A los 12 años seguramente ya fuiste a los autitos chocadores, a la calesita y al cine. Es probable que alguna vez en tu infancia te subiste a un kart, visitaste la playa, te fuiste de campamento o pasaste una tarde en una pileta con tobogán acuático.
Jugar, divertirse, estar en contacto con la naturaleza. ¿Quién no diría que es lo ideal para un niño? Para ellos, los chicos del Hogar Belgrano, quizás fueron solo imágenes que pasaban por sus cabezas. O, tal vez, ni siquiera eso. Las urgencias eran otras. Muchos de ellos fueron separados de sus familias por situaciones de violencia. O los abandonaron. Así crecieron, entre operadores y menores en la misma situación, todos de entre 12 y 18 años.
¿Te gustaría volar en parapente? ¿Vamos a subirnos a la banana boat en El Cadillal? ¿Te prendés para hacer rapell? ¿Qué tal una tarde en los kartings? Son preguntas que dejaron de ser ficticias y desde hace tres años resuenan en el hogar ubicado en Francisco de Aguirre 350.Los niños y adolescentes que están internados por diferentes problemáticas sociales vienen disfrutando de distintas experiencias: paseo en kayak, equinoterapia, escalada deportiva, divertirse en toboganes acuáticos o hacer trekking, entre otras cosas. Lo concretaron gracias al proyecto “Centro de Actividades Saludables y Significativas”, que ideó el profesor de Educación Física Javier Fucho, que trabaja en el Belgrano hace 14 años. Este DCI (Dispositivo de Cuidado Institucional) depende de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia del Ministerio de Desarrollo Social de Tucumán.
La buena noticia no es solo que esta idea les devolvió la sonrisa a los chicos del hogar, sino que además fue seleccionada como uno de los mejores proyectos de la Argentina en el concurso “Mentes Transformadoras”, que organiza La Fundación Nobleza Obliga. En total se presentaron más de 1.000 iniciativas en el país. En estos días, Fucho se encuentra en Salta presentando su propuesta para avanzar en una nueva instancia de la competencia que premia proyectos de alto impacto social. El docente viajó acompañado por la licenciada Paola Battaglia, del equipo técnico del DCI Belgrano, y el preceptor Maximiliano Pontoni, quien también es idóneo en tecnología, fotografía y edición de videos.
¿Cómo empezó todo?
“Pasé varios años viendo las difíciles realidades de los chicos y jóvenes del Belgrano. Cada historia es diferente y dolorosa: con pasados de maltratos, abusos, adicciones, huérfanos, con sus derechos vulnerados. Pensé de qué manera podría brindarles actividades que generen en ellos goce, placer y disfrute para sacarlos aunque sea por momentos de la triste realidad que les toca vivir. Así surgió esta propuesta”, cuenta el profesor de Educación Física.
Lo que básicamente hace Fucho es contactar a los distintos empresarios del medio, que poseen emprendimientos de aventuras, para que donen su tiempo y sus espacios y así les permitan vivir a los menores del Belgrano un momento inolvidable. Hasta ahora, según confiesa, nadie se ha negado. Al contrario, también disfrutan de una experiencia que no tiene precio.
La lista de las actividades que desarrollaron es larguísima: rafting en el cañón del río Juramento, vuelos en parapente, tirolesa, paseos en lanchas, catamarán y veleros, travesías en kayak, carreras de karting en El Timbó, cabalgatas y equinoterapia en granjas, pesca, campamentos educativos, escalada deportiva, técnicas de descenso en sogas desde alturas (rappel), trekking en senderos de montaña, encuentros de rugby y bicicleteadas, entre otras.
“Cuando seleccionamos las actividades lo hacemos siempre con la idea de que puedan vivir experiencias y sensaciones que tal vez serían inalcanzables para ellos. Pero también pensamos inculcarles buenos hábitos de vida a través diferentes deportes. Darles esta oportunidad es de alguna forma también devolverles sus derechos vulnerados. Mostrarles que pueden disfrutar de estos momentos también significa inclusión y ayuda a combatir los flagelos que existen hoy en día. Ojalá algún político o inversor pueda avalarlo para aplicarlo no solamente en el hogar Belgrano, sino en otras instituciones de similares características. Se podría destinarlo a escuelas periféricas, gente sin recursos, iglesias, comedores, etcétera. Mi idea es poder ampliarlo y compartirlo con otras instituciones, y que alguna vez podamos abrir un centro de actividades significativas” proyectó el docente, quien además el año pasado logró llevar chicos del Belgrano a los torneos Nacionales Evita.
Suben la autoestima. Permiten conocer lugares bellos de la provincia. Enseñan resiliencia, compañerismo, respeto, justicia, equidad, honestidad, responsabilidad y libertad. Todas palabras que tienen un gran peso en la vida de los chicos institucionalizados. Al llegar a los 18 años, ellos tienen que dejar el hogar y salir a enfrentar el mundo. Solos. Por eso, haber superado el miedo, haber explorado sus debilidades y fortalezas en una actividad de deporte extremo, seguramente les habrá aportado mucho más que adrenalina.
Excepcionales
En Tucumán, alrededor de 200 niños, niñas y adolescentes viven en hogares para menores. A los casos les llaman “medidas excepcionales” y estas se toman cuando falló la protección de los chicos. Son separados de sus padres por ser víctimas de abuso, violencia o abandono. En el 70% de los casos de menores internados se busca que vuelvan a sus casas o con familias ampliadas; por ejemplo, algún tío o abuelo que pueda hacerse cargo. El 30% restante son situaciones extremas de chicos que no pueden regresar a sus hogares. Ellos quedan en condiciones de ser adoptados. Aunque muchos llegan a la mayoría de edad sin que eso ocurra.