1) Carta al Padre

Jesús Aguado

Edición de FUND. JOSÉ MANUEL LARA - 80 págs.

Lo elijo porque...

el poeta sevillano Jesús Aguado es mi maestro y mi amigo; influyó mucho en mi voz poética. El libro está dividido en cuatro partes, dos escritas en prosa poética y dos formadas por poemas, que asedian la figura intimidatoria del padre desde distintos ángulos. Es un viaje que procura regenerar un territorio lleno de malas hierbas para sembrarlo con buenas semillas. Imprescindible.

Fragmento de la Parte III, Un padre muere

un padre muere dices y sus manos

reptan hacia mi mano digo y tu


despacio la retiras y sus manos

se detienen al borde de las sábanas


se detienen se crispan dos arañas

venenosas sus manos transparentes

2) El Padre
Sharon Olds
S.L. BARTLEBY EDITORES - 113 págs.

Lo elijo porque...
este libro de Sharon Olds, considerada una de las poetas contemporáneas más destacadas de EE.UU., es un poemario descarnado, que te sacude. A mí me dejó temblando durante varios días. Son versos sin censura para expresar unas emociones desbordadas en torno de una relación que la cercanía de la muerte acrecienta.

Fragmento del poema “La urna”
No había sabido / dónde estaba exactamente, ni había sentido
su peso, desde que alcé su cabeza
tibia para sacarle el tubo del oxígeno
cuando murió. Ahora lo tenía de nuevo.
Pasaba mis dedos una y otra vez / por el acero inoxidable. Si alguien
nos ha dado la espalda, si alguien
no nos podía mirar,
sentir su solo peso
se convierte en una bendición.

3) Olvida tu edad
Ramón Bayés,
Plataforma editorial - 112 págs.

Lo elijo porque...
es un texto algo autobiográfico de un psicólogo profesor emérito de la Universidad Autónoma de Barcelona, especialista en cuidados paliativos, amigo y maestro. A sus 85 años nos regala sus reflexiones sobre la universal temática de envejecer, con espíritu joven vital y, sobre todo, curioso. Él, que sabe lo que es envejecer bien, nos explica cómo seguir viviendo el aquí y el ahora con ilusión.

Fragmento de “olvida tu edad”

Cada persona mayor es un viaje, siempre en curso mientras vivimos, siempre susceptible de cambio. Podemos ayudar a hacerlo más agradable o más llevadero: reduciendo las vivencias de amenaza, incrementando la percepción de recursos (...), disminuyendo en lo posible la incertidumbre, ayudando a deliberar en las encrucijadas difíciles. y aumentando la percepción de control en su itinerario de vida. Pero sobre todo, no olvidando nunca que no nos relacionamos con personas envejecidas normalizadas, sino con seres que continúan viviendo cada uno de forma distinta, en búsqueda (...).