“Cada fin de semana salgo a la cancha a jugarme la vida por este club y es hermoso”. La frase de Tino Costa minutos después de haberse consumado el heroico 3-3 a orillas del Río Paraná, admite varias reflexiones.
El volante llegó en el inicio de esta temporada como el jugador franquicia de un San Martín con ganas de dar pelea en la Superliga. Un par de lesiones musculares lo dejaron al margen durante bastante tiempo, mucho más de lo que él hubiera deseado. Sólo pudo ver algunos minutos en el juego por Copa Argentina, sin poder hacer nada para ayudar a un equipo que perdió su entrenador tras sólo cuatro partidos en Primera.
Pero nunca bajó los brazos. Como un joven que está dando sus primeros pasos, trabajó para recuperarse y poder tener su oportunidad; esa que llegó en el accidentado juego contra Racing.
Cuando al fin logró ganarse un lugar entre los titulares, la expulsión de Ignacio Arce contra la “Academia” lo obligó a dejar la cancha a los 17 minutos de juego. Pero ya contra Talleres logró estar más tiempo en cancha; así también contra San Martín de San Juan y, al fin, completar 90 minutos en los duelos contra Independiente y Patronato, el pasado lunes. “Cuando volví a la Argentina lo hice con el objetivo de jugar y de poder hacer las cosas bien en mi país, donde nunca había jugado. No se me dio en San Lorenzo, pero lo estoy logrando con San Martín”, aseguró el zurdo de pegada prodigiosa y pasos de ballet; ese que ayudó a cambiarle la cara a un equipo que caminaba sin rumbo en el torneo.
Claridad y simpleza
Su claridad y simpleza para ver el fútbol y su capacidad para ejecutar las acciones le devolvieron el alma al cuerpo al “Santo”. Con ese estilo con el que supo deslumbrar en las mejores ligas de Europa, fue de lo mejor en el empate contra Talleres; marcó el camino de la victoria contra San Martín de San Juan con un tiro libre for export; le puso el pecho a las balas en la derrota contra Independiente y fue uno de los sostenes en los que se apoyó San Martín para no caerse en Paraná, cuando la mano venía complicada y la goleada en contra cotizaba en la bolsa de valores de Nueva York.
Con el juego 0-3, siempre pidió la pelota, le dio buen destino, clarificó cada ataque y condujo a un “Santo” bravo que se llevó el mundo por delante y logró lo que parecía imposible. Además, clavó un golazo, que casi ni pudo festejar, para poner el 2-3. “No daba para festejarlo. Estábamos perdiendo y necesitábamos tiempo”, se limitó a decir el volante que sólo metió un puñito apretado.
Desde su debut, San Martín parece ser otro equipo. Sumó ocho puntos sobre 15 posibles y convirtió siete goles de los 10 que tiene en el torneo. Pero más allá de eso, hizo que el “Santo” diera un salto de calidad. Cada pelota que pasa por él, siempre tiene buen destino y su categoría y panorama no admite objeciones.
“Estoy feliz porque pude recuperar mi nivel. Cada vez me siento más cómodo y además, estoy convirtiendo”, remató.
“Tino” es el as de espadas en el que San Martín pone todas sus fichas para terminar el año con una sonrisa. Y sí, quedó demostrado que de su mano, todo parece posible.