De Sergio Berensztein, analista político.-
La cumbre del Grupo de los 20 (G-20) desembarca en la Argentina en un momento en el que el multilateralismo está erosionado. Desde hace tiempo se viene fortaleciendo una ola contraria a esa corriente que se expresa, particularmente, en el surgimiento de liderazgos tanto en países desarrollados como emergentes caracterizados atributos y preferencias orientadas a reimplantar a los estados nacionales como actores centrales de la arena internacional, en detrimento de la diplomacia de los organismos internacionales. En particular, las tres potencias estratégicamente más relevantes, los EEUU de Donald Trump, la China de Xi Jiping y la Rusia de Vladimir Putin se han convertido en los protagonistas más importantes, aunque esto no es excluyente, del actual escenario. En efecto, son esos líderes quienes tienen en sus manos una serie de cuestiones de enorme trascendencia. De la manera en la que las encaucen, posterguen o idealmente resuelvan depende en gran medida en desarrollo económico y político del conjunto del planeta. Lo cierto es que la interacción entre esos líderes, la diplomacia presidencial, tiene muchísimas más relevancia las negociaciones entre profesionales o técnicos en ámbitos multilaterales.
El G20 que, de hecho surgió luego de la crisis asiática en la segunda mitad de la década de 1990 para evitar que sus efectos se expandan por todo el mundo y evitar de ese modo que se revierta ins globalización por entonces todavía incipiente, en dos décadas de vida no ha podido alcanzar demasiados logros. Ha podido, sin duda, plantear algunos temas en agenda pero que, en definitiva, solo tuvieron una trascendencia e impacto real bastante limitado. Esto incluye el foco central de ésta cumbre, el futuro del trabajo frente a la amenaza del cambio tecnológico y el avance de la economía digital.
Que se hayan debilitado tanto la apuesta al multilateralismo le agrega aún más incertidumbre y riesgos a un escenario internacional turbulento, casi caótico. Esto se da, a la vez, en un contexto en el que hay una regresión muy alarmante de la democracia liberal y de los principios fundantes de la economía de mercado, en particular el libre comercio.
Ese desgaste del multilateralismo en general y del Grupo de los 20 en particular se manifiesta, asimismo, en la incapacidad para tratar con un mínimo de efectividad cuestiones que, con el tiempo, se tornaron cruciales y generaron, últimamente, situaciones de una gravedad inusitada. Ese es el caso, en particular, del cambio climático, fruto aún de un irresponsable negacionismo en algunos casos, hipocresía en otros, impericia en casi todos. Además de la guerra comercial, con los riesgos de que escale y genere enormes distorsiones en la economía global, se agravaron también otros problemas que requieren de la coordinación internacional, como los refugiados.
La situación de Macri
Al margen de la agenda global, ¿cómo llega Mauricio Macri a esta cumbre del G-20? El presidente está pasando por su peor momento en términos de opinión pública en resultados económicos, lo que le ha generado un notable debilitamiento. Se vio obligado a pedirle ayuda a las potencias de Occidente, a través de los Estados Unidos, ante el fracaso del gradualismo y la ausencia de algún plan alternativo.
El de Macri es un gobierno que sobrevive con la una ayuda respiratoria del Fondo Monetario Internacional (FMI). Cuando uno recuerda las ilusiones originales de Macri, que aspiraba a lograr un posicionamiento regional, con cierta influencia geopolítica aprovechando la debilidad de Brasil, lo cierto es que poco ha quedado de aquellas ilusiones: la crisis cambiaria anuló tal vez para siempre las múltiples ambiciones de Cambiemos.
En la Argentina, ese efecto coincidió con la emergencia del fenómeno motorizado en Brasil por la llegada al poder de Jair Bolsonaro, en algún sentido también por la llegada a la presidencia de México de Andrés Manuel López Obrador. Todo esto puso a Macri en un segundo y hasta un tercer plano en la consideración regional de los liderazgos, en parte por factores internos y otro tanto por cuestiones regionales.
