Desde hace más de dos décadas, Lucía Reyes de Deu persigue las huellas de dos modelos educativos tan opuestos entre sí como el de las maestras “normalistas” y el anarquista y antisecular de comienzos del siglo XX (la llamada Escuela Moderna que creó en 1901 el catalán Francisco Ferrer Guardia). Entre las respuestas que puede anticipar esta tucumana egresada de la carrera de Letras de la UNT que reside en los Estados Unidos desde 1999 y que se especializó en Estudios latinoamericanos está la sospecha de que sí quedan huellas: y que hay que ahondar en ese camino. Para eso, la doctora Reyes de Deu, que hoy es profesora en la Brandeis University comparte un proyecto de investigación en Tucumán sobre “Normalismo, anarquismo y feminismo, en textos del ámbito educativo argentino de principios del siglo XX”. Y lo hace a través de una beca Milstein (gestionada por el Instituto Superior de Estudios Sociales (UNT-Conicet) y la Universidad San Pablo-T, del “Programa Raíces” del Ministerio de Ciencia y Tecnología para investigadores argentinos residentes en el exterior. principios del siglo XX”. La beca Milstein se otorga para consolidar un vínculo académico preexistente entre investigadores argentinos residentes en el exterior y académicos argentinos.
La doctora Reyes de Deu participa desde hace tres años en proyectos dirigidos por la doctora Marcela Vignoli (ISES) y en las actividades promovidas por Cornelias, Grupo de Investigación en Historia de Mujeres, Género y Sexualidades.
Reyes de Deu había seguido hasta ahora los rastros del magisterio anarquista en la Argentina central, en los centros industriales de comienzos del siglo XX. Ahora, afirma, es el momento de investigar si el anarquismo dejó impronta en el Norte argentino, y una de las fuentes será el archivo del Círculo de Magisterrio, creado en 1905, ahora digitalizado, y al que los estudiosos definen como “fundamental para estudiar la historia de la educación en el NOA”.
- Cuál es la diferencia entre el modelo educador normalista y el anarquista?
- Los anarquistas veían a la educación como una función liberadora; el objetivo era que el alumno tuviera conciencia de clase. Yo he trabajado la obra del anarquista catalán Ferrer Guardia, y muchos de los conceptos de la Escuela Moderna, que él fundó en 1901, hoy están en vigencia: la coeducación, promover el pensamiento crítico, que el docente sea una guía y no una imposición de autoridad; sería arriesgado decir que es la misma propuesta, pero creo que hay ciertos principios que son valorados ahora. El normalismo, en cambio, es un modelo pedagógico jerárquico y disciplinador.
- Sabemos de la influencia del modelo normalista en el Norte. ¿Y el anarquista?
- Mi investigación hasta ahora había estado centrada en los centros industriales de comienzos del siglo. Este, el Norte, es mi próximo paso. Parecería que hubo maestras normalistas que incorporaban un discurso pedagógico que parecía estar en contradicción con su propia formación, un discurso con impronta anarquista. Para las escuelas normales hay archivos, revistas para maestros. Pero lo que más me interesa es la producción de las maestras, los libros de texto, o de lectura para clase. Quiero analizar cómo se expandió el sistema educativo en Tucumán cuando ya existía una educación colonial previa. En Tucumán tuvo que haber una especie de negociación, porque, a diferencia del sur y centro del país, había una tradición que viene de la colonia, con fuerte impronta parroquial. Y yo me pregunto, por ejemplo, qué habrá pasado en los centros obreros de los talleres de Tafí Viejo, o en las escuelas de los ingenios. Pienso que aquí hubo un riquísimo intercambio con diferentes modos de pensar la educación. Y me interesa ver cómo se posicionaron las maestras ante ese discurso; y qué huella dejaron.
- Usted investiga desde una universidad norteamericana. ¿Por qué interesa allí esta problemática?
- Porque está latente el tema de las maestras norteamericanas que trae Sarmiento para fundar las escuelas. Además, en Nueva York hay ejemplos de la Escuela Moderna.