Elija usted la letra del abecedario que más le guste. ¿La A? Bien, aquí empiezo: “Abismal, abnegado, acertado, acojonante, agalludo, alarife, altruísta, ambidiestro, aplicado, atrevido…”. Los adjetivos que empiezan con la A llegan a 57. ¿Quiere la letra B? “Babazorro, balsámico, barroco, benévolo, bestial, bizbirondo…”, etcétera, etcétera. ¿Con C? “Cabal, cojonudo, correoso, cortés, ciclópeo, celestial, cubista”. Hay 45 con la C. Con la D puedo darle el “descacharrante”. Con la E “expeditivo”, con la F “faenero, fierabrás o futurista”. Con la G “gallardo”, la H “hurón” y con la I “ímprobo o inigual” (hay 63 con la I, sí 63). Con la J “jacarero”, con la L “letífico o luminoso”, con la M “magnificente, minimalista o morrocotudo”, con la N “neoclásico”, con la P “parnasiano o perínclito”, con la Q “quintaesenciado”, con la R “riente o retozón”, con la S “sin igual o supersónico”, con la T “trepidante”, con la U “único”, con la V “valeroso o vivaracho” y con la Z “zarabandista o zaragatero”.
Son 564 adjetivos. El “Messidicionario” lo escribió en 2010 el periodista Marius Serra en el principal diario catalán “La Vanguardia”. Buscó responderle a los periodistas que, ya entonces, decían no encontrar más adjetivos para describir al genio de Leo Messi. Pasaron ya ocho temporadas más y aún hoy continuamos argumentando que no tenemos palabras para describir lo que sigue haciendo Messi dentro de una cancha.
“Leo” inició 2019 como siempre, haciendo goles, asistencias y poniéndose a Barcelona al hombro. Cuando no está, Barcelona (le sucedió el jueves pasado en su pobre derrota contra Levante en Copa del Rey) sufre como la Selección argentina. Messi lidera otra vez casi todas las estadísticas para encaminarse a recibir la que podría ser su sexta Bota de Oro como goleador máximo de las Ligas europeas. Sin embargo, más allá de los premios The Best de la FIFA y Botín de Oro de France Football, que lo votaron como el quinto mejor jugador de 2018, ahora nos enteramos que el Observatorio de Fútbol Cies, de Alemania lo ubica aún más abajo, séptimo de una lista de los jugadores más cotizados del mundo, que lidera el francés Kylian Mbappé y en la que Paulo Dybala lo precede en el sexto lugar.
El CIES aclara que la lista está hecha en base a un algoritmo que toma en cuenta diferentes variables, no sólo goles y asistencias y remates, sino también edad, valor posterior de reventa y algunos etcéteras que podrían ayudar a comprender el despropósito.
¿O acaso alguien cree que, si Messi dijera hoy que está harto y se quiere ir de Barcelona no aparecerían árabes, chinos, yanquis y rusos en subasta globalizada, con cifras por arriba y también por debajo de la mesa, con dineros de todos los colores, para quedarse con el jugador que lleva una década imantándonos a todos, casi el único que nos hace ver a qué hora juega su equipo, qué canal lo trasmite y armar así nuestra agenda para ver en vivo y directo sus obras de arte cotidianas? Su oficio de ser Diego Maradona sí, pero “Maradona todos los días”, como lo describió una vez el gran periodista español Santiago Segurola (en la Selección, sabemos, la historia tiene otro matiz). Así como la FIFA y France Football no distinguen para sus premios entre mejor jugador y mejor equipo, los algoritmos de Cies tampoco lo hacen entre los números y la realidad.
Pero hagamos que creemos que está bien que Mbappé (jóvenes y prometedores 20 años) cotiza líder con un valor de 218,5 millones de euros. Que lo siguen Harry Kane con 200,5 millones, Neymar con 200 millones, Raheem Sterling (sí, el habilidoso y rápido puntero que tiene Pep Guardiola en Manchester City, antes que Messi) con 185,8 millones, Mohamed Salah con 184,3 millones y Dybala con 171,9 millones, apenas delante de Messi, que cotiza con 171,2 millones. Si Messi “acusa” 31 años, qué decir entonces del pobre Cristiano Ronaldo, un veterano de 33, a quien el Cies relega en un lejano puesto número 19, con una cotización de 127,2 millones. Real Madrid, en crisis que no logra disimular ni siquiera la conquista reciente del Mundial de Clubes de Abu Dhabi (¡qué oportunidad se perdió River!), no opina seguramente lo mismo. La media de gol cayó estrepitosamente tras la partida del portugués a Juventus. Ya tuvo que echar a un DT que duró apenas cinco meses (Julen Lopetegui) y algo parecido amenaza con sucederle al reemplazante (Santiago Solari). ¿Cuánto le cuesta una crisis a un grande? ¿Cuánto dinero pierde en indemnizaciones, nuevos contratos y fichajes que precisan ser más ruidosos que efectivos para así intentar tapar la crisis? En la Liga de España se lamentan porque, sin Cristiano, Messi parece competir más solo que nunca. Ni pensemos en qué será de nosotros cuando Messi se retire. La mejor imagen la encontré semanas atrás en un libro hermoso del catalán Jordi Punti y la escribí en otro artículo reciente: “¿Quiere usted saber qué es el silencio?”, pregunta Punti. Y nos dice que vayamos un día al Camp Nou y veamos “qué sucede cuando Messi tarda en levantarse después de un foul”. Es el miedo a que no se levante nunca más. Algo que los algoritmos de Cies no saben medir.