Una de las tantas leyendas que circulan sobre tenistas que se dejan perder partidos, tentados por el dinero de las apuestas, se retrotrae a 1973. Es la recordada “Batalla de los Sexos”, que fue inclusive película, y en la que la gran Billie Jean King, que había sido número 1 del mundo en 1966 y en ese momento tenía 30 años, venció a Bobby Riggs, exjugador de nivel, pero ya con 55. Como si Serena Williams jugara hoy contra John McEnroe. La leyenda cuenta que el veterano, que previamente había vencido muy fácil otro duelo de sexos a Margaret Court, afrontó mal preparado físicamente el siguiente partido ante King, que se jugó en Houston ante un record de 30.000 personas y en plena era de protesta femenina porque el circuito masculino otorgaba premios radicalmente mayores. Los rumores indican que Riggs llegó mal preparado al partido ante King de modo deliberado, porque estaba tapado de deudas de juego y arregló su derrota con apostadores ilegales. Un artículo de 2013 del periodista Don Van Natta en ESPN fue el que primero que investigó y dio crédito al rumor, que fue siempre rechazado por Riggs y por King.
Que los rumores de arreglos de resultados en el tenis son viejos y que no afectan exclusivamente a tenistas argentinos lo demuestra el caso de Marco Cecchinato, finalista del ATP que concluye hoy en Buenos Aires. En 2016 el italiano fue sancionado por su Federación con 18 meses de suspensión y 40.000 dólares de multa después de que se comprobó con su teléfono móvil que tanto él como su amigo Riccardo Accardi habían apostado en su contra antes de una derrota inesperada ante el polaco Kamil Majchrzak en un Challenger en Mohammedia, Marruecos.
Cecchinato, que tenía entonces 23 años, y que el año pasado sorprendió al llegar a semifinales de Roland Garros, revirtió luego la sanción ante los tribunales ordinarios. No fue el único italiano sancionado. Daniele Bracciali, que en 2006 llegó a ser 49 del mundo, fue suspendido en noviembre pasado de por vida y multado en 250.000 dólares. Y Potito Starace, otro viejo conocido del ATP Buenos Aires, fue suspendido por diez años y multado con 100.000 dólares por la Unidad de Integridad del Tenis (TIU, por sus siglas en inglés). Hay que recordar estos casos (y hubo más) para no seguir alimentando la teoría de que hay algo así como una persecución contra tenistas argentinos.
Hostigamiento y vacío
La teoría de la persecución sirve sin embargo a algunos para justificar el hostigamiento y vacío que dijo haber sufrido en su propio país el santiagueño de 29 años Marco Trungelliti. Su confesión al diario La Nación llegó a ser considerada por ese sector como inoportuna, algo así como “una mancha para todos” porque daña la imagen del tenis argentino y más aún en pleno ATP porteño.
¿Acaso no le bastó a Trungelliti con su denuncia inicial que, indirectamente, terminó provocando sanciones para tres tenistas compatriotas (Federico Coria, Nicolás Kicker y Patricio Heras)? ¿Para qué seguir?, se preguntaron desde ese sector.
Trungelliti siguió porque, como le dijo a La Nación, “mi cabeza es una fogata: estoy quemado”. Y está quemado porque afirma que buena parte del ambiente del tenis argentino lo aisló acusándolo de “buchón”. Su denuncia recorrió varias de las principales páginas y firmas del tenis mundial. Esas páginas no hablan solo de su denuncia sobre sobornos de hasta 100.000 dólares para perder un partido de ATP. Hablan también del aislamiento en su propio país. Basta recorrer la web para comprobarlo.
Saltado el escándalo, el correntino Leo Mayer fue de las primeras voces de apoyo. Y de modo categórico: con Trungelliti, dijo el Yacaré, “voy a la guerra”. También otros salieron luego a apoyarlo. El propio presidente de la Asociación Argentina de Tenis (AAT), Agustín Calleri, debió intervenir para afirmar que se puso “a su disposición porque hay que apoyar a quien denuncia estas cosas”.
Calleri dijo además que su deber y tarea era apoyar también “a quienes cayeron o padecieron esa coacción”. A los que “se equivocaron, para que vuelvan a la buena senda”, afirmó. Como dijo Diego Schwartzmann, no debe ser sencillo denunciar que los mafiosos de las apuestas te buscan si luego nadie te protege. Si te toca jugar un Challenger en alguna tierra remota y no hay allí nadie que te cuide. ¿Cómo no sentir miedo? Algo así había avisado ya Guido Pella en 2014: “¿Alguien me explica por qué los apostadores te amenazan? Siempre hago todo lo que puedo. Después -se lamentó Pella- la ATP quiere un deporte limpio”.
Los deportistas profesionales del alto rendimiento, como todos, son en su gran mayoría personas adultas que eligen y deciden por sí mismas. Pero están mucho más expuestos que la media. Y por eso los dineros que circulan alrededor de ellos son mucho mayores. Claro que ellos reciben su tajada, pero muchas veces reciben más, y sin exponer sus cuerpos, todos los que rodean el negocio. ¿Y quién cuida al deportista?
Justicia para Sala
Ayer fue enterrado en su pueblo de Progreso el goleador santafesino Emiliano Sala, cuyo avión cayó en el Canal de la Mancha tras una millonaria trasferencia de Nantes a Cardiff. “A Emiliano -acusó Matías Gatti, primo del jugador- lo mataron, lo obligaron a subir a ese avión”. Y pidió que la Justicia investigue quien fue el responsable.