La cuarta manifestación de los “chalecos amarillos” en París convirtió otra vez a la capital de Francia en un escenario de la violencia. Negocios saqueados, represión policial con gases lacrimógenos y con camiones hidrantes, autos incendiados, barricadas en las calles con mobiliario en llamas y más de 1.400 detenidos fue el saldo de la protesta que exigió la renuncia del presidente Emmanuel Macron.
La jornada comenzó tensa. La Policía cargó durante la mañana contra los manifestantes que denuncian el encarecimiento progresivo del costo de vida francés y el empobrecimiento de la clase media. Este es el eje de las marchas, que ya consiguieron que el Gobierno diera marcha durante la semana con un aumento de los combustibles, y que ahora reclama la dimisión del jefe de Estado.
Los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad, los “chalecos amarillos” y también vándalos que aprovechan las protestas para saquear, comenzó en la emblemática avenida de los Campos Elíseos, coronada por el Arco del Triunfo, que la semana pasada fue tomado por los manifestantes. Frente a la acción de la Policía, los movilizados se desplazaron a los grandes bulevares, donde provocaron destrozos y volvieron a chocar con los uniformados. En París, el Gobierno desplegó 8.000 de los 70.000 agentes que afectó para toda Francia.
Ya a media mañana, según Johanna Primevert, portavoz de la Prefectura de Policía, se contabilizaban 354 arrestados. En todo el país, a la medianoche, los detenidos superaban los 1.400.
El primer ministro francés, Édouard Philippe, precisó que durante la madrugada se realizaron controles en los peajes de autopista de acceso a París, donde requisaron a “chalecos amarillos” que acudían con máscaras de gas y objetos contundentes. (Télam)