El G-20, entonces, llega a la Argentina en un tiempo en el que el multilateralismo ya no tiene la fuerza que presumía en otros períodos y con Macri desgastado y sin nuevas propuestas que le permitan reinventarse.
Lo que se viene
¿Qué le puede quedar a la Argentina tras esta cumbre de líderes globales?
Lo primero que hay que esperar como respuesta es que el paso de esos líderes por Buenos Aires sea, en cierta medida, sin grandes contratiempos, es decir, que no haya manifestaciones públicas violentas en las calles, tampoco atentados. Si fuimos incapaces de organizar la final de la Copa Libertadores, deberíamos estar muy contentos si esta cumbre se desarrolla sin sobresaltos, aunque nada relevante en ella pase. Por estas horas, lo más importante para el Gobierno nacional es que esta edición del G-20 no sea recordada por malas noticias que salgan en todos los portales del mundo.
La Argentina tiene asegurado el financiamiento hasta el año que viene, por lo que esa cuestión no será de suma trascendencia en las deliberaciones que el presidente Macri pueda entablar con sus pares de otros países considerados potencias. Tal vez haya algunos acuerdos con China y con Alemania. No mucho más.
Lo más importante es que no haya ningún descalabro y que todos los múltiples conflictos cotidianos (Aerolíneas, maestros, bancos, anarquistas, etc), no generen más hechos negativos para el país.
Lo último que necesita la Argentina es que otras situaciones como las descriptas anteriormente sigan minando más su reputación. Muchos analistas temen que luego de que se acaben los recursos del FMI a finales de 2019, caigamos de nuevo en default. La política, la desidia y le ineptocracia de nuestra clase dirigente parecen querer acelerar ese proceso.
La erosión del multilateralismo llevó a un resurgimiento de liderazgos en países desarrollados y emergentes del G20. El presidente Macri, en tanto, pasó a un segundo o tercer plano en la consideración regional, producto de la crisis cambiaria y de la recesión.
Cumbres bilaterales: Macri planea 14 encuentros
El presidente Mauricio Macri, buscará aprovechar al máximo el G20. En su agenda se prevé al menos 14 reuniones bilaterales, antes, durante y después de la cumbre. Entre otros, se reunirá con los presidentes de Estados Unidos, China, Rusia, Gran Bretaña, Italia, Francia, Indonesia, India, Japón y Alemania. Durante estos encuentros se contempla la firma de acuerdos y algunos planes a futuro. En la Casa Rosada ponen todas sus fichas al encuentro entre Macri y Donald Trump, un día antes de la cumbre. Pero también será de mucho peso el encuentro con Xi Jinping para definir temas cruciales como los proyectos nucleares y los swaps de China. También hay interés de Macri en establecer un fuerte acuerdo con Japón en materia de libre comercio con el Mercosur que será parte del diálogo.
La premisa: “espacios de consenso”
El canciller Jorge Faurie afirmó que la presencia de la Cumbre del G20 en Argentina constituye “una señal de confianza del mundo para con las reformas estructurales que realiza el país” y resaltó que en materia de relaciones internacionales “siempre es importante generar espacios de consenso”. Faurie confirmó que el presidente Mauricio Macri (foto) tendrá reuniones bilaterales con su pares de Estados Unidos, Donald Trump; de Francia, Emmanuel Macron, y de Rusia, Vladimir Putin, y sostendrá un encuentro con la primera ministra británica, Theresa May, entre otros mandatarios.
“Muchas de las reuniones serán útiles para atraer inversiones en obra pública y sumar participaciones al proyecto de Vaca Muerta”, destacó. Y, remarcó que “con Theresa May trataremos todos los temas de la relación bilateral y, sobre todo, lo de los vuelos a las islas Malvinas”.
El operativo de seguridad
-20.000 efectivos de distintas fuerzas participarán del operativo de seguridad montado para el G20.
- 3 anillos de seguridad se montarán en Costa Salguero.
- 20 cápsulas de acompañamiento tendrá cada comitiva oficial.
- $ 230 millones gastarán en alojamiento y comida los participantes del G20.