Puede gustar o no cómo juega, pero nadie puede negar que en el presente Boca es un equipo sólido y contundente. Por lo menos, eso reflejan los números desde la llegada de Gustavo Alfaro.

Si algo se le criticó al “Xeneize” durante el proceso de Guillermo Barros Schelotto fue su inestablidad en cuanto a rendimiento colectivo, o su fragilidad defensiva. Pero desde la llegada del nuevo entrenador, Boca se transformó en un equipo compacto, efectivo y que rara vez muestra una versión desdibujada.

Ayer, con el 2-0 (goles de Ramón Ábila y Mauro Zárate) sobre Estudiantes de Río Cuarto que lo clasificó a 16avos de final de la Copa Argentina, el “Falcon Sprint” de Alfaro demostró que está hecho una pinturita.

Con “Lechuga” sentado en el banco de suplentes, desde el inicio de este año, el “Xeneize” disputó 17 partidos, ganó 11, empató cuatro y sólo cayó en dos ocasiones (con Atlético por la Superliga y ante Atlético Paranaense por la Copa Libertadores), obteniendo nada más y nada menos que el 72,55% de los puntos que disputó.

Otro punto a favor es la contundencia que muestra. En este proceso convirtió 34 goles (sólo no marcó en dos juegos) y sólo recibió 11.

Cambia nombres y esquemas, pero nada altera el andar de un auto de alta gama importado que muestra un Falcon deluxe.