Gustavo Alfaro sorprendió con su video “pro vida” porque suele ser un hombre austero en sus manifestaciones públicas. Pero el DT de Boca sorprendió más aún porque su video, por el que luego pidió disculpas a quienes pudo haber ofendido, fue con ropa Nike oficial de Boca, dentro del predio de Boca y con La Bombonera de fondo. La misma Bombonera que el sábado previo había sido escenario de una fiesta de fútbol femenino, con su equipo de mujeres Las Gladiadoras ovacionado por los hinchas.
Fue parte de las celebraciones del 8M. Cientos de asistentes ese sábado se quejaron porque no pudieron ingresar a La Bombonera con sus pañuelos verdes. Los pañuelos son símbolo asiduo en el fútbol de mujeres en la Argentina, que se describe “femenino y feminista”. Pero fueron prohibidos en La Bombonera porque la autoridad dijo que “incitan a la violencia”.
Todavía hay quienes pretenden ver al deporte como un escenario “apolítico”, “neutro”, casi como si viviera dentro de un frasco de mayonesa. Pero el deporte, sabemos, es uno de los escenarios más visibles y ruidosos que ofrece el gran mundo del espectáculo. Y a ese escenario, entonces, se suben todos. Aspirantes a políticos, a realizar negocios, a lavar dinero, a lo que fuere. Buscan aprovechar esa supuesta “neutralidad” del deporte para hacer ellos sí su negocio político. Y pretenden que nadie se dé cuenta de ello. Dentro de ese mundo, los deportistas, como todos, son personas que tienen ideas sobre el mundo que habitan. Y que, como todos, tienen derecho a expresarlas. Por eso, jamás podría reprochársele a Alfaro que haya emitido públicamente una opinión, cualquiera sea. Lo que más enojó a un sector del pueblo “boquense” fue que haya hablado de un tema de fuerte sensibilidad y que produce enorme dolor, con ropa y estadio de Boca.
Salvando distancias, algo parecido sucede por estas horas en San Lorenzo. El equipo, si bien rompió una racha de 15 partidos sin triunfos, está último en la Superliga. Y la misma dirigencia que protagonizó el momento deportivo acaso más culminante en la historia “azulgrana” (la conquista de la Copa Libertadores 2014) comenzó a frecuentar las páginas políticas. El presidente Matías Lammens anunció ya en 2018 su decisión de lanzarse a la política por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a través de un nuevo partido (“Clarín” lo criticó enseguida). Y el vicepresidente Marcelo Tinelli es noticia especialmente tras criticar por igual al presidente Mauricio Macri y a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y de reunirse con el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, sugerencia para muchos de una posible fórmula electoral con vistas a las elecciones de octubre.
“No me parece mal que quieran lanzarse a la política, pero sí me parece mal si lo hacen siendo todavía dirigentes de San Lorenzo”, protesta César Francis, opositor a la gestión Lammens-Tinelli desde sus inicios. Según Francis, San Lorenzo fue descuidado por esa razón y eso se refleja no sólo en el último puesto de la Superliga, sino ante todo en un pasivo que subió a $ 1.300 millones.
“Dejaron de ponerle el cuerpo a la gestión. Tinelli pasó la mitad de los seis años de licencia”, dice Francis. Y “tener aspiraciones en paralelo con la presidencia” de un club, añade Francis por Lammens, “hace difícil discernir cuándo se actúa para uno y cuándo para el colectivo. Porque el club tiene intereses, necesidades y desafíos propios y muchos de esos intereses van en colisión, porque debés enfrentarte a poderes y se hace muy difícil la compatibilidad. Está demostrado que es muy difícil no ajustar tu gestión a tu cuestión personal”.
La gestión Tinelli-Lammens es considerada por muchos entre las más exitosas en la historia de San Lorenzo y siempre tuvo apoyo masivo de los socios. Pero Francis recuerda que él logró los votos para entrar por la minoría y que San Lorenzo trabó su ingreso llevando el caso hasta la Corte Suprema. “Ya se cumplió el 75 % del período y todavía no pude asumir el mandato de control de minoría que me dio el socio”, dice Francis. Afirma que San Lorenzo “vive en el oscurantismo”, con un portal de trasparencia de gestión acaso inédito para nuestros clubes, pero que, según el dirigente opositor, “es una falacia, porque da números sin documentación respaldatoria” que permita saber cómo se llegó a esas cifras. ¿Es antipolítico pretender que el deportista (jugador, DT o dirigente) haga sólo deporte? ¿Está abusando ese deportista de su posición de privilegio y de los colores oficiales de su club para difundir sus ideas políticas y ganar en un proyecto personal, por más legítimo que este sea? ¿Lo apoyamos cuando nos parece que la causa es noble y lo cuestionamos cuando no estamos de acuerdo con ella? El fútbol ayudó en su momento a Mauricio Macri a ganar la presidencia de Argentina. Macri mismo dijo que Boca fue un entrenamiento formidable, una gran preparación, para el cargo. Ya sabemos todos que presidir un país es algo mucho más complejo que una pelota de fútbol.