Una mesa y una sombrilla con rayas amarillas y blancas fue ayer el foco de atención del Paseo de la Independencia (Crisóstomo Álvarez y Congreso), ubicado al lado de la Casa Histórica. Es que los domingos son de poca concurrencia, ya que la mayoría de los puestos están cerrados. Pero a pesar de eso Juan Carlos Quiroga permaneció ahí, sin su carrito y sin productos para vender, pero con un cartel escrito a mano que invitaba a los transeúntes a dejar una firma. Eso, según el ambulante, le servirá para demostrar que su trabajo no molesta y que su carro “constituía parte de la historia de Tucumán”. Ahora sólo le queda lo más importante, según él, que es el apoyo que recibió de los tucumanos.
“El carrito, que adapté con un estilo colonial, se transformó en un elemento iconográfico que me llena de orgullo. Ya no es algo mío sino de la gente”, dijo el vendedor, que hasta ayer a la tarde tenía unas 3.350 firmas.
El secuestro del carrito del Paseo de la Independencia generó polémica al terminar la semana. La Municipalidad decidió, el jueves pasado, sacar a todos los vendedores ambulantes de la zona, entre ellos, al pochoclero de la esquina de Congreso y Crisóstomo Álvarez, por entender que obstruían el paso peatonal. El dueño del puesto alegó atropello y pidió que lo dejaran trabajar.
“El carrito es mi única fuente de ingreso. Lo tengo desde hace ocho años. Esto (el secuestro) es un capricho de alguien, sumado a un pésimo asesoramiento. Es inentendible”, expresó Quiroga.
El hombre del barrio Lola Mora, aseguró que previo al secuestro de su carro, había recibido “notificaciones de desalojo” por parte de la Municipalidad, que luego respondió pidiendo una reconsideración, la cual le fue negada. Por otro lado, cargó contra los operarios municipales y denunció que luego de secuestrarle su carrito lo golpearon.
Ayer, en la tarde desierta, el ambulante no estaba solo: lo acompañaban su madre, sentada en uno de los bancos, y sus amigos Pedro Adler y Ramiro Correa, que son integrantes de una organización social y trabajan con merenderos en la zona de La Costanera. “Esto (acompañarlo) lo hacemos con el corazón. Juan es un laburante y si dejamos que le pase esto a él estamos dejando la vía libre para que les pase a todos los que se ganan el pan con dignidad”, sintetizó Adler.
Qué dice el municipio
Sobre la junta de firmas, el subsecretario de Tránsito y Transporte Operativo, Enrique Romero, opinó que no le sirve de nada: “la gente tiene que entender que la vía pública es del municipio y en este caso, las ordenanzas nos indican que el carrito no contaba con ningún tipo de autorización para trabajar ahí”. Además respondió a la acusación de la golpiza: “nosotros filmamos todos los procedimientos y no hay grabada ninguna agresión”.
Según relata el vendedor, hace unos 10 días tanto a él como a los demás ambulantes les pidieron desde el Gobierno que se retiraran para poder lavar las veredas con una hidrolavadora. Todos accedieron a la petición, pero con la condición de volver a instalarse una vez finalizado el trabajo. “Cuando quisimos volver nos dijeron que no podíamos, que no teníamos autorización. No entendíamos nada”, explicó el ambulante.
Quiroga confesó dar por perdido su carrito, pero afirmó que no se va a quedar de brazos cruzados: “desde el martes a las 8.30 comenzaré a traer productos y los ofreceré a la gente para que los compren al precio que ellos crean, como una donación. El 40% de lo recaudado va a ser destinado a insumos y comida y el 60% restante será para construir mi nuevo carrito. Va a estar todo registrado para que la gente vea la transparencia y sepa a dónde va la plata”. Además, dijo que se va a volver a instalar en el mismo lugar, y que si lo sacan pondrá otro hasta que lo dejen trabajar. “No les tengo miedo”, cerró el vendedor.
El secuestro del carrito en el que vendía praliné, pochoclos y algodones de azúcar en el Paseo de la Independencia levantó una ola de críticas en las redes sociales. Así fue que los usuarios piden su vuelta con la consigna #QueSeQuedeElCarrito.