Minutos después de que Juan Guaidó se proclamara presidente interino de Venezuela, Donald Trump confirmó su apoyo a la oposición, cargó contra Maduro y animó al resto de Occidente a reconocer a Guaidó. “Los ciudadanos de Venezuela han sufrido demasiado tiempo bajo el régimen ilegítimo de (Nicolás) Maduro. Hoy, he reconocido oficialmente al presidente de la Asamblea Nacional venezolana, Juan Guaidó, como presidente interino de Venezuela”, tuiteó el presidente de Estados Unidos.
Al mismo tiempo que Trump se pronunció su secretario de Estado, Mike Pompeo, quien apoyó los esfuerzos de la Asamblea Nacional para “establecer un Gobierno de transición y preparar a Venezuela para unas elecciones libres y justas”. Las principales potencias de América, con excepción de México, y, con más cautela, la Unión Europea secundaron a Estados Unidos a lo largo de la tarde. “Brasil apoyará política y económicamente la transición para que la democracia y la paz social vuelvan a Venezuela”, declaró en Twitter el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Por su parte, la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, hizo público un comunicado en el que llama a la celebración inmediata de “elecciones creíbles y transparentes”, pero no menciona el juramento de Guaidó como presidente.
Alrededor de las cinco de la tarde, Nicolás Maduro salió al balcón del Palacio de Miraflores. Allí tildó a la oposición de “derecha maltrecha, golpista e intervencionsita” y rompió relaciones diplomáticas con Estados Unidos. Sin embargo, Guaidó desconoció la orden de Maduro y lanzó un comunicado en el que declara que Venezuela seguirá “manteniendo las relaciones diplomáticas con todos los países del mundo”.
Entretanto, un alto funcionario del Gobierno de Estados Unidos advirtió: “si Maduro y sus compinches eligen responder con violencia, dañar a cualquiera de la Asamblea Nacional o a otros responsables elegidos debidamente, tenemos para adoptar todas las opciones encima de la mesa”.
Esta reacción norteamericana agitó los fantasmas de una declaración de guerra, pero China y Rusia, aliadas de Maduro, tienen poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El filósofo John Rawls consideraba justa la guerra de intervención “si las ofensas contra los derechos humanos son atroces y el Gobierno no responde a las sanciones”.