CIUDAD DE MÉXICO, México.- Miles de personas recorrieron, curiosas y expectantes, los hasta hace unos días rincones privados de los presidentes de México y sus familias de la residencia oficial de Los Pinos, los cuales fueron abiertos este fin de semana al público, por primera vez en más de ocho décadas.

Familias completas descansaban en los jardines o recorrían pasillos y oficinas, así como habitaciones, el comedor, la cocina y hasta la sala de cine reservada sólo para la familia presidencial de la amplia propiedad.

El gobierno mexicano, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, que asumió el sábado, convirtió en un centro cultural los 56.000 metros cuadrados de la residencia, junto con las dos casas que alojaron a 14 mandatarios desde que, en la década de 1930, el ex presidente Lázaro Cárdenas decidió convertir al entonces rancho “La Hormiga” en la casa presidencial.

“Es algo histórico”, dijo Mario Lozano, un comerciante de Chimalhuacán, una empobrecida zona a unos 40 kilómetros de la capital, quien expresó que sentía como si estuviera entrando al Palacio de Versalles, en alusión a cuando -en los albores de la Revolución francesa en 1789- el pueblo tomó el emblemático recinto.

“Es grosero ver esta ostentación y compararla con la miseria allá”, añadió Lozano, mientras recorría la habitación que fue el dormitorio del ex presidente Enrique Peña Nieto y de su esposa, ahora vacío.

El gesto y la esperanza

El nuevo presidente de México, el izquierdista López Obrador, que asumió el sábado, llegó al poder tras una aplastante victoria, con la promesa de acabar con la profunda corrupción que lacera al país, combatir la extendida violencia del crimen organizxado y trabajar por los pobres.

López Obrador, conocido como AMLO, aspira a realizar lo que él mismo ha denominado “la cuarta transformación” y crear un hito histórico en México como lo fueron la Independencia, la Guerra de Reforma y la Revolución Mexicana, algo que la mayoría de los observadores ven muy difícil de cumplir.

“El cambio es que se cumplan cada uno de nuestros derechos”, dijo María Antonia Cortés, maestra de educación básica de 50 años, que vive en el centro turístico de Puerto Vallarta.

“¿Por qué? Porque ya está la gente cansada que siempre el capitalismo es el que triunfa, mas no el pueblo, y el gobierno es del pueblo para el pueblo no de políticos para políticos, así de sencillo”, subrayó.

Al trasladar la casa presidencial desde el castillo de Chapultepec a “La Huerta”, Cárdenas la bautizó como “Los Pinos” para recordar la finca en donde conoció a su esposa, Amalia Solórzano, y mandó a sembrar decenas de pinos dentro de la propiedad.

En una entrada de la antigua casa presidencial, una leyenda de flores al pie de un mástil daba la bienvenida al “pueblo de México a Los Pinos”, mientras que -en uno de sus jardines- decenas de personas observaban a través de una gigantesca pantalla la ceremonia en la que AMLO recibió la banda presidencial.

En otra parte, al lado del histórico edificio Molino del Rey, desde donde el ejército mexicano combatió a invasores estadounidenses en 1847, había una larga fila de personas que esperaban para entrar a un conjunto de oficinas convertidas en museo.

“Lo que yo quería era percibir la sensación de estar en un lugar donde se han tomado decisiones relevantes”, dijo Mario Castañeda, un biólogo de 45 años, quien fue con su esposa y su hijo.

“Siento mucha efervescencia, siento como cosquillitas en la panza saber que estoy en un lugar al que históricamente no hemos tenido acceso las clases populares, es mucha emoción”, subrayó.

El nuevo presidente ha dicho que le gustaría vivir en el monumental Palacio Nacional, frente a la plaza del Zócalo, el corazón de la Ciudad de México, alguna vez sede de los poderes y construido bajo las ruinas del palacio de Moctezuma Xocoyotzin, el último emperador azteca del siglo XVI. (Reuters)