ (en el disco ‘Tangente’).
- ¿Qué preparas ahora?
- Trabajo en ‘Historia de la física en 12 canciones’ para que sea disco. Son fragmentos de sus teorías, de los físicos que más me interesan. Es una obra musical con narraciones orales y canciones. Están Newton, Galileo, Lucrecio, Einstein, Madame Curie y otros. Hay un orden cronológico y fragmentos... folclore y jazz y las mezclas. Me gusta lo tradicional, pero no soy tradicional. Me encantan las chacareras más que todo. No me salen bien las zambas aunque hice una versión de ‘Nostalgias santiagueñas’; y cuando digo tradicional me refiero a la tradición, no al costumbrismo. Borges y Atahualpa fueron intelectuales que me dieron vuelta la cabeza. ‘El alazán’ y otras piezas fueron creadas por Paula, esposa de Atahualpa. Pero lo que ellos hacían es increíble. Yupanqui disfrazaba de simple lo más complejo...
- Y la chacarera, ¿por qué?
- La zamba es un vals, fijate ‘La 7 de abril’; Andrés Chazarreta le pone música en los años 1920, pero en Europa no hay nada que se parezca algo a la chacarera. En rigor, mi sueño es poder hacer lo que hizo Alberto Ginastera con la música de las pampas.
- ¿Qué vas a tocar en el recital?
- Con mi trío (Norberto Córdoba, en bajo y Horacio Cacoliris, en percusión), vamos a tocar nuestro repertorio, folclore con jazz, como “Las niñas viejas de Mala Mala”, “Chacarera del Fuego” y “Picasso”, entre otras obras.
ACTÚA HOY
• A las 20, en la Facultad de Derecho, en 25 de Mayo 471.