“Salgo como gobernador”. La frase se repite en cada salida que el hoy senador José Alperovich realiza, en el marco de sus contactos con distintos sectores de la sociedad. Alperovich está de campaña por más que, públicamente, diga que no es momento de hablar de candidaturas. Su sucesor en el cargo, Juan Manzur, lo mira de reojo, pero cuando se le consulta sobre el prelanzamiento de quien fue su compañero de fórmula, afirma: “no sé nada; no sé nada. Tengo la cabeza en otra cosa, no en candidaturas”. Hoy el destino los encuentra en caminos diferentes. En el medio está el vicegobernador Osvaldo Jaldo, que quiere repetir binomio con Manzur en 2019.
El senador comenta que no tiene resentimientos con el médico que eligió para acompañarlo, como vicegobernador, entre 2007 y 2015 (con una licencia para ocupar el Ministerio de Salud de la Nación). Sin embargo, su voz no es la misma cuando se le menciona el apellido Manzur. “Cada uno sabe en su interior lo que le pasa; yo sólo quiero que le vaya bien a la provincia. Lo apoyo a Juan”, suele decir Alperovich.
Manzur contesta: “ya nos vamos a juntar”, como para aventar ese alejamiento en la relación que ya lleva más de 60 días. No obstante, el gobernador también cambia su talante cuando recuerda aquella vez que el senador le dijo a LA GACETA: “todos tenemos derecho, nadie me va a prohibir que yo sea (candidato). Puede ir Manzur; puede ir Alperovich; podemos juntos o separados. El que te da el poder es el voto, no otra cosa”. Fue el 29 de junio pasado. Sin embargo, le escapa a la respuesta frontal. “Este es un momento de crisis económica; de emergencia; qué vamos a hablar de esto, de las candidaturas del año que viene”, remarca.
Mientras trabaja, junto con su equipo de colaboradores, en “una reforma política en serio”, Alperovich no descuida las mediciones. Una de las últimas que encargó, según sus allegados, plantea un escenario en el que el oficialismo -no dividido- logrará retener el poder en las generales del año que viene. Alperovich cree que con un 35% de los sufragios, cualquier candidato puede convertirse en gobernador. Esa encuesta indica que Cambiemos (se midió al diputado José Cano y/o a la senadora Silvia Elías de Pérez) puede llegar a tener un piso de sufragios de entre un 20% y un 22%, mientras que Ricardo Bussi alcanzaría un 16%. Eso es lo que dice el alperovichismo.
Más allá de esos sondeos, el distanciamiento dentro de lo que fue el tridente de poder del oficialismo tucumano es cada vez mayor. El jueves pasado, en oportunidad de un acto en la comuna de Monteros, el ministro de Gobierno Regino Amado fue claro en su alocución ante comisionados rurales de la zona y algunos concejales del interior. A ellos les pidió el respaldo a la fórmula Manzur-Jaldo. Además, criticó a los dirigentes que “miran de reojo” a otros espacios internos, en clara alusión al alperovichismo. “Ya se acabó ese momento”, se lo escuchó decir al funcionario.
Lo peor que le puede suceder al peronismo es que vaya dividido en las próximas elecciones. Lo advierte Fernando Juri, presidente subrogante de la Legislatura. “Este es un proyecto iniciado en 2003. Realmente no sería positivo ni conveniente que el peronismo salga dividido”, sostiene quien fuera el primer compañero de fórmula de Alperovich.
Juri recuerda que él también atravesó una interna partidaria, pero que se mantuvo dentro de la estructura y decidió no alejarse. “Hoy conducen Manzur y Jaldo; por lo tanto, creo que nos tendríamos que alinear todos los peronistas detrás de la conducción”, sugiere. No obstante, el legislador puntualiza que el senador Alperovich está “en su legítimo derecho de pretender ser candidato”.