En el año del mundial de fútbol femenino, que se disputará en Francia desde el 7 de junio al 7 de julio, el caso de la futbolista santafecina Macarena Sánchez marcó un antes y un después en la disciplina que es amateur en Argentina.
La polémica estalló en enero, cuando "Maca" fue notificada por su club (UAI Urquiza de provincia de Buenos Aires, que milita en la Primera División) que no sería tenida en cuenta por el entrenador Germán Portanova para lo que quedaba del torneo.
Fue entonces que su caso tomó repercusión y la futbolista, con sus representantes legales, realizaron una intimación extrajudicial en la que exige la regularización de la relación laboral y el reconocimiento como deportista profesional. Sobre todo, se le solicita a la AFA el “cese de su inacción” en este tipo de circunstancias, y en todo a lo que a fútbol femenino se refiere.
Su caso, por histórico, tuvo completa repercusión en los medios. De un día para el otro, Macarena Sánchez se convirtió en la primera futbolista en animarse a reclamarle a un club argentino igualdad de género y ser tratada como una profesional; quedó en el centro de atención de cada medio de Buenos Aires y fue tapa en los diferentes portales de noticias.
Fútbol machista
La UAI milita en el torneo de Primera (el equipo de varones del club participa de la B Metropolitana), cuyo formato es similar al masculino: tiene una duración de un año, entre septiembre y mayo. El mercado de pases se abre únicamente al final de cada torneo, por lo que Sánchez -sin lugar en el equipo- no podrá sumarse a otro club hasta mayo. Y ese fue justamente otro de los motivos de su reclamo.
Todo esto sucede en un contexto de total precarización. Las futbolistas de clubes como la UAI cobran únicamente un viático para poder presentarse a entrenar, aunque ese dinero ni siquiera es una fija de todos los clubes.
El vínculo de una jugadora con el club es siempre de una temporada y sin ningún tipo de remuneración oficial. Sin embargo, en un claro ejemplo de machismo y desigualdad, el régimen de entrenamientos, de torneos y de partidos es el mismo que el de los hombres, que sí reciben una retribución legal por los servicios que brindan como futbolistas.
Por eso la denuncia de Macarena se volvió tan importante: no sólo habla de discriminación, sino que también sirve para sentar un precedente que permita llegar a profesionalizar la práctica.
¿Y qué les queda las futbolistas?
Una de las abogadas de la jugadora, Melisa García, describió a los medios cuáles son algunos de los artilugios del club: “en Urquiza todas tienen otro tipo de vinculaciones laborales, como tareas administrativas, que pone a disposición el club ‘supliendo’ de esta manera un salario. Esto es totalmente fraudulento y en negro”.
“Tenemos la certeza de que el incumplimiento está dado por ser del género femenino. No es que no hay mecanismos o presupuesto, simplemente, la profesionalización está pensada solamente para el fútbol masculino", agregó García, sosteniendo que al fútbol femenino sólo le queda su modo amateur.
Amenaza de muerte
A un mes de dar a conocer su situación, Macarena recibió una seria amenaza por parte de un usuario de las redes sociales. Ella no se quedó callada y la publicó en su cuenta de Twitter.
La situación, contra la futbolista de 27 años que lleva la bandera de la lucha por la igualdad de género en el deporte y que al menos en las redes se muestra como activa militante, lejos estuvo de callarla.
La amenaza derivó incluso en más apoyo para la causa de Macarena. Funcionarios de su provincia presentaron una nota ante la cámara de diputados de Santa Fe, repudiando las amenazas y reconociendo a la jugada como la impulsora de un fútbol femenino profesional que reconozca sus derechos e iguale las condiciones con el fútbol masculino.
Claro que desde UAI Urquiza también emitieron un comunicado para repudiar la amenaza. Pero sin duda sería mucho más valorable que el club de Villa Lynch comience por reconocerles a las jugadoras sus derechos como trabajadoras del deporte.