MEXICO, Tijuana.- Cientos de migrantes hicieron fila ayer en el puesto fronterizo de El Chaparral en la ciudad mexicana de Tijuana para apuntar su nombre en una libreta y recibir un papelito con un número para solicitar asilo en Estados Unidos.
En la libreta, gestionada por los propios migrantes, ayer había más de 1.400 números apuntados, pero cada uno corresponde a un grupo de personas, y no a un único migrante, como fue el caso de la hondureña Doris García y su familia. García recibió el número 1.423 en un papelito informal para ella, su esposo y sus tres hijos de seis, cuatro y un año y deberá esperar ahora semanas o más probablemente meses hasta que le toque pasar a presentar su caso. “Venimos huyendo de nuestro país; no hay trabajo y mucha pobreza”, dijo a dpa la hondureña, oriunda de San Pedro Sula, una de las ciudades más violentas del mundo.
En Tijuana hay unos 2.000 migrantes, en su mayoría hondureños y guatemaltecos, llegados desde el fin de semana pasado en un goteo constante como parte de una caravana que salió hace un mes de Honduras y se mueve a pie, en autobuses prestados o trepados a camiones.
El grupo inicial, al que se le fueron sumando miles en el camino, recorrió unos 4.500 kilómetros desde San Pedro Sula hasta Tijuana. Se espera que en los próximos días arriben al menos otros 3.000 migrantes a la ciudad, que limita con el condado de San Diego.
Habitantes de Tijuana que se oponen al flujo masivo organizaron para hoy un acto de protesta en la Glorieta Cuauhtémoc, mientras que otro grupo convocó a una contramarcha en el mismo sitio a favor de los migrantes.
El alcalde de Tijuana, Juan Manuel Gastélum, adoptó un discurso duro al estilo del presidente Donald Trump y afirmó que hay delincuentes entre los centroamericanos. “No todos son migrantes”, dijo. “Hay algunos que son una bola de vagos, marihuanos, fumando marihuana en la calle”, señaló, aunque también hay “algunos buenos”.
En la caravana hay numerosas familias con niños pequeños y personas solas que quieren una vida mejor en Estados Unidos, lejos de la violencia y la pobreza en sus países. Gastélum dijo que “los derechos humanos son para los humanos derechos” y que “Tijuana es una ciudad de migrantes, pero no de esta manera”. Las autoridades locales estiman que los migrantes estarán al menos tres meses esperando poder hacer su trámite de asilo en Estados Unidos y que muchos se terminarán quedando en la ciudad, como ocurrió con una oleada de haitianos en 2016. (dpa)