Descontada la verdad de Perogrullo de que siempre es mejor ganar que perder y que no hay derrota que alimente la confianza, sí es cierto que la Selección Nacional atraviesa una etapa experimental en la que el trazo grueso está vinculado con el crecimiento de algunos jugadores que estaban postergados y la aparición de otros de flamante despegue.
En ese contexto se revela alentador el producido en Córdoba versus México y el muy buen rendimiento de unos cuantos, con Leandro Paredes y Juan Martín Foyth a la cabeza.
La evolución de Paredes
Paredes formó parte del ciclo de Jorge Sampaoli y de hecho en su momento dispuso de una evaluación tan positiva que se perfiló con chances de ir al Mundial de Rusia, pero después perdió terreno sin que se supiera muy bien por qué, y ahora, cuando el plantel es conducido por Lionel Scaloni, consta en el grupo más acreditado para expresar un recambio genuino.
Muy lejos del 10 habilidoso y espasmódico surgido en Boca que Claudio Borghi impulsó a Primera, el muchacho nacido en San Justo ha evolucionado punto por punto y hoy es un mediocentro hecho y derecho, sea en su vertiente posicional, sea en su vertiente expansiva, siempre con entendimiento agudo y pase fino.
Foyth, pichón de mariscal
La eventual consolidación de Paredes está más o menos cantada desde sus tiempos en Roma, donde jugó más de medio centenar de partidos, pero no tan cantada parecía la soltura de Foyth, un pichón de mariscal que hoy representa algo similar a lo que insinuó Emanuel Mammana cuando debutó en River: una rara avis que sin dejar de aplicar los rigores de todo defensor central maneja la pelota con pasmosa sutileza.
Todo está por verse aún. Al final de cuentas recién tiene 20 años y hasta aquí ha jugado nueve partidos en Estudiantes y 11 en Tottenham, pero precisamente la brevedad de la foja de Foyth es uno de los indicadores más elocuentes, virtuosos y prometedores.
Foyth, en fin, es de ese tipo de jugadores capaces de entusiasmar tanto que inspira elogios desmedidos, de los que no se corresponden con la relativa modestia de su trayectoria.
Un tercer nombre digno de ser destacado a la hora de considerar lo hecho por Argentina en el primero de sus dos encuentros amistosos con México es el de Paulo Dybala.
Si exageramos un poco, acaso no tanto, bien podría afirmarse que en Córdoba alcanzó su rendimiento más alto de las 17 veces que se ha calzado la camiseta albiceleste: activo, fluido, atrevido, por momentos incluso organizó el juego con mayor sentido colectivo que Giovani Lo Celso, que rindió de forma aceptable y es otro de los que tendrá bastante para decir en la Selección en ciernes.
Respuesta alentadora
También se reveló alentadora la respuesta que dio Agustín Marchesín: si en noviembre de 2017 había sufrido su día de pesadilla en la derrota con Nigeria, en Krasnodar, ahora dejó ver el llenado de arco, la ubicación y la pertinencia que lo llevaron a ser reconocido como uno de los cuatro o cinco mejores arqueros argentinos